spanish.china.org.cn | 22. 04. 2025 | Editor:Teresa Zheng | ![]() |
![]() |
![]() |
![]() |
![]() |
[A A A] |
Ante la coerción arancelaria, el apaciguamiento y el compromiso serán como «negociar con un tigre por su piel»
Varios medios de comunicación informaron recientemente que el Gobierno estadounidense planea utilizar las negociaciones arancelarias en curso para presionar a sus socios comerciales a limitar el comercio con China a cambio de exenciones. El lunes, en respuesta a la pregunta de un periodista, un portavoz del Ministerio de Comercio de China indicó que tales acciones consisten en utilizar la bandera de la «reciprocidad» como pretexto para desplegar una política hegemónica y una intimidación unilateral en la economía y el comercio internacionales. Añadió que «el apaciguamiento no trae la paz, el compromiso no conduce al respeto», y que «los intentos de intercambiar los intereses de otros por exoneraciones están condenados al fracaso y acabarán perjudicando a todos los implicados». La declaración resonó en el mundo.
La respuesta de China es comprensible. La flagrante coacción de Washington a las partes negociadoras para que «elijan un bando» y su abierto intento de contener y aislar a China dejan al descubierto intenciones arrogantes y hegemónicas, que representan un desafío y una alteración evidentes al orden económico y comercial mundial. La postura china no pasa solo por proteger sus intereses y dignidad nacionales, sino también por defender dicho orden, así como la equidad y la justicia en el mundo. Al mismo tiempo, es clara: el comercio internacional nunca debe volver a la «ley de la selva», donde el fuerte se aprovecha del débil. Todos deben hacer su parte para preservar el orden vital.
A pesar de aprovechar su ventaja como mayor mercado consumidor, Estados Unidos pretende obligar y manipular a decenas de sus pares con amenazas e incentivos, ellos saben cómo el país norteamericano incumple una y otra vez sus promesas; y cómo China rechaza la hegemonía y defiende la equidad. Esta vez, Estados Unidos ha lanzado el cebo de las «exenciones», exigiendo a sus socios restringir el comercio con China. Al hacerlo, sobreestima su poder, subestima a China y juzga mal la situación.
Como es de conocimiento general, China es el principal socio comercial de más de 150 países y regiones, y su intercambio total de bienes ocupa el primer lugar del mundo desde hace 8 años consecutivos. Estas relaciones económicas y comerciales, a través de cadenas de suministro mundiales, han beneficiado a innumerables empresas y consumidores. Mientras tanto, China es el «ancla estabilizadora» de la economía mundial y de las cadenas de producción y suministro, y desvincularse de ella equivale a dejar de lado un mercado abierto y lleno de oportunidades, lo que solo conducirá a una marginación gradual del desarrollo económico mundial. Por lo tanto, la tentativa estadounidense de «cortar» los lazos económicos y comerciales de China con el mundo es como «comer sopa con un tenedor» y quedará inevitablemente por tierra.
La ministra de Hacienda británica, Rachel Reeves, declaró antes de viajar a Estados Unidos para negociar un acuerdo comercial que sería «muy insensato» romper los nexos comerciales con China, y en su lugar, apostó por su fortalecimiento. Esta posición pragmática coincide con el sentir de la comunidad internacional. Además, políticos, economistas y empresarios de la ANSEA, la UE, Japón y Corea del Sur han manifestado su no disposición a elegir bandos.
Un ejemplo más concreto es Guangdong, donde la 137 Feria de Cantón reunió a casi 150 000 compradores de 216 países y regiones, lo que supone un aumento del 20,2 % respecto a la edición anterior. Esto revela que la coerción política no puede frenar la globalización económica ni el multilateralismo.
La Organización Mundial del Comercio (OMC) exige a sus miembros adherirse al principio de no discriminación. Este ha sido una práctica de la comunidad internacional durante las últimas décadas y representa el mayor denominador común para maximizar los intereses compartidos de las economías. Frente al unilateralismo y al proteccionismo, la posición de China es firme: defender las normas económicas y comerciales internacionales y el sistema multilateral de comercio, tal y como dictan la lógica y las tendencias mundiales.
Para toda economía inmersa en las actuales cadenas de producción y suministro altamente interconectadas, es esencial un marco regulador justo y razonable, y que el comercio internacional pueda seguir protegido por el mismo. Imaginemos que este retrocede a una época en la que «quien tiene la voz más alta se impone», el resultado sería el caos y el desorden. Y lo que es más, sin las limitaciones de las leyes, las potencias hegemónicas se volverían cada vez más agresivas, causando un daño duradero al desarrollo mundial.
Un estudio de Oxford Economics presenta un escenario de «mundo fracturado», con un mayor proteccionismo y el desvanecimiento de la globalización a medida que los Gobiernos abogan por el nacionalismo económico y la autosuficiencia con restricciones comerciales. El análisis concluye que los mercados emergentes serían los más afectados.
Como se afirma en la «declaración antiarancelaria» firmada hace poco por el renombrado economista N. Gregory Mankiw y más de mil personas: «Los principios económicos sólidos, las pruebas empíricas y las advertencias de la historia prevalecerán sobre los mitos proteccionistas del momento». En cuanto al tipo de pacto que llegue Washington con sus diferentes socios y las versiones incoherentes y poco fiables que puedan surgir, se cree que cada parte tendrá sus propias consideraciones y juicio, pero si alguien cede a expensas de China, esta no lo aceptará.
China acoge a todos en el tren expreso del desarrollo, pero esto no significa que vaya en contra de sus intereses fundamentales. Rendirse al unilateralismo y al proteccionismo no solo socava el sistema multilateral de comercio, sino que pone en vilo los cimientos del orden económico mundial. Esperamos que las partes tengan una visión a largo plazo y tomen la decisión correcta.
