R: Es bien sabido que durante un
largo tiempo posterior a la fundación de la Nueva China, las
empresas estatales siempre constituían el pilar de su economía
nacional. Gracias principalmente al desarrollo de estas empresas,
China logró transformarse de un país semifeudal y semicolonial de
extrema pobreza y atraso en un país socialista dotado de un sistema
de economía nacional independiente y completo en lo fundamental.
Incluso en 1978, año del inicio de la reforma y la apertura, las
empresas estatales seguían generando el 77,6% del valor total de la
producción industrial, pero esta proporción ha venido bajando a
medida de la constante profundización de la reforma, sobre todo
debido a que el gobierno estimula el desarrollo de las empresas de
propiedad individual, colectiva y privada y de las empresas con
inversión foránea.
La rentabilidad económica no
envidiable de las empresas estatales es un fenómeno universal, no
exclusivo de China, y existe en todos los países. Desde la reforma
y la apertura, a causa del mercado y el sistema han empezado a
evidenciarse la falta de vigor de las empresas estatales y su
rentabilidad económica no deseable. Es verdad que estas empresas
ocupan muchos activos fijos y reciben muchos préstamos, pero
generan solamente un tercio del valor de la producción industrial.
Justo debido a ello, ya temprano a comienzos de la reforma y la
apertura China colocó la reforma de las empresas estatales en el
eslabón central de la reestructuración económica en su conjunto,
atribuyéndole suma importancia.
Esta reforma ponía la mira, antes
que nada, en la elevación de la eficiencia, y sus modos principales
eran reducir el poder de administración del gobierno sobre las
empresas, introducir el sistema de responsabilidad para la gestión
mediante contrata y el sistema de arrendamiento. A partir de los
1980, China empezó a ensayar el sistema accionario en las empresas
estatales. Pero debido a que la gran mayoría de éstas carecían del
concepto de la reforma del derecho de propiedad, no pocas compañías
por acciones eran fantasmas, de sólo nombre. En especial las
compañías cotizadas en bolsa constituidas por las mismas empresas
estatales sólo cambiaron de nombre, pero conservaron en su seno
básicamente el mecanismo propio de las empresas estatales. En
particular, ningún hacedor de decisiones o gestor asumía la
responsabilidad por la pérdida económica de la empresa resultante
de la pobre gestión y por la pérdida de activos estatales debido a
la deuda superior al patrimonio o debido al desatino de la toma de
decisiones en la inversión. Dado el caso, las empresas estatales no
pudieron mejorar radicalmente la gestión, y sus activos fallidos
continuaron en aumento.
En 1993 China fijó la implantación
del sistema empresarial moderno como orientación para la reforma de
las empresas estatales y estimuló al capital foráneo, el capital
del sector no público y otros capitales como el del personal
administrativo a participar en la administración y el desarrollo de
las empresas estatales, para transformar éstas en empresas de
propiedad mixta y diversificar los sujetos de la inversión, de
contrapeso mutuo. A juzgar por la práctica en la reforma del
sistema de derecho de propiedad de las empresas estatales, debido a
que había quienes responden de la pérdida de activos, las empresas
se mostraron muy prudentes en la gestión, la inversión y otras
decisiones importantes, de manera que la mayoría de ellas lograron
mejorar la gestión en distinto grado.
Al llegar el siglo XXI, aunque las
empresas estatales de China han disminuido en número, han mejorado
la calidad de los activos, han robustecido la capacidad competitiva
y han elevado la rentabilidad económica, de modo que el sector de
propiedad estatal continúa controlando las ramas y campos clave,
que son arterias vitales de la economía nacional, y ejerciendo el
papel predominante en el desarrollo económico. Según estadísticas,
si bien las empresas estatales y los holdings estatales
disminuyeron de los 238.000 en 1998 a 150.000 en 2003, sus
ganancias aumentaron de 21.400 millones de yuanes a 495.100
millones, sus activos netos se acrecentaron de 5,2 billones de
yuanes a 8,4 billones, y el rendimiento de los activos estatales se
elevó al 5,9%. Estas cifras advierten que las empresas estatales de
China dejaron atrás el periodo más difícil ya en los años 1998-2000
y están recuperando su vigor y pujanza.
Por supuesto, cualquier reforma paga
precio, y la de las empresas estatales no puede ser una excepción.
En un periodo anterior no lejano surgió el fenómeno de pérdida de
activos estatales en el proceso del cambio de sistema de estas
empresas y de la cesión del derecho de propiedad, lo cual se debió
precisamente a la no entrada de la reforma en su justo lugar.
En vista del carácter peculiar de
las empresas estatales de China, su reforma no tiene experiencias
de otros que sirvan de referencia, ni puede cumplirse de un golpe.
Hasta el momento, estas empresas solamente han formado un armazón
del sistema empresarial moderno en lo preliminar, todavía muy por
debajo de los requisitos de reglamentación, la reforma del sistema
de administración de activos estatales acaba de comenzar y algunas
contradicciones y problemas subyacentes aún no se han resuelto de
raíz. Por lo tanto, la reforma de las empresas estatales sigue
siendo la más importante y la más penosa para China y todavía se
encuentra en la etapa de solución crucial.
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