| spanish.china.org.cn | 12. 12. 2025 | Editor:Eva Yu | ![]() |
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China y América Latina en 2025: avances en la construcción de una comunidad de futuro compartido de la humanidad
Por Jorge Contreras
Las relaciones entre China y América Latina han dado en 2025 un paso firme en la dirección de la cohesión, la igualdad y la multipolaridad. Este espíritu encontró una de sus expresiones más claras en la IV Reunión Ministerial del Foro China-CELAC, celebrada en Beijing el pasado mes de mayo, y en la que participaron jefes de Estado y cancilleres de todo el continente. En ella, el presidente chino Xi Jinping anunció una nueva etapa de cooperación centrada en cinco proyectos: Unidad, Paz, Desarrollo, Civilización y Conexión entre los Pueblos. Los países latinoamericanos, por su parte, reiteraron su adhesión al principio de una sola China y subrayaron la voluntad conjunta de seguir profundizando la colaboración en comercio, infraestructura, innovación tecnológica y energías limpias.
Durante la Reunión, la adhesión de Colombia a la Iniciativa de la Franja y la Ruta se convirtió en un símbolo potente de la voluntad regional de avanzar hacia un paradigma de apertura, respeto y beneficio mutuo. El acto de firma del plan de cooperación bilateral fue encabezado por los presidentes Xi Jinping y Gustavo Petro, y marcó el ingreso formal de Colombia a esta iniciativa emblemática, que ya integra a más de 20 países de América Latina y el Caribe. Para Bogotá, el acuerdo representa una oportunidad histórica para impulsar la inversión extranjera, diversificar sus exportaciones y construir nuevas alianzas en condiciones de soberanía. Para China, se trata de fortalecer su compromiso con la cooperación Sur-Sur, ampliando los espacios de diálogo con América Latina bajo el principio de equidad. Con hechos como este, China y América Latina afirman una vez más su compromiso con el multilateralismo, la paz y la solidaridad, precisamente cuando el escenario internacional se ve sacudido por crisis de gobernanza, conflictos persistentes y fragmentación comercial.
En este escenario de cooperación, el entonces presidente de Bolivia, Luis Arce, sostuvo en agosto una reunión de alto nivel con autoridades chinas en Sucre. El resultado: un paquete de apoyo no reembolsable por 100 millones de yuanes y 500.000 dólares, para impulsar el Corredor Ferroviario Bioceánico Central, una iniciativa estratégica que busca conectar el océano Atlántico y el océano Pacífico mediante una red de ferrocarriles que se extenderá desde Brasil a Perú a través de Bolivia.
En Perú, el megapuerto de Chancay (inaugurado a fines de 2024 y desarrollado por empresas chinas) comenzó a operar plenamente en 2025. Con su entrada en funcionamiento, el transporte marítimo entre América del Sur y Asia se redujo en tiempos y costos, fortaleciendo el flujo comercial entre regiones distantes pero cada vez más conectadas.
No menos significativa ha sido la evolución de los intercambios académicos y culturales. En 2025, jóvenes de Honduras, México y otros países de la región recibieron becas completas del gobierno chino para cursar estudios de posgrado en universidades del país asiático. Solo en México, 18 jóvenes fueron seleccionados para maestrías y doctorados en campos tan diversos como la medicina tradicional china, el comercio internacional y el desarrollo sostenible. En Honduras, la firma de un memorando educativo y la apertura del primer Instituto Confucio en Tegucigalpa abrieron nuevos canales de cooperación en formación profesional y enseñanza del idioma. Estas iniciativas, que se inscriben en un programa de más de 3.500 becas ofrecidas por China a la región para los próximos tres años, consolidan la base social de una relación que trasciende lo gubernamental.
Mientras tanto, las relaciones comerciales siguen creciendo. Con un volumen superior a los 500.000 millones de dólares en 2024, el intercambio entre China y América Latina mantuvo su dinamismo en 2025. China se consolidó como el primer o segundo socio comercial para gran parte de la región, importando volúmenes récord de cerezas, uvas, camarones y flores latinoamericanas. A su vez, países como Argentina y Brasil experimentaron un notable aumento en la importación de bienes industriales y tecnológicos desde China, reflejo de una integración comercial cada vez más profunda.
Los ejemplos abundan y la dirección es clara. China y América Latina se encuentran caminando, paso a paso, hacia un nuevo modelo de relaciones internacionales basado en el respeto, la equidad y la cooperación. Lejos de las imposiciones hegemónicas y del juego de suma cero, ambas regiones apuestan por un mundo en el que todos ganen. Y lo hacen desde el Sur Global, no como víctimas de la historia, sino como actores responsables de su transformación. Los logros de 2025 no son fruto del azar, sino el resultado de una visión sostenida: la de una comunidad de futuro compartido de la humanidad, en la que las diferencias se vuelven puentes y los desafíos, oportunidades.














