Recostado en una cama de hospital, Ma Xiaolong, un superviviente de los disturbios del viernes en Lhasa, capital de la Región Autónoma del Tíbet, se queja de dolor.
Incluso sus familiares fueron incapaces de reconocerlo porque el hombre de 24 años estaba quemado y con cicatrices en el rostro, pecho y piernas.
"Por qué me hicieron esto a mí y a mi familia"?", preguntó Ma entre sollozos.
El joven, un musulmán de la provincia vecina de Gansu, abrió un restaurante junto con su familia en la Calle Baijiao, una de las áreas más afectadas por los disturbios.
"Las calles se volvieron caóticas y cerré el restaurante alrededor de las 3 p.m. de ese día después de regresar de realizar servicios en la mezquita en la calle con mi hermano y mi cuñada".
Pronto, cuando estábamos en el segundo piso del edificio, la familia descubrió que el restaurante había sido sitiado por una docena de hombres y mujeres jóvenes que gritaban y trataban de romper las puertas del restaurante con rocas.
La multitud finalmente destruyó la cortina de metal casi una hora después y empezó a rociar gasolina y a incendiar el inmueble.
"Estábamos ocultos en el retrete en el piso de arriba, pero podíamos escuchar los fuertes ruidos afuera", dijo Ma. "Mi cuñada estaba tan asustada que empezó a llorar. Su esposo le cubrió la boca con la mano y le pidió que guardara silencio".
El retrete pronto ya no fue un sitio seguro porque las llamas cubrieron la puerta de madera y el humo empezó a entrar.
"Apenas podíamos respirar y tuvimos que salir".
Sin otra opción, saltaron del inmueble y cayeron en el patio de la mezquita vecina. Allí, más de 50 musulmanes estaban apagando incendios.
"Estaban cayendo teas y rocas. Nos ocultamos en la mezquita junto con otros musulmanes".
La familia Ma, que sufrió quemaduras y fracturas de huesos, fue trasladada al Hospital General del Mando Militar del Tíbet el viernes en la tarde.
Li Suizhi, director del hospital, dijo a Xinhua que todos se encuentran fuera de peligro.
"La vida de la población está mejorando cada vez más aquí. No sé por qué ellos (los alborotadores) siguen provocando problemas como éste", dijo Ma. "Ahora no tengo ningún plan para el futuro, pero afortunadamente tengo a mi familia conmigo".
Otro familiar no fue tan afortunado.
Ma Shequn, propietario de un restaurante de pan al vapor, fue atendido por heridas provocadas con un cuchillo. Su tienda en la calle Jire está cerca de la calle Bargor saqueada, una famosa zona comercial para los turistas en el centro de Lhasa. Su familia se ocultó en la tienda, pero pronto incursionaron varios vándalos.
"Ellos llegaron para golpearnos directamente y nosotros no los atrevimos a oponer resistencia, sólo implorábamos", dijo. "Conozco a algunos de ellos. Antes eran personas gentiles".
Ma finalmente logró salir de la tienda a la calle. Eso resultó ser más peligroso porque fue perseguido por una docena de alborotadores que llevaban largos cuchillos.
El sobrevivió y fue hospitalizado más tarde con la ayuda de una familia que le ofreció refugio.
"No sé qué pasó con mis familiares porque he perdido contacto con ellos. Nadie ha respondido el teléfono en la tienda".