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spanish.china.org.cn | 13. 10. 2025 | Editor:Filo Fu [A A A]

Solo promesas cumplidas arrojan relaciones estables entre China y EE.UU.

Palabras clave: China, EE.UU.
Spanish.china.org.cn | 13. 10. 2025

Un portavoz del Ministerio de Comercio de China respondió el domingo a las preguntas de los medios sobre las recientes políticas comerciales y económicas del país. Durante la sesión, aclaró la postura nacional oficial sobre una serie de cuestiones, entre ellas los controles a la exportación de tierras raras y productos derivados, la amenaza de Estados Unidos de imponer aranceles del 100 % y su imposición de tasas portuarias a los buques chinos. El mensaje fue claro y firme: las amenazas deliberadas de aranceles elevados no son la forma adecuada de tratar con China. La posición del país sobre la guerra comercial es coherente: no la queremos, pero no tememos librarla si es necesario para salvaguardar nuestros derechos legítimos de desarrollo.

El incidente llegó de la mano de posibles aranceles del 100 % y trabas a la exportación de programas informáticos, so pretexto de «contrarrestar» las duras regulaciones chinas en torno a la venta al exterior de tierras raras. Desde una perspectiva más amplia, es Estados Unidos quien ha utilizado persistentemente estas herramientas para interferir y socavar el orden comercial normal entre ambos países, así como el ambiente de las negociaciones económicas y comerciales bilaterales, en desmedro de los intereses de China. Desde las consultas celebradas en Madrid en septiembre, Estados Unidos, en solo 20 días, ha dictado un cúmulo de restricciones. Las dificultades a las que se enfrenta el comercio bilateral son responsabilidad exclusiva de Washington.

Sus medidas han asestado un duro golpe a la confianza del mercado mundial, lo que ha suscitado la preocupación de que las dos mayores economías del mundo puedan volver a caer en una guerra comercial. Algunos analistas sostienen que esto demuestra la fragilidad de la llamada «tregua» arancelaria. Creemos que «una persona sin fe no puede establecerse por sí misma»: que los compromisos entre los dos países sean «sólidos» o «frágiles» depende de la confianza y, lo que es más, de las acciones. Si Estados Unidos afirma buscar el diálogo y, al mismo tiempo, aumenta su accionar y recurre a «justificaciones inventadas» y al «acoso comercial», solo conseguirá profundizar el déficit de confianza. China siempre ha abogado por resolver las diferencias mediante consultas en pie de igualdad, pero nunca aceptará ninguna forma de coacción.

Esta ha dejado claro en repetidas ocasiones que sus controles a las tierras raras y productos afines son una acción legítima del Gobierno para perfeccionar su sistema de supervisión a la exportación conforme a las leyes y reglamentos.

Estas medidas no solo son urgentes para velar por la seguridad nacional, sino que también revelan el firme compromiso de China, como país importante y responsable, con la búsqueda de la paz mundial, la reducción del riesgo de conflictos militares y la prevención de la proliferación de armas de destrucción masiva, según las normas internacionales y la práctica común.

Sus políticas comerciales y de control de las exportaciones siempre han sido muy transparentes y predecibles, y la puerta sigue abierta a las solicitudes que cumplan las normas pertinentes. Antes de anunciarlas, Beijing ya había notificado a los países y regiones a saber a través de mecanismos bilaterales de diálogo. Los productos para uso militar no pueden obtener licencias, mientras que aquellos con fines civiles no poseen esta traba. No hay necesidad de reacciones excesivas por parte de Estados Unidos, ni debe utilizarse como excusa para instigar una guerra comercial.

Por el contrario, el país norteamericano lleva mucho tiempo extendiendo el concepto de «seguridad nacional», usando indebidamente los controles de exportación, adoptando prácticas discriminatorias hacia China y dictando medidas de jurisdicción de largo alcance a una vasta gama de bienes, incluidos los equipos y chips semiconductores. Sin embargo, ha criticado sin descaro las reglamentaciones normales de China, lo que constituye un «doble rasero».

Los vínculos económicos y comerciales en 2025 han sido un viaje lleno de curvas. El pasado ha demostrado que ambos países salen ganando con la cooperación y perdiendo con la confrontación, lo cual es la ley de hierro de las relaciones entre los dos. Cualquier intento de presionar o frenar el desarrollo de China está condenado al fracaso. El consenso alcanzado y los mecanismos de consulta establecidos han ofrecido un marco sólido y canales eficaces para resolver las fricciones comerciales.

China ha mantenido siempre una actitud abierta y está dispuesta a avanzar en las conversaciones sobre la base del respeto mutuo, la igualdad y el beneficio mutuo, pero los intereses de base no son negociables. Cabe señalar que tanto el mercado estadounidense como la opinión pública han rechazado en extenso los aranceles de la Casa Blanca. Liza Tobin, exdirectora para China del Consejo de Seguridad Nacional, comentó hace poco con frustración: «Estamos jugando al ajedrez en dos dimensiones, mientras que Beijing lo hace en cuatro». China posee una gran compostura estratégica para manejar las acciones de Washington. Si este sigue aplicando medidas unilaterales de mentalidad de suma cero, solo perturbará aún más las cadenas de suministro mundiales, perjudicando a otros sin beneficiarse a sí mismo.

En la actualidad, las relaciones económicas y comerciales bilaterales se encuentran una vez más en una encrucijada. Por un lado está China, firme en su esquina, clara en sus límites y centrada en la estabilidad general del orden comercial internacional; por otro lado está Estados Unidos, que reacciona de forma emocional, carece de herramientas políticas eficaces y se ve envuelto en un «doble rasero». Lazos saludables y estables obedecen al respeto mutuo, la equidad y la reciprocidad, y no al uso imprudente de aranceles que transgreden las leyes fijadas.

Se insta a Estados Unidos a corregir sin demora sus prácticas, a adherirse al consenso alcanzado durante las conversaciones telefónicas entre los dos jefes de Estado, a proteger los resultados de las consultas, que tanto ha costado conseguir, a mantener este mecanismo en lo económico y comercial, y a abordar las preocupaciones y las diferencias mediante el diálogo y sobre la base del respeto mutuo y la consulta en igualdad, a fin de garantizar el desarrollo estable, sólido y sostenible de las relaciones económicas y comerciales bilaterales.