| spanish.china.org.cn | 29. 12. 2025 | Editor:Eva Yu | ![]() |
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El diálogo es la vía idónea para revertir la encrucijada por los aranceles entre China y México
Por Jorge Fernández
Ambos países cuentan, gracias a su excelente relación, con mecanismos para llevar a buen término cualquier asimetría en sus vinculaciones comerciales.
Es y será una incongruencia hacer a los demás aquello que no nos gusta que nos hagan. Estados Unidos, al imponer aranceles de forma arbitraria y unilateral, desencadenó un efecto lesivo en los intercambios comerciales internacionales. El hecho, además de desequilibrar el flujo regular de bienes, desencadenó un efecto dominó que está lacerando el derecho y las reglas comerciales. Ahora, los países están adoptando la execrable práctica de replicar justo aquello que la Unión Americana les hace, de forma dictatorial y punitiva, con terceros países. Duele ver cómo México ha entrado en esta dinámica con China, puesto que ambos países, a lo largo de los años, no han dejado de fortalecer sus mecanismos de diálogo y comunicación. Pero en la era Trump, México desestima los mecanismos de diálogo y consulta construidos conjuntamente con China, y la trata exactamente del modo en que le enerva e indigna que Estados Unidos lo trate en su relación bilateral.
Las acciones de Trump, que no son más que los principios de la doctrina Monroe llevados al paroxismo de la impunidad, han sumido a México en una posición que hiere su relación con China. ¿Cómo es posible que México desestime el uso de la palabra con su segundo socio comercial? Las reglas que Trump ha definido para el mundo han creado escenarios incómodos — aunque no por ello imposible de ser reconfigurados en beneficio de las partes—. Tanto México como China son víctimas de esta vorágine, y sin duda cada uno de ellos tiene argumentos de peso para demostrar cómo las nuevas reglas están mellando sus intereses. Pero el escenario que salta a la vista, a ojos del ciudadano común, es cómo México y China han sido arrastrados, por culpa de terceros, a un círculo disfuncional para la relación. Por un lado, México elevando de forma unilateral los aranceles a productos chinos; y por otro lado, China reclamando a través de distintos canales que se corrijan estas acciones. Véase por donde se vea: ambos países se están presionando por culpa de Estados Unidos.
México asegura que las medidas se adoptan en respuesta a una tendencia y que, de no detenerse, miles de trabajadores en 2026 terminarán en paro. Si bien no hay razón para dudar de esta preocupación, lo cierto es que las medidas de México coinciden con golpes asestados contra China por la administración de Donald Trump. Sea coincidencia o no, un hecho irrefutable es que la relación bilateral entre China y México lleva décadas operando en beneficio de ambas partes —o simplemente sería imposible para China figurar hasta el día de hoy como el segundo socio comercial de México. Si hay desequilibrios que generan insatisfacción en la parte mexicana, incluidos los empleos, ¿por qué no se han abordado con sumo cuidado a través de los canales de negociación? Pareciera que los problemas se hicieron visibles solo hasta que Trump asumió el poder. Sin embargo, dado lo intrínseco de los intercambios, la realidad es que México ha tenido muchos años, incluso antes del primer periodo de Donald Trump, para tratar con China cualquier asunto asimétrico existente en sus vinculaciones. ¿Por qué México decidió ejercer medidas unilaterales de forma tan abrupta hasta ahora? Pareciera que fue solo hasta que Estados Unidos empezó a aplicar tarifas arancelarias punitivas contra México que su dirigencia se percató que tenía problemas generados por sus importaciones desde China.
La relación entre China y México cuenta con herramientas consolidadas que permiten abordar temas de distinta índole. Desde 2003, los dos países acordaron elevar su relación a Asociación Estratégica. Al poco tiempo, con el propósito de ofrecer instrumentos para estructurar mejor su asociación, crearon en 2004 la Comisión Binacional Permanente entre gobiernos. Entre los espacios que los dos países han establecido para el diálogo están el Mecanismo de Consultas Políticas Bilaterales, el Mecanismo de Consultas Bilaterales sobre Temas Multilaterales y el Foro de Diálogo Parlamentario México-China. En 2013, México y China suscribieron la Declaración Conjunta México-China y elevaron la relación a Asociación Estratégica Integral. Con esta decisión, los dirigentes de los dos Estados edificaron un marco sólido para entablar diálogos que ofrecieran certeza a la relación bilateral, incluidos los temas económicos.
Pero ninguno de estos canales sirvió —de haberse usado a plenitud— para impedir la imposición del 50 por ciento de aranceles a productos chinos. México, a través de su congreso, autorizó la medida en una acción que China, por coherencia con su proceder diplomático y comercial, siempre ha condenado: el unilateralismo y el proteccionismo. China parte del principio — omnipresente en sus relaciones internacionales— de que todo problema tiene solución con base en las consultas y las negociaciones. Sorprende, consecuentemente, que México haya procedido con tal premura, puesto que ambos países han construido, gracias a su excelente relación, mecanismos para el diálogo y la consulta. Pero, ante tan lamentable omisión, el hecho desencadena acciones que se tomarán en reciprocidad a la medida inicial. El resultado será una espiral de sanciones recíprocas que no solo dañarán la confianza entre los socios sino que también lacerarán los intereses de todas las partes involucradas.
Duele escuchar que México ha entrado en desavenencias con su segundo socio comercial, y más aún, lastima saber que todos los canales construidos desde 2003 no se aprovecharon para entablar un diálogo fructífero que impidiera este desenlace. México y China han tenido, desde el establecimiento de relaciones diplomáticas, un acercamiento constante en todos los ámbitos. Por ello, ante tan drástico cambio, es necesario recordarle al Gobierno de México que esos mismos canales que él contribuyó a construir son los únicos que pueden impedir que la relación bilateral entre en atolladeros de difícil solución. Si México es objeto de coerción por parte de terceros, China condena con firmeza cualquier acto injerencista, más si se trata de un socio tan cercano como México. Y si México considera que tiene asimetrías en su comercio con China, entonces ambos países cuentan con sólidos canales para abordar cualquier tema con base en el diálogo y la negociación.
El autor es doctor en historia, experto en relaciones internacionales y asuntos contemporáneos de China, con amplia trayectoria como periodista y analista político.














