los Kirkiz


Los Kirkiz es una etnia antigua. Sobre la significación del término Kirkiz hay más de 10 versiones. Una de ellas asegura que "kir" significa "cuarenta", y "kiz", "muchacha". Según ésto, quienes dieron origen a la etnia serían 40 muchachas. Hay otra que sostiene que "kirkiz" quiere decir "pastores nómadas de la montaña" La afirmación parece estar confirmada en el argumento de "Maez", famoso epopeya de los Kirkiz.

La población de los Kirkiz era, hasta el año 1994, de unos 156 mil habitantes, la mayoría de la cual se halla repartida en la Perfectura Autónoma de Kezilesu, extremo oeste de China, y en la región alrededor de Ihri, suroeste de Xinjiang.

Resulta muy fácil distinguir a un habitante kirkiz por su modo de vestir. Suelen llevar un sombrero blanco hecho de lana, con las alas ribeteadas de negro y vueltas hacia arriba.

Los Kirkiz son creyentes del islamismo y, por tanto, tienen idénticas costumbres a las de otras etnias musulmanes; sin embargo, mantienen tradiciones muy peculiares. Un ejemplo típico son las distintas celebraciones de los hechos más significativos de la vida de una persona. Cuando nace un niño, se cuelga en la puerta un pedazo de tela roja, que además de ser un señal de advertencia para impedir que entren los desconocidos, también sirve, según se cree, para ahuyentar los malos espíritus. Si el bebé es varón, se cuelgan además una flecha o un cuadro con figura de dragón volando, que no es otra cosa que la expresión del deseo de que se convierta en un hombre valiente; si es mujer, el cuadro tendrá la figura de un pájaro volando hecho de tela roja y con una pluma arriba, que significa que, cuando la recién nacida llegue a ser una muchacha, podrá volar a un buen lugar para establecer una familia feliz.

Tres días después del nacimiento del niño, se organiza la ceremonia para darle nombre. Es un acto que se cine estrictamente a las normas tradicionales: primero se hace una lista de decenas nombres que luego son leídos uno por uno y en voz alta ante el público, mientras se va golpeando un pedernal. Luego, hay un momento en que se enciende el fuego en forma sorpresiva, de modo que el nombre del niño será justamente el que haya sido pronunciado simultaneamente con el encendido del fuego. Una vez cumplido este rito, se ofrece a todos los presentes una comida especial hecha con azufaifa de Tunez, harina, Qingke, mantequilla, pedacitos de carne. Todo ésto es el simbolo de que tanto los animales que se desplazan en las montañas como las plantas que crecen en la tierra y las frutas de los árboles, le pertenecen al recién nacido.

La "etnia que va sobre el caballo". Tal es el nombre con que se les conoce también a los Kirkiz, por su cotidiano apego a este animal en todas las actividades. Su vínculo con el animal es tan grande, que , incluso, las primeras dos palabras que aprenden los bebés son "padre" y "caballo". Generalmente, los niños empiezan a aprender a conducir el caballo a los 5 años de edad; y cuando montan por primera vez, sus padres le organizan una ceremonia especial. Entre otras cosas, alistan para su hijo un potrillo de 2 o 3 años de edad, montura y fuste nuevos. Esa día, el potro aparece adornado con flores de tela roja y otros ornamentos en las orejas, en el cuello y en la cola. El padre le ayuda al niño a montar en el potro, y lo lleva a dar una vuelta. Luego, le deja al niño las riendas a fin de que conduzca él sólo al potro dando 7 vueltas, acompañado por 7 niños que ya han pasado por la experiencia de esta ceremonia. Los invitados contemplan todo esto de lejos, y el niño los saluda inclinándose. Después, el padre anuncia públicamente que le ha regalado al niño el potro y los arreos y reparte regalos a los 7 niños acompanantes. Por su parte, los huéspedes también dan al niño diferentes tipos de presentes y le expresan su deseo de que llegara a ser pronto un jinete sobresaliente.

Hay dos juegos muy populare entre los Kirkiz. El primero consiste en poner un lingote de plata en un hoyo abierto en la pradera, para que los jinetes participantes en el juego, que parten a todo galope desde distancia de 100 metros, lo cojan de alli, sin disminuir la velocidad. Si lo hacen, quedan automáticamente descalificados. En el otro juego también se utiliza un lingote de plata pendiente de una cuerda en la rama de un árbol o en el travesano de un cuadrilatero de madera especialmente instalado en un lugar. A determinada distancia se traza una línea, los participantes corren a todo galope y al llegar a la línea, disparan la flecha. Quien rompe la cuerda, gana. Estos dos juegos son verdaderas pruebas para los jóvenes jinetes.

La danza de caballo de madera de los Kirkiz cuenta con una larga historia. Data probablemente de la época de la dinastía Tang, es decir, del siglo VII. Generalmente se baila en las noches de luna llena. En la pradera ilimitada, los espectadores forman un círculo y los bailarines bailan en el centro, cada cual con un palo de metro y medio de longitud, en uno de cuyos extremos se ha hecho una cabeza de caballo con ramas de árbol y alambre, todo cubierto con una tela roja o de otros colores. El palo lleva, además, decoraciones de borlas, campanillas, bocados de freno y riendas. La parte central del palo que corresponde al cuerpo del caballo está envuelta en un gran pedazo de fieltro rojo. Finalmente, en el remate del palo, se ata el rabo del caballo que no es más que una tela negra aunque, a veces, se pone un rabo real. Al bailar, el bailarín toma la rienda con la mano izquierda y con la derecha, el látigo. Los movimientos que hace son los mismos que realiza un hábil jinete. Un buen bailarín es capaz de reproducir, en forma viva, el carácter de caballos diferentes.