R: El PCCh sí es ateo y no cree en
la religión. Somos partidarios del materialismo dialéctico y
consideramos que la materia es primaria, y que por supuesto lo
primario incluye también lo existente y lo objetivo. La religión,
como fenómeno social de existencia objetiva, tiene su propia ley de
desarrollo objetiva. Según el punto de vista del materialismo
histórico, la religión perdurará por largo tiempo fenómeno social.
Por consiguiente, no es contradictorio el que estemos por el
materialismo dialéctico y respetemos la libertad de creencia
religiosa.
Además, todos los esfuerzos del PCCh
se dirigen a realizar y proteger los derechos fundamentales de las
masas populares, los cuales se manifiestan en muchos aspectos,
incluido por cierto el derecho de las masas de elegir libremente su
credo religioso. Sólo respetando su libertad de fe religiosa,
podremos unirnos con mayor número de personas para dedicarnos
juntos al gran objetivo de realizar la vigorización de la nación y
de hacer un mundo hermoso. ¿Acaso el PCCh tiene razón alguna para
no convivir en paz durante largo tiempo con la religión y no
tratarla con discreción y amistad?
La Constitución establece: “Los
ciudadanos gozan de libertad de creencia religiosa. Ningún órgano
estatal, grupo social o individuo puede obligar a un ciudadano a
creer o no en la religión, ni tampoco puede discriminar a los
ciudadanos creyentes o no creyentes. El Estado protege las
actividades religiosas normales”. En 2004 China promulgó el
Reglamento de Asuntos Religiosos, el primero de índole
administrativa que cubre tales asuntos de manera integral
religioso. En él se estipulan claramente los derechos de las
asociaciones religiosas y los ciudadanos creyentes para la
celebración de actos religiosos, la creación de institutos y
escuelas religiosos, la edición de libros y revistas religiosos, la
administración de propiedades religiosas, el desarrollo de
intercambios con el exterior, etc. Al mismo tiempo se reglamentan
los actos administrativos de los departamentos administrativos
pertinentes del gobierno, con el fin de asegurar que los derechos e
intereses legales de los ciudadanos creyentes, asociaciones
religiosas y establecimientos religiosos no sean infringidos.
Según estadísticas, China tiene
ahora un total de más de 100 millones de creyentes de diversas
religiones, más de 3.000 asociaciones religiosas nacionales y
locales de automantenimiento, más de 100.000 establecimientos
religiosos y unos 300.000 clérigos. Si alguien acude a las Iglesias
católicas Sur y Norte, las Iglesias protestantes en Xisi y
Wangfujing, o al Templo taoísta Baiyunguan y la Lamasería
Yonghegong, todas en Beijing, se asombrará de ver que hay tanta
gente que se rozan los hombros y se pisan los talones, y podrá
sacar por sí la conclusión de si los ciudadanos chinos gozan de
libertad para participar en las actividades religiosas.
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