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spanish.china.org.cn | 29. 12. 2025 | Editor:Teresa Zheng [A A A]

Con un mayor gasto en defensa, aparece raudo el «neomilitarismo» japonés

Palabras clave: Japón, neomilitarismo
Spanish.china.org.cn | 29. 12. 2025

El viernes, el gabinete japonés aprobó el presupuesto de defensa para el año fiscal 2026, un total de 9,0353 billones de yenes (57 800 millones de dólares), batiendo una vez más récords históricos y contabilizando el decimocuarto año consecutivo de aumentos. Los 9 billones de yenes son solo el monto inicial; a finales de 2025, con los gastos afines y fondos suplementarios, el total sumará unos 11 billones de yenes, esto es el 2 % de su PIB. Un presupuesto de defensa sin precedentes no es un fenómeno aislado, sino más bien una manifestación de la serie de acciones militares agresivas del país en los últimos años. Una pregunta ineludible surge: ¿Japón se encamina hacia el «neomilitarismo»?

Este combativo presupuesto es un «alerta» para el pacifismo de posguerra de Japón. Significa que revoca sistemáticamente su principio de «defensa exclusiva», vulnera las restricciones del artículo 9 de la «constitución pacifista» y acelera su transformación en una «nación con capacidad bélica». Recientemente, Japón ha presionado para un mayor gasto en defensa con respecto al PIB. Una característica principal de su estructura presupuestaria es su naturaleza altamente ofensiva, ya que los recursos recién añadidos se vinculan con el ataque de largo alcance, el fortalecimiento del poder naval y aéreo, los sistemas de combate no tripulados y despliegues avanzados en las islas del suroeste. Esto demuestra claramente ya no solo un mayor gasto militar, sino un salto integral en el «nivel de calidad» de su poderío militar.

Durante mucho tiempo, «defensa exclusiva» aludía al uso de la fuerza solo frente a un ataque y limitado al mínimo necesario. Sin embargo, en los últimos años, Japón ha fomentado sin descanso la denominada «capacidad de contraataque», que supone esencialmente un giro estratégico, pasando de la defensa pasiva a la disuasión activa, e incluso ofrece capacidad y apoyo institucional a incursiones preventivas. Cuando se disponen de misiles capaces de llegar a lo más profundo de los países vecinos y fuerzas militares en las islas del suroeste, cerca de Taiwán, la naturaleza de las Fuerzas de Autodefensa de Japón registra un cambio fundamental. Esto no es solo un resurgimiento de la intervención militar, sino también un paso crucial hacia convertirse en una potencia militar capaz de operaciones y ataques de largo alcance.

Es especialmente preocupante la rápida expansión de su ambición en los ámbitos espacial y cibernético. En el presupuesto, el país incrementa su inversión en el espacio. Anteriormente, Japón presumía de avances en su tecnología de interferencia de satélites, así tiene previsto reorganizar la Fuerza Aérea de Autodefensa en la «Fuerza Aérea y Espacial de Autodefensa», e incluso propone el sorprendente plan de construir un portaaviones espacial. Esta medida no solo amenaza la seguridad de los activos espaciales de otros países, sino que también desencadena una nueva ronda de carrera armamentística espacial. Como país derrotado en la Segunda Guerra Mundial, Japón se impuso trabas explícitas en desarrollo militar en virtud del orden de la posguerra, y se suponía que su investigación y desarrollo en tecnología militar estaría constreñido. No obstante, en la actualidad, avanza de manera imprudente en algunas de las zonas fronterizas estratégicas más sensibles, lo que supone una peligrosa prueba para las líneas rojas de seguridad de la comunidad internacional.

Esta precipitada competición en el campo es una doble violación de los compromisos históricos de la posguerra y del orden jurídico establecido. Documentos, como la Proclamación de Potsdam, exigían claramente la erradicación del militarismo japonés, mientras que en el artículo 9 de la «constitución pacifista», Japón renunciaba legalmente a su derecho de participar en conflictos o de recurrir a la fuerza militar para resolverlos.

Sin embargo, su gasto en defensa ha crecido año tras año, el despliegue de armas ofensivas continúa e incluso se busca la capacidad de atacar el territorio de otros países y controlar áreas limítrofes estratégicas, lo que ha vaciado progresivamente de contenido sus compromisos de paz. Un país que nunca ha reflexionado plenamente sobre su pasado y que sigue incumpliendo sus promesas en la política actual plantea la interrogante: ¿y su credibilidad internacional? Un Japón que crea constantemente ansiedad en materia de seguridad, la explota para agrandar su armamento y fomenta la confrontación geopolítica da lugar a otra pregunta: ¿qué es lo que pretende conseguir exactamente?

Hay que reconocer que el giro radical en la política de defensa de Japón no es una medida impulsiva, sino el resultado de una planificación cuidadosa y un triunfo gradual por parte de sus fuerzas de derecha. Al favorecer una y otra vez narrativas de crisis como la «amenaza china», exageran la sensación de «amenaza a la supervivencia», alimentando el temor por la seguridad en el país y dan la vuelta a la tortilla a nivel internacional, demonizando a los países vecinos. Esta lógica se asemeja mucho a la retórica utilizada por los militaristas japoneses durante su avance antes de la Segunda Guerra Mundial.

La historia es el mejor libro de texto y llamada de atención. Las guerras de agresión iniciadas por el militarismo japonés causaron un profundo sufrimiento a los pueblos de Asia y, en última instancia, se volvieron contra él mismo.

Hoy en día, sus gobernantes continúan por la senda de la militarización excesiva y el abandono de sus compromisos. Las decisiones que tomen no solo afectan su propio futuro, sino también la paz y la estabilidad en Asia Oriental. ¿Retrocederá Japón del abismo y volverá al camino del desarrollo pacífico, o persistirá y desafiará el orden regional? Esta pregunta requiere una respuesta correcta.