Muchas de las tiendas volvieron a abrir sus puertas, y tanto automóviles privados como taxis volvieron a circular hoy por las calles de Lhasa, capital de la región autónoma del Tíbet, en el suroeste de China, luego de que la ciudad regresara a la calma tras los disturbios del viernes.
Periodistas de la sucursal de Xinhua en Lhasa recorrieron en la tarde de hoy domingo las calles Beijing, Jinzhu, y Lingor, y pudieron constatar que la mayoría de sus tiendas han reanudado la atención al público.
Yangzom, una tibetana que vive en la sección occidental de la calle Jinzhu, dijo que los disturbios no afectaron en gran parte su vida, ya que "los puestos y las tiendas de comestibles del barrio todavía están abiertos".
Por su parte, el propietario de una estación privada de suministro de gasolina ubicada en la sección occidental de la calle Beijing, de apellido Wang, dijo que "el negocio está abierto durante el día y cierra por la noche".
Sin embargo, la mayoría de las tiendas de la zona antigua de la ciudad aún permanecen cerradas. Varias de ellas fueron parcialmente quemadas.
El gobierno regional ha movilizado esta tarde a los soldados y los empleados gubernamentales para limpiar las basuras, retirar las piedras y remover los vehículos volcados y las motocicletas y bicicletas quemadas en el centro de Lhasa durante los disturbios.
"El orden social de lo que fue el epicentro de las protestas se recuperará de forma gradual", afirmó un funcionario del gobierno regional.
Un brote de conmoción en la tarde del viernes perturbó la paz de Lhasa. Fuentes del gobierno local informaron el sábado sobre la muerte de al menos diez personas, en su mayoría civiles que fueron quemados vivos. La policía de Lhasa ha rescatado a más de 580 personas de las acciones violentas, incluidos tres turistas japoneses.
Los amotinados provocaron 160 incendios en construcciones para uso civil, incluidos bancos, un establecimiento periodístico, tiendas, escuelas y hospitales, además de prender fuego a decenas de vehículos motorizados, incluidos carros policiales.
El alcalde de Lhasa, Doje Cezhug, quien se encuentra en Beijng para participar en la sesión parlamentaria anual, dijo que, hasta donde sabe, la calma ha regresado a la ciudad.
"No aplicamos la ley marcial en Lhasa", subrayó.
Los disturbios fueron provocados por un puñado de monjes y personas desenfrenadas con el fin de sabotear, agregó.
"El único objetivo de estas acciones es perturbar la vida feliz y estable del pueblo del Tíbet", manifestó el funcionario y añadió que el gobierno está en capacidad de mantener la estabilidad para el pueblo.