En 1820, el Per�
se liber� de los tres siglos de r�gimen colonial espa�ol y proclam�
la independencia. Nacida de las llamas de guerra, la Rep�blica necesitaba
con urgencia un gran n�mero de trabajadores para reponerse de pie.
Hasta 1850, sin embargo, el Per� apenas ten�a una poblaci�n de dos
millones de habitantes en su territorio de m�s de un mill�n de kil�metros
cuadrados. El Gobierno quer�a atraer a emigrantes europeos, pero
�stos ped�an un precio muy elevado, por lo que volvi� la mirada
a China, pa�s de Asia.
El 17 de noviembre
de 1849, el Congreso aprob� la Ley de Inmigraci�n con el fin de
atraer emigrantes para desarrollar la agricultura. Dado que esta
ley pon�a el acento en los trabajadores chinos, los congresistas
de oposici�n la llamaban "ley de chinos". La ley promet�a dar del
tesoro nacional un "premio" de 300 pesos por cada emigrante a quienquiera
que introdujera de una vez 50 emigrantes de 10 a 50 a�os de edad.
En octubre de
1849, nueve a�os despu�s del estallido de la Guerra del Opio, el
primer grupo de 75 "cul�s chinos bajo contrata" a bordo del barco
dan�s Federico Guillermo lleg� tras una dif�cil navegaci�n
de 120 d�as al puerto de Callao, el Per�, en la costa del Pac�fico
Este, levantando as� el tel�n de la inmigraci�n china en el pa�s.
Los 25 a�os subsiguientes fueron el pico de esta inmigraci�n y vieron
arribar a 100.000 trabajadores chinos a trav�s del Pac�fico.
De los primeros
grupos de chinos llegados al Per�, casi todos fueron reclutados
en las zonas costeras de la provincia china de Guangdong. Estos
campesinos, llevados primero a Hong Kong (m�s tarde en esta ciudad
se prohibi� la transacci�n de trabajadores chinos) o Macao, eran
obligados a vivir hacinados en habitaciones sucias, en espera de
"compradores" extranjeros. Una vez que un cul� fuera escogido por
el "comprador", se firmaba un contrato, al principio de cinco a�os
y despu�s de ocho a�os, pero el cual muchas veces no se cumpl�a
o se prolongaba sin justificaci�n. Estos contrato eran como una
especie de autoventa, de modo que el cul� se convert�a en propiedad
del "comprador" y era revendido en el plazo de contrato no se sabe
cu�ntas veces.
Los barcos part�an
de Macao y el viaje duraba hasta cuatro meses largos. La higiene
era muy pobre, el tiempo cambiaba constantemente, y la comida se
limitaba a un poco de arroz y carne salada pero sin frutas ni verduras.
Mientras por la mala nutrici�n cund�an las enfermedades contagiosas,
los chinos enfermos no ten�an atenci�n m�dica y muchos muertos eran
arrojados al mar. Agobiados por la nostalgia de su propia tierra
y no pudiendo soportar la vejaci�n de los due�os de barco, algunos
se alzaron en motines que estremecieron a China y el mundo. En 1874,
el Ministro peruano del Exterior Ag�ero reconoci� en un memor�ndum
entregado al parlamento que el comercio de cul�s entre Macao y Callao
era salvaje y era una afrenta a China.
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