spanish.china.org.cn | 03. 06. 2025 | Editor:Teresa Zheng | ![]() |
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¿Quién mina el consenso de Ginebra entre China y EE.UU.?
En los últimos días, algunos funcionarios y medios de comunicación estadounidenses han difundido la narrativa de que «las tensiones entre Estados Unidos y China están aumentando de nuevo» porque la segunda «retrasa el acuerdo». El Wall Street Journal afirmó que «la tregua comercial entre Estados Unidos y China corre el riesgo de desmoronarse». Estos intentos de crear presión pública sobre China mediante la manipulación de la prensa constituyen, en sí mismos, una violación del consenso de Ginebra.
El lunes, el Ministerio de Comercio de China rechazó tajantemente estas afirmaciones infundadas e instó a la parte estadounidense a colaborar, corregir inmediatamente sus acciones y salvaguardar el acuerdo.
La Declaración Conjunta de las Conversaciones Económicas y Comerciales entre China y Estados Unidos en Ginebra establecía claramente que ambas partes avanzarían con un espíritu de apertura mutua, comunicación continua, cooperación y respeto mutuo. Sin embargo, tras el logro de resultados sustantivos en la ciudad suiza, Estados Unidos tomó medidas unilaterales y emitió restricciones discriminatorias, entre ellas el control de las exportaciones de chips de inteligencia artificial, de la venta de programas de automatización del diseño electrónico (EDA) y el anuncio de la revocación de visas a estudiantes chinos, entre otras.
¿Cómo reflejan estas medidas el espíritu de «apertura mutua, comunicación continua, cooperación y respeto mutuo»? ¿No es Estados Unidos el causante de un «progreso lento»?
Por mucho que algunos en el país norteamericano intenten culpar a China, los hechos hablan por sí solos: desde la publicación de la declaración conjunta, China ha adoptado una actitud responsable, de trato serio, aplicación estricta y defensa activa. La postura incluye, en consonancia con el documento, la cancelación o suspensión de determinadas medidas arancelarias y no arancelarias impuestas a raíz de los «aranceles recíprocos» de Estados Unidos, así también el hecho de que, a pesar de las constantes provocaciones, China siempre ha antepuesto la situación general y no ha agravado las fricciones. Esto no alude a temor, sino a buena fe en mantener las consultas y contribuir a la estabilidad del sistema comercial mundial.
La Declaración Conjunta de Ginebra representa un consenso sobre la base del respeto mutuo y la consulta en pie de igualdad. Que las «tensiones» sigan en ascenso depende, en última instancia, de si Estados Unidos está dispuesto a avanzar en la misma dirección que China y corregir rápidamente sus acciones. Las palabras y los hechos de China en el marco del consenso son sinceros, pero su actitud en la defensa de sus derechos e intereses legítimos también es firme. Estados Unidos debe reconocer que la presión y las amenazas no son la forma adecuada de relacionarse con China. Ya se topó en el pasado con un muro debido a su chantaje arancelario, y si continua vulnerando los intereses de China con el mismo enfoque erróneo, inevitablemente lo enfrentará una vez más. China tiene la capacidad y la confianza suficientes para responder a diversas incertidumbres.
También es menester aclarar afirmaciones relativas al control de las exportaciones. Hay quienes en Estados Unidos promueven el enfoque de que China «asfixia» la cadena de suministro mundial con su posesión de minerales críticos. Sin embargo, esto solo evidencia de nuevo la doble moral de Estados Unidos y su hipócrita lógica hegemónica. Como es bien sabido, es él quien exagera el concepto de seguridad nacional, abusa en las trabas a las exportaciones e impone con descaro penas unilaterales ilegales y «jurisdicción de largo alcance» a países y empresas específicos.
En respuesta a la campaña de desprestigio de algunos en el país norteamericano contra los controles de exportación de tierras raras de China, el portavoz del Ministerio de Relaciones Exteriores chino dejó en claro que tales políticas son coherentes con las prácticas universales y que no son discriminatorias ni están dirigidas a un país en concreto. Si Estados Unidos insiste en convertirse en el blanco, solo demuestra que la politización y la instrumentalización de las cuestiones económicas y tecnológicas no solo se han apoderado de ciertas personas, sino que devienen una obsesión.
La razón por la que se pudieron cosechar frutos relevantes en Ginebra es porque ambas partes reconocieron un entendimiento común: una relación económica y comercial estable, sostenible y de mutuo beneficio es vital, no solo para ellos, sino para la economía mundial. Estos acuerdos se plasmaron en la Declaración Conjunta sobre la Reunión Económica y Comercial en Ginebra y se anunciaron a la comunidad internacional. Altos funcionarios estadounidenses admitieron también que «el consenso de las delegaciones es que ninguna de ellas deseaba una desconexión». Ese entendimiento es la base para un mayor diálogo entre los dos países.
Si las acciones de Washington reflejaran verdaderamente el espíritu de apertura mutua, comunicación continua, cooperación y respeto mutuo, y si el lazo comercial avanzara hacia un desarrollo saludable, estable y sostenible, ¿no sería entonces natural que las negociaciones comerciales fluyeran como el agua por un canal?
Tras las conversaciones en Ginebra, los pedidos de los compradores estadounidenses se dispararon y las operaciones de los barcos son intensas en el mercado marítimo bilateral, lo que refleja la enorme demanda en ambas direcciones. La extensa respuesta positiva a esta ronda muestra que la comunidad internacional en general espera que las dos mayores economías del mundo mantengan relaciones estables y sigan contribuyendo al crecimiento económico mundial. Se espera que Estados Unidos abandone la mentalidad de suma cero y las tácticas de intimidación, y aborde los vínculos con China con apertura, inclusión y cooperación. El consenso en Ginebra fue muy difícil de lograr; lo que Estados Unidos debe hacer ahora es cumplir sus compromisos en lugar de decir una cosa y hacer otra.
