los
Qiang
Penetrar
en la zona de los Qiang, que viven principalmente en la provincia
de Sichuan, significa toparse, de buenas a primeras, por todas partes,
con puentes sostenidos por cables de bambú en que se puede
apreciar la sabiduría de sus antepasados de los Qiang. Esos
puentes tienen por lo menos una antigüedad de 1,400 años.
En su estructura hay elementos que constituyen una gran contribución
a la construcción de puentes en el mundo. Una leyenda explica
el origen de esas singulares construcciones. En los tiempos antiguos,
un joven llamado Qiangshi, después de cortar mucha leña,
se quedó dormido sobre una piedra y soñó que
un anciano con barba blanca le decía:
----Alla, lejos, hay
una montaña blanca en la que se yergue un bambú blanco.
Recoge sus semillas, siémbralas y cuando crezcan, confecciona
cables con sus cañas. Eso les permitirá conectarse
con los que viven a otro lado del lago.
Camino a la montaña
el chico salvó a un dragoncito blanco cuando un dragón
negro lo iba a devorar. Para dar gracias al joven, el dragoncito
le obsequió una perla blanca y le dijo:
----Cuando te encuentres
con alguna dificultad, esta perla te ayudará siempre que
digas tres veces mi nombre.
Con la bolita preciosa,
Qiangshi venció numerosas dificultades y al final extendió
el primer puente con los habitantes de su pueblo.
Como los Lhoba, los
Qiang también rinden culto a la naturaleza, sobre todo a
las piedras blancas, por eso las ponen por todas partes en calidad
de ofrenda. En algunas aldeas, suelen elegir el 9 del primer o del
noveno mes lunar como fecha de buena suerte para construir pagodas
blancas en la cumbre de las cuales ponen 5 piedras blancas que representan
5 dioses. Todas las mañanas, los aldeanos se arrodillan ante
las pagodas y rezan por la buena suerte. En sus fiestas o cualquier
celebración, suelen plantar una rama de abeto en las pagodas
y atan con hilos de lana cintas de papel de distintos colores en
las ramitas. Cuando flamean las cintas coloridas al viento se aumenta
la atmósfera de fiesta. La costumbre de colocar una piedra
blanca en la vivienda el primer día del primer mes lunar
tiene por objetivo invocar la riqueza.
Muchas emocionantes
leyendas explican el origen del culto a las piedras blancas. He
aquí una de las más conocidas.
----Hace muchísimos
años, los antepasados de los Qiang, huyendo de las guerras,
se trasladaron al curso superior del río Min donde sufrían
siempre de hostigamientos por los que se habían establecido
allí hace tiempo, por eso tuvieron que luchar contra ellos
constantemente. Por suerte, ayudados por el Dios del cielo Mupita
y empleando piedras blancas como armas lograron vencer matando a
muchos de sus enemigos. Posteriormente decidieron pagar el favor
del Dios, haciéndole ofrendas de piedras blancas que, con
el tiempo, se ha convertido en el símbolo del Dios Mupita.
Un instrumento musical
tradicional de esta etnia es la flauta. Según las leyendas,
la flauta apareció entre los Qiang en época de las
remotas dinastías Qing y Han hace más de 2.200 años,
y de modo que en la dinastía Tang en el siglo 7, ya era tan
popular que, incluso aparece citada en un poema del famoso poeta
Wang Zhihuan, de la misma dinastía. Al principio estaba hecha
de hueso de pata de ciertos pájaros o de corderos y servia
tanto como instrumento musical, como de cabo de latigo de arrear
caballos. Antes de la dinastia Han de Oeste, la flauta sólo
contaba con 4 agujeros. Y en el siglo I a.n.e, aumentó a
5. Hoy en día las flautas de la etnia Qiang cuentan con dos
tubos hechos de bambú, con este tipo de instrumento de viento
pueden modular variadas escalas.
Otro elemento indesligable
de la cultura de los Qiang es toda clase de canciones que cantan
los Qiang en distintas situaciones. Por ejemplo, hay melodías
para apacentar las vacas, para los labores de cosecha, para cortar
leña y, naturalmente, para las fiestas y también para
los funerales. Cuando mueren los padres los hijos envían
a una persona a que les anuncie la muerte de los muertos al tío
del padre y al suyo propio y les regale pañuelos de luto
a sus parientes menores. Ellos van con ofrendas y se echan a llorar
al entrar en la casa, como un acto de homenaje al muerto. Al mismo
tiempo los hijos cuyos padres han fallecido, queman papel recortado
en forma de billetes mientras gimen a su lado. De acuerdo con la
tradición, la gente de mediana edad y los ancianos cantan
una canción especial que, con el llanto y con el estallido
de petardos, forman una atmósfera triste.
Al atardecer llegan
los tíos. Toda la familia, dirigida por Zhi Keshi, el que
preside el rito funebre, arrodillada al lado de la puerta, los reciben
ofreciendo una comida exquisita. Luego, los tíos se sientan
para escuchar a los hijos darles referencia sobre la enfermedad
que padecían los muertos y sobre como han preparado los funerales.
Más tarde apagan todas las luces y encienden las antorchas,
pues los tíos quieren examinar a los cadaveres. Después
de ésto, los amortajan y, seguros de que los hijos han cumplido
con los deberes filiales y de que los muertos ya no pueden resucitar,
ordenan cerrar el ataud.
El día siguiente
por la noche los jóvenes velan y los demás interpretan
una danza titulada Guozhuang que expresa el dinamismo y vitalidad
de esta etnia con pasos enérgicos y variados y garbosos movimientos.
Antes, la cremación
era la manera como se resolvía el problema de los restos
mortales de la gente; después, en el siglo XVII se introdujo
la modalidad del entierro en la sepultura. Si el muerto había
nacido en el año de mono, en el rito no debían estar
presentes los del año de la serpiente ni del dragón,
que son amigos del mono; en cambio, va los del año del tigre,
su enemigo, se les pedía dar tres puntapies al feretro y
gritar:
----Ya estás
muerto, no tienes por qué quedarte en la casa. No te preocupes,
pues tus descendientes te encenderán varillos de incienso
y te harán ofrendas.
Con esto termina el
funeral. Algunas familias ponen en la tumba una lampara al llegar
el primer año nuevo del calendario lunar.
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