los
Tajik
Los
Tajik que viven en el territorio chino, cuya población alcanza
a unos 30 mil habitantes, se concentran principalmente en el Distrito
Autónomo de Tashicurcan y de otros varios distritos vecinos,
todos en el suroeste de Xinjiang y en la meseta de Pamir.
Los Tajik, cuyos antecesores
eran una tribu de Asia Central, aseguran que el nombre de su etnia
significa "los que llevan corona" . Dicen que en la antiguedad
remota, el héroe Rustamu, después de vencer inumerables
y feroces enimigos y de sufrir innumerables dificultades, fundó
un reino de vasto territorio y proclamó rey ciñiéndose
una corona brillante. La gente, al verlo coronado de ese modo, también
empezó a llevar sombreros que semejaban una corona. Con ello,
querían mostrar que eran los súbditos felices de un
rey justo. Así la gente de otras tribus empezaron a llamarlos
"Tajik", en alusión al sombrero que llevaban y
que llevan hasta hoy día.
Los Tajik construyen
sus casas utilizando madera y piedra. Las edificaciones suelen ser
de forma cuadrada y con un techo plano, en cuyo centro hay una claraboya.
Como en el invierno el viento frío que viene del noroeste
trae con frecuncia tormentas de nieve, las casas son bajas y tienen
su puerta orientada hacia el este. Y en el verano, al irse a pastar
en las montañas, los Tajik montan, cerca de la pradera, casas
de adobe o de fieltro.
Entre los Tajik hay
una costumbre tradicional, según la cual los hijos no puede
salir de la casa para vivir sólos si el padre aún
vive. No respetar esta tradición significa ser objeto de
reproches de la comunidad. Así, muchas familias albergan
bajo un mismo techo a los miembros de 3 o 4 generaciones, lo que
lógicamente determina que una familia sea siempre numerosa.
Según estadísticas, en 1990, cada familia Tajik tenia
como promedio 6.2 personas; y un tercio de ellas contaba con 8 o
aún más. Ambas cifras son las más altas entre
las etnias de Xinjiang.
La región donde
viven los Tajik tiene la reputación de ser un " lugar
donde jamas se pierden las cosas", pues la gente, habitualmente
laboriosa y de un alto nivel moral, tiene por norma no aceptor ni
adquirir ninguna cosa de origen dudoso. Lógicamente, el robo
no existe. Así los pastores Tajik, en vez de asegurar su
casa con puertas y candados, utilizan simplemente una cortina de
fieltro, y nunca se preocupan por la posible pérdida de sus
bienes. Si alguien de la comunidad Tajik encuentra algo que no es
suyo en el camino, no la recoge y se la lleva sino que la pone en
un lugar visible y la rodea de piedras, de modo que el dueño,
si pasa por allí, al volver, la puede encontrar fácilmente.
Una anécdota simple puede ilustrar esto: una vez, un pintor
perdió un lápiz en el camino, y un pastor Tajik, después
de esperar más de 4 horas, se lo devolvió.
Los Tajik, a diferencia
de las otras etnias chinas, utilizan el beso como saludo. Pero no
lo hacen de cualquier modo, sino de acuerdo con reglas estrictas.
Generalmente, las mujeres se abrazan y se besan en la cara; los
hombres de la misma generación se toman las manos y besan
el reverso; y los de la generación inferior, al saludar a
los mayores, sólo pueden besarles la palma de su mano, y
éstos, pueden besar el rostro de aquellos, con la excepción
del caso de la hija ya casada y de la nuera.
Los Tajik suelen casarse
entre los propios miembros de la étnia. Los jóvenes
tienen un modo peculiar de expresar su amor. Por ejemplo, cuando
un joven le declara su amor a una muchacha, ella, por lo general,
no le da una respuesta clara. El sabrá que ella ha aceptado
sus requerimientos cuando, al poco tiempo, la muchacha le envía
un portamonedas hecho por ella misma con especial esmero. Per aún
el asunto no está del todo definido, pues dentro del portamonedas
debe haber un fósforo quemado, que quiere decir algo así
como "Acepto, pues el fuego del amor me ha quemado el corazón".
No bien comprueba ésto, el joven pone una almendra en una
bolsa de tela amarilla y lo envía a la chica. Ella significa
"oh, mi amada, mi corazón es completamente tuyo."
A veces, en vez de la almendra, suelen poner varias piedras pequeñas,
que quieren decir: "mi amor hacia ti es tan firme como la piedra."
Y a veces, utilizan también el fósforo quemado. Por
otro lado, en otra ocasión, en la competición de "agarrar
al vuelo la oveja", juego tradicional de los Tajik en que los
jóvenes jinetes contienden por una oveja muerta, el ganador,
después de dar una vuelta por la cancha con la oveja que
ha logrado levantar del suelo, busca entre la muchedumbre de espectadores
a la muchacha de quien está enamorado y le arroja la oveja.
Es también un requerimiento amoroso. Si la chica acepta,
le da su pañuelo a una mujer mayor que está a su lado
y le pide que lo ponga en la cabeza del caballo del muchacho. Después
de todo esto, los padres del muchacho ya pueden invitar a los ancianos
prestigiosos de la aldea para ir a la casa de la muchacha a pedir
su mano.
Para los Tajik, el águila
es símbolo de valentía, justicia, fidelidad y pureza,
por eso en muchas facetas de su vida se ve el pérfil del
águila. Su baile tradicional se llama "Baile del Águila",
y casi todos los movimientos imitan los del animal. También
es digno de notar que el instrumento musical más típico
de los Tajik es la flauta de hueso de águila. Sobre su origen
hay un cuento: se dice que antes, en un valle de la meseta de Pamir
vivían un cazador tajik y un águila cazadora que a
pesar de tener más de cien años de edad, era tan fuerte
que podía matar al oso más feroz. Un terrateniente
codicioso quiso llevarse el águila y amenazó al cazador
que si no se lo daba por las buenas, los matarían a los dos.
El cazador decidió no separarse jamás del águila
y se dispuso a resistir hasta la muerte. De repente, el águila
empezó a hablar, "Amigo, le decía, no pienses
en enfrentar cara a cara al terrateniente, pues él tiene
muchos lacayos. Ya que de todas maneras algún día
tengo que morir, por qué no ahora mismo. Así que te
pido una cosa: haz una flauta con el hueso de mis alas, y cuando
mañana venga el terrateniente, ponte a tocar. Justo en ese
instante, yo volveré." Al decir esto, el águila
se lanzó contra el muro y murió. El cazador, muy triste,
hizo lo que le dijo y al día siguiente, cuando el terrateniente
y sus lacayos llegaron, el cazador tocó la flauta y en forma
milagrosa, llegaron volando innumerables águilas del cielo
y empezaron a picotear los ojos de los malvados. Una rato después,
todos ellos estaban muertos. Desde ese momento, la flauta hecha
con el hueso del águila se convirtió en un instrumento
musical favorito de los Tajik.
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