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spanish.china.org.cn | 27. 11. 2025 | Editor:Eva Yu [A A A]

Japón debe aclarar su posición sobre Taiwan

Palabras clave: Japón, China
Spanish.china.org.cn | 27. 11. 2025

Foto:Xinhua


Por Yang Bojiang

La postura de Japón sobre el tema de Taiwan ha definido durante mucho tiempo sus relaciones con China. Japón debe reafirmar su compromiso con los cuatro documentos que constituyen la base de los vínculos bilaterales. Sin embargo, ha mantenido ex profeso una ambigüedad estratégica.

Como resultado, sigue siendo un eje continuo, moldeado por la posición legal de Japón después de la guerra, sus limitaciones políticas internas y, sobre todo, su dependencia de la alianza de seguridad con Estados Unidos.

Después de la Segunda Guerra Mundial, Japón aceptó la Declaración de Potsdam y su condición de devolver Taiwan a China. Pero, en la práctica, siguió el «Tratado de San Francisco» liderado por Estados Unidos, firmado en 1951 sin la presencia de representantes chinos. El mismo solo le exigía «renunciar» a la isla, sin especificar su devolución a China. Aprovechando esta omisión como excusa, Tokio alegó que no tenía autoridad legal para definir el «estatus de Taiwan».

Este enfoque era claramente contradictorio. Japón aceptaba adherirse a la Declaración de Potsdam y, al mismo tiempo, partía de un «tratado» que oscurecía lo que este había aclarado. Esta postura dual no se basaba en la lógica jurídica, sino en cálculos estratégicos.

Otro factor clave en la política de Japón respecto a Taiwan es el marco de seguridad con Estados Unidos durante la Guerra Fría. Al principio de ella, Estados Unidos consideraba a Taiwan un activo estratégico clave. Cuando China y Japón negociaron la normalización de sus lazos en la década de 1970, a Estados Unidos le preocupaba como lo abordaría Japón. Tokio le aseguró repetidamente que su alianza no se vería afectada y que tendría acceso a las bases para «operaciones vinculadas con Taiwan». Incluso después de la normalización de los lazos con China, los funcionarios japoneses indicaron que incluir a Taiwan en el marco del «Lejano Oriente» servía a los intereses estratégicos de Estados Unidos.

Tras la Guerra Fría, Japón reforzó aún más estos nexos de seguridad. Las revisiones de 1997 y 2015 de las Directrices para la Cooperación en materia de Defensa entre Japón y Estados Unidos extendieron las funciones bilaterales en contingencias regionales, lo que se interpretó como la inclusión de Taiwan. La legislación de seguridad de Japón de 2015 intentó brindar «fundamentos jurídicos» para las operaciones militares estadounidenses en una «crisis en Taiwan». En 2021, por primera vez desde 1969, Japón y Estados Unidos emitieron una declaración conjunta en la que expresaban su temor por la paz y la estabilidad en el estrecho de Taiwan.

Las recientes afirmaciones erróneas de la primera ministra Sanae Takaichi han dañado gravemente las relaciones con China. En su intervención en la Dieta, sostuvo que una «contingencia en Taiwan» constituiría una «amenaza a la supervivencia» de Japón, la formulación más explícita jamás realizada por un líder japonés en ejercicio. Así, no solo deja de lado la ambigüedad estratégica que Tokio ha mantenido por mucho tiempo, sino que vislumbra un cambio hacia el tratamiento de la isla como un elemento central de la seguridad nacional japonesa, a todas luces una violación flagrante de los asuntos internos de China.

Su doble postura de ofrecer garantías políticas a China y alinearse con la estrategia regional de Estados Unidos y sus gobiernos previos le ha dado flexibilidad, pero también ha creado incoherencias. Japón sostiene que cumple la Declaración de Potsdam, pero se basa en el «Tratado de Paz de San Francisco», que China considera inválido. Asegura a China que no apoya la independencia de Taiwan y defiende el principio de una sola China, pero amplía el alcance de la cooperación militar con Estados Unidos de formas que lo podrían involucrar en «contingencias».

Sin embargo, mientras los dirigentes chinos y la actual administración estadounidense reafirman lo esencial de gestionar el tema de manera responsable, el marco de seguridad cada vez más explícito de Japón contrasta con ello. En lugar de reducir las tensiones, la nueva retórica de Tokio corre el riesgo de incrementar la incertidumbre en una cuestión que los dos principales países del mundo tratan de estabilizar.

Afortunadamente, el 24 de noviembre, el presidente Xi Jinping y su homólogo estadounidense Donald Trump mantuvieron una conversación telefónica y este asunto fue uno de los puntos centrales. Xi explicó la posición de principio de China, subrayando que la restauración de Taiwan es parte integrante del orden internacional de la posguerra. Trump respondió expresando la comprensión de la parte estadounidense sobre la relevancia de Taiwan para China, lo que indica que, incluso en medio de la competencia estratégica, Washington reconoce su sensibilidad y preponderancia.

Es de esperar que este enlace entre los máximos dirigentes de China y Estados Unidos, seguida de otra llamada entre el presidente Trump y la primera ministra Takaichi, haya transmitido a los políticos japoneses la postura inquebrantable de China sobre Taiwan. Además, el presidente Trump puede demostrar su agudeza política influyendo en Japón y animando a su cúpula gobernante a enmendar errores.

Para Japón, la ambigüedad estratégica en el tema es un escudo. Desde la perspectiva de sus políticos, un reconocimiento explícito de Taiwan como parte de China podría socavar la «arquitectura de seguridad» de la posguerra del país y su flexibilidad para maniobrar en el cambiante panorama geopolítico regional. No obstante, si aplica plenamente lo dicho últimamente, se tomará como una vulneración seria a la soberanía e integridad territorial de China, dado que la isla es una parte inalienable de ella.

Las declaraciones, realizadas en el 80.º aniversario de la Guerra de Resistencia del Pueblo Chino contra la Agresión Japonesa (1931-1945), evocan fuertes recuerdos del pasado militar de Japón y de las atrocidades cometidas durante el conflicto en el pueblo chino y en otros de la región Asia-Pacífico,

Es vital que Takaichi se retracte de lo dicho, especialmente en este momento tan delicado, ya que corre el riesgo de allanar el camino hacia un resurgimiento del militarismo que puede amenazar la paz regional.

El autor es director general del Instituto de Estudios Japoneses de la Academia China de Ciencias Sociales y presidente de la Asociación China de Estudios Japoneses.