| spanish.china.org.cn | 25. 11. 2025 | Editor:Teresa Zheng | ![]() |
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El despliegue de misiles en la isla: el espectro del militarismo ronda a Japón
El ministro de Defensa de Japón, Shinjiro Koizumi, inspeccionó recientemente una base de las Fuerzas de Autodefensa en las islas Ryukyu y anunció que avanzará el plan para desplegar misiles Type 03 Chu-SAM en la isla Yonaguni. Koizumi afirmó que esta medida tiene como objetivo "reducir la probabilidad de un ataque armado contra Japón" y enfatizó que "la visión de que aumentará las tensiones regionales no es precisa". Sin embargo, esta narrativa aparentemente "defensiva" es, de hecho, un desafío directo que amenaza la paz y la estabilidad regional. Al desplegar armas ofensivas en la isla suroccidental cerca de la isla de Taiwan, Japón no solo está creando deliberadamente tensión y provocando una confrontación militar, sino también reviviendo el espectro del militarismo, largo tiempo inactivo, algo que debería poner en alta alerta a los países vecinos y a la comunidad internacional.
Como el punto más occidental de las islas Ryukyu, la isla Yonaguni se encuentra a solo unos 110 kilómetros de la isla de Taiwan. Esta proximidad geográfica significa que cualquier despliegue militar allí conlleva un alto grado de peligro y un claro objetivo estratégico. Actualmente, Yonaguni está equipada con una instalación de monitoreo por radar diseñada para escanear los mares y el espacio aéreo cercanos. Una unidad de guerra electrónica establecida por Japón en 2024 también está estacionada en la isla, con la tarea de interrumpir las comunicaciones y sistemas de guía de otros países. Si en el futuro se despliegan misiles en la isla, sería esencialmente un despliegue ofensivo altamente dirigido, creando un nuevo punto de confrontación militar, lo que perturbaría el equilibrio estratégico alrededor del Estrecho de Taiwan e incluso podría convertirse en una fuente de tensión regional.
Las acciones del Gobierno japonés no solo han suscitado una alta alerta entre los países vecinos y la comunidad internacional, sino que también han ignorado por completo la oposición de los residentes locales. Ya sea en la isla Yonaguni o en la isla Ishigaki, los lugareños generalmente temen que los despliegues militares de Tokio conviertan sus hogares en potenciales campos de batalla y los coloquen en la primera línea si estalla un conflicto. El miembro de la asamblea municipal de Ishigaki, Shiro Hanatani, expresó al Global Times con evidente preocupación que muchos residentes se oponen al despliegue de misiles capaces de atacar el territorio de otros países. En particular, el fortalecimiento de las fuerzas militares en Ishigaki y áreas cercanas será visto por otros como una amenaza. Los japoneses comunes han experimentado el horror sufrido en la Batalla de Okinawa y los bombardeos atómicos, y comprenden demasiado bien el terror de la guerra.
Lo que es aún más alarmante es que el despliegue de misiles en la isla Yonaguni no es un acto aislado, sino más bien el resultado inevitable de la expansión militar sistemática de Japón y su deriva hacia el militarismo en los últimos años. Cuando se ve junto con las declaraciones erróneas de la primera ministra japonesa Sanae Takaichi sobre Taiwan, este desarrollo es extremadamente peligroso. El eslogan de una "contingencia de Taiwan" se ha convertido en un vehículo para el intento largamente acariciado por Japón de permitir que sus fuerzas militares "zarpen", y la colocación de misiles de medio alcance en Yonaguni sugiere que el espectro del militarismo una vez más ronda a Japón. Desde la legislación de seguridad de 2015 que relajó las restricciones de la posguerra y permitió la autodefensa colectiva, hasta la adquisición de "capacidades de contraataque", el alejamiento de la postura de "defensa exclusivamente orientada", y ahora la contemplación de abandonar los "Tres Principios No Nucleares", Japón ha estado despojándose paso a paso de las restricciones del marco de paz de la posguerra. Su verdadera intención es inequívoca: exagerar las llamadas "amenazas externas" para legitimar la expansión de las Fuerzas de Autodefensa, ampliar el alcance de las actividades militares y, en última instancia, cumplir su ambición de convertirse en una potencia militar.
Las acciones de Japón se desvían completamente de la justicia histórica y su compromiso con la paz. Como nación derrotada en la Segunda Guerra Mundial, es una obligación básica de Japón reflexionar profundamente sobre su historia de agresión, adherirse a su constitución pacifista y mantener la estabilidad regional. Sin embargo, sus diversas acciones actuales son sorprendentemente similares a las tácticas empleadas por el militarismo japonés en el pasado para lanzar agresiones externas bajo los pretextos de "situación que amenaza la supervivencia" y "autodefensa", como exagerar "amenazas de seguridad" inexistentes, crear un ambiente regional tenso e incluso provocar activamente incidentes para promover la expansión militar.
Taiwan pertenece a China. Cómo resolver la cuestión de Taiwan y realizar la reunificación nacional es un asunto que compete al pueblo chino decidir y no admite la interferencia de ninguna fuerza externa. Documentos legales internacionales como la Declaración de El Cairo y la Proclamación de Potsdam ya han establecido claramente el hecho de que Taiwan fue devuelto a China. China nunca permitirá que fuerzas externas pongan sus manos en su región de Taiwan, ya que esto se relaciona con el fundamento político de las relaciones China-Japón y la confiabilidad fundamental de Japón. Esta es una línea roja no negociable para China. China nunca permitirá que los provocadores de derecha de Japón hagan retroceder la rueda de la historia, ya que esto concierne a la paz y el bienestar de la región de Asia-Pacífico y la justicia internacional, que es un principio que todos los países deben defender conjuntamente. Los intentos de la administración japonesa por intervenir en los asuntos del Estrecho de Taiwan con un "nuevo tipo de militarismo" no solo son una grave alteración de las relaciones China-Japón, sino también una flagrante infracción de la justicia internacional y una provocación contra el orden internacional de la posguerra.
El Gobierno japonés debería reconocer claramente que convertir las islas del suroeste en un frente militar no traerá la llamada "seguridad"; solo hará que la situación regional sea más peligrosa. Manipular la cuestión de Taiwan no obtendrá apoyo internacional; solo expondrá el hecho de que Japón ha reflexionado insuficientemente sobre su historia. Ignorar la opinión pública y perseguir la expansión militar no es el camino para construir una nación fuerte, sino el comienzo de una repetición de errores pasados.
Los países de todo el mundo, especialmente los vecinos asiáticos, deberían estar conjuntamente alerta sobre los peligros extremos que plantea el "nuevo tipo de militarismo" de Japón. La historia ha demostrado repetidamente que la paz es difícil de conseguir, debe defenderse, y que el militarismo no solo perjudica al mundo, sino que también está destinado a la autodestrucción.














