XI. SEGUIR INVARIABLEMENTE EL CAMINO DE DESARROLLO PACÍFICO
El mundo de hoy se encuentra en grandes cambios y reajustes. La paz y el desarrollo siguen siendo los temas principales de la época, y la búsqueda de la paz, la procura del desarrollo y el fomento de la cooperación han llegado a ser una corriente incontenible de nuestros tiempos. La multipolarización mundial se ha tornado irreversible, la globalización económica se desarrolla en profundidad, la revolución científica y tecnológica progresa con celeridad, la cooperación a nivel mundial y regional va en pleno ascenso, la interdependencia entre los países se ha acrecentado cada día más, y la correlación entre las distintas fuerzas en el plano internacional evoluciona en favor de la salvaguardia de la paz mundial, por lo que la situación internacional se presenta estable en términos generales.
Mientras tanto, el mundo sigue siendo muy intranquilo. Persisten el hegemonismo y la política de fuerza, suceden unos tras otros conflictos locales y problemas candentes, se agrava el desequilibrio económico a nivel global, se aumenta la disparidad entre el Sur y el Norte, y están entrelazadas las amenazas tradicionales y las no tradicionales a la seguridad, de modo que la paz y el desarrollo de nuestro planeta se enfrentan con numerosas dificultades y desafíos.
Compartir las oportunidades de desarrollo y hacer frente en común a los diversos retos en fomento de la noble causa de la paz y el desarrollo de la humanidad es algo que concierne a los intereses fundamentales de los pueblos de diversos países, y también constituye su anhelo común. Abogamos por que todos los pueblos, cogiéndose de la mano, se esfuercen en promover la construcción de un mundo armonioso de paz duradera y prosperidad común. A tal efecto, hay que atenerse a los propósitos y principios de la Carta de las Naciones Unidas, observar escrupulosamente el Derecho Internacional y las normas de relaciones internacionales universalmente reconocidas y resaltar en estas relaciones el espíritu de democracia, concordia, colaboración y ganancia compartida. En lo político, es preciso respetarse mutuamente y hacer consultas en pie de igualdad para impulsar en forma conjunta la democratización de las mismas relaciones; en lo económico, efectuar una cooperación y una complementación recíproca entre las respectivas ventajas para promover juntos la globalización económica rumbo al equilibrio, el beneficio generalizado y la ganancia compartida; en lo cultural, tomar entre sí lo ajeno como referencia, buscar terrenos comunes archivando las diferencias y respetar la diversidad del mundo, con miras a propulsar en forma conjunta el florecimiento y progreso de la civilización humana; en lo que respecta a la seguridad, confiar unos en otros, fortalecer la cooperación y persistir en resolver las disputas internacionales por vía pacífica en lugar de recurrir a medios bélicos, para salvaguardar mancomunadamente la paz y estabilidad del mundo, y en lo tocante a la protección del medio ambiente, ayudarse unos a otros e impulsarla con esfuerzos concertados, con el fin de cuidar de manera conjunta la Tierra, hogar del que depende la existencia de la humanidad. (Continúa)