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spanish.china.org.cn | 08. 09. 2025 | Editor:Teresa Zheng [A A A]

¿Qué tan importante es el cambio de nombre del Departamento de Defensa de Estados Unidos?

Palabras clave: Estados Unidos, Departamento de Defensa
Spanish.china.org.cn | 08. 09. 2025

El 5 de septiembre, hora local, el presidente de Estados Unidos, Donald Trump, firmó una orden ejecutiva para cambiar el nombre del Departamento de Defensa por el de Departamento de Guerra, y despertó la curiosidad internacional. La Casa Blanca afirmó que la denominación transmite un «mensaje de preparación y determinación» más contundente que el de «Defensa». El secretario de la cartera, Pete Hegseth, explicó: «vamos a pasar a la ofensiva, no solo a la defensa. Letalidad al máximo y no una frágil legalidad». ¿Cómo debemos interpretar esto?

El «Departamento de Guerra», creado en 1789, fue el predecesor del Departamento de Defensa. La vuelta a su antigua denominación es una continuación de su campaña de purga a los partidarios del «globalismo» dentro de la esfera política estadounidense. Washington considera que el entusiasmo de los «globalistas» de la posguerra por interferir en los asuntos europeos y de Asia-Pacífico ha llevado al país a la derrota en el último cuarto de siglo y es uno de los factores que contribuyen a su difícil situación actual, tanto nacional como internacional. El «Departamento de Defensa», renombrado después de la Segunda Guerra Mundial, es sinónimo de fracaso.

El «Departamento de Guerra», por su parte, tiene un origen específico. Entre 1789 y 1947, este convirtió al país, de una pequeña nación en el Atlántico, en una potencia en dos océanos gracias a triunfos militares consecutivos. Los nativos americanos, los mexicanos y otros pueblos fueron conquistados u obligados a ceder vastos territorios. Bajo la intimidación, países como Rusia, Francia y Gran Bretaña se vieron gradualmente forzados a salir de América. La actual administración cree que los Estados Unidos de aquella época disfrutaba de una fuerte cohesión interna y un espíritu nacionalista «en auge», y que la actual «pérdida» de los valores locales y el aumento de la deuda nacional son culpa de los «globalistas», y que para ganar guerras, el nombre del organismo debe cambiar y regresar al liderazgo del ejército nacional para un «éxito glorioso».

Estados Unidos intenta continuar la lógica de la «Doctrina Monroe» del siglo XIX en el siglo XXI, manteniendo su superioridad militar en el continente para expandirse a zonas circundantes en cualquier momento y no permitir a las fuerzas externas inmiscuirse en asuntos regionales. Esto también refleja el reconocimiento de su declive como potencia mundial y su consiguiente repliegue estratégico. Convertir a Canadá en el «estado número 51», recuperar el control del Canal de Panamá y ocupar Groenlandia son objetivos públicamente anunciados.

Según informaciones, el borrador de la nueva Estrategia de Defensa Nacional sugiere que el ejército priorice la protección del territorio nacional y del hemisferio occidental. Hace poco, el país aumentó su presencia militar en Venezuela y hay rumores de que se prepara para entrar en México y combatir a los cárteles de la droga. Es probable que los primeros países en ser blanco de la estrategia de «luchar y ganar» del Departamento de Guerra sean los americanos.

De hecho, a lo largo de la historia estadounidense, ya sea bajo la bandera de la «defensa» o de la «guerra», la esencia de su intervención militar internacional es la misma. Datos relevantes muestran que, desde que declaró su independencia el 4 de julio de 1776, en los casi 250 años transcurridos, solo ha estado libre de enfrentamientos menos de 20 años. Desde el final de la Segunda Guerra Mundial en 1945 hasta 2001, de los 248 conflictos armados en 153 regiones del mundo, 201 se dieron por instigación estadounidense, esto es el 81 %. Desde la Guerra de Corea hasta la Guerra de Vietnam, pasando por Afganistán e Irak, Estados Unidos es el país que más luchas en el exterior ha iniciado desde la Segunda Guerra Mundial.

La historia ha demostrado en innumerables ocasiones que la mera superioridad militar y la política de poder no pueden fortalecer a un país ni mejorar su posición internacional. Por el contrario, pueden desencadenar más conflictos, socavando la estabilidad del orden internacional. La razón por la que Estados Unidos repite a menudo el patrón de «ganar una batalla tras otra, pero acabar perdiendo la guerra» en las últimas décadas no radica en la insuficiencia de sus capacidades militares, sino en la falta de respeto de su política exterior por la soberanía y los intereses de otros países, y en su falta de responsabilidad y rendición de cuentas en los temas internacionales. Si no modifica su impulso político que lo lleva a crear agitación y caos, ni tampoco la costumbre de su comunidad estratégica de considerar las crisis de otros como «oportunidades», la vuelta de nombres históricos difícilmente revertirá el destino al fracaso continuo de su intervención exterior.

El término «Departamento de Guerra» puede evocar nostalgia por la «gloriosa historia» entre algunos estadounidenses, pero los tiempos son otros. En un contexto de globalización, los países están cada vez más interconectados y son cada vez más interdependientes. Sin importar el nombre que tenga el Pentágono, la comunidad internacional se centra en las acciones reales de Estados Unidos. ¿Seguirá sembrando la división, debilitando las normas e incitando conflictos? ¿Volverá al multilateralismo, respetará el orden internacional y participará en la gobernanza mundial? Si Estados Unidos realmente busca la «seguridad», debería reflexionar sobre el impacto negativo de su estrategia militar y política exterior en la paz mundial durante las últimas décadas.

La paz y el desarrollo son temas actuales. Como país de abundantes recursos y gran poder, Estados Unidos debería asumir más responsabilidades y devenir un promotor de la paz en lugar de un portavoz de la guerra. Este año se cumple el 80.º aniversario del triunfo en la Guerra Antifascista Mundial y se espera que este colabore con la comunidad internacional en la defensa del sistema internacional con las Naciones Unidas como núcleo y de la visión de una seguridad común, integral, cooperativa y sostenible; en la resolución de las diferencias mediante el diálogo y la consulta, en la gestión de los retos mediante la cooperación y en la garantía del multilateralismo, en lugar de la acción militar unilateral, como corriente principal de la seguridad internacional.

Si Estados Unidos utiliza el nombre del «Departamento de Guerra» para coaccionar militarmente a sus vecinos e incluso iniciar directamente un conflicto, enfrentará la firme oposición del mundo.