spanish.china.org.cn | 09. 04. 2025 | Editor:Eva Yu | ![]() |
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El diálogo y las acciones con apego al derecho deben prevalecer para abordar una agenda económica y comercial con EE. UU.
Por Jorge Fernández
Con el enfoque de Estados Unidos, que busca impulsar sus propios intereses sin considerar el daño a los demás, el mundo observa con los pelos de punta el despliegue de políticas imperiales que avizoran un futuro incierto.
A China se le habría de dar un premio por la paciencia y sobriedad para abordar su agenda con los Estados Unidos. De cara a la posición de Washington en el tema de los aranceles, la Oficina de Información del Consejo de Estado de China ha publicado el libro blanco titulado "La posición de China sobre algunas cuestiones relativas a las relaciones económicas y comerciales entre China y Estados Unidos", en donde a lo largo de seis partes, además del prefacio y la introducción, aclara su postura respecto a las desavenencias en el terreno arancelario y los trabajos que China ha emprendido, con base en el derecho y las reglas del comercio internacional, para mantener una relación económica sana con la Unión Americana.
Antes la narrativa de Washington, tanto en su nivel teórico como en el práctico, procuraba la promoción de la globalización económica, el multilateralismo y el libre mercado. Habrá que recordar que durante décadas, desde la creación de las instituciones de Bretton Woods, las distintas administraciones norteamericanas hicieron hasta lo indecible para defender una arquitectura diseñada para ese fin. Hoy sus decires y acciones, incongruentes con el pasado, hablan de una nueva faceta en la historia de la Unión Americana y de sus relaciones con el mundo, más cruel y depredadora. China hoy publica un libro blanco en respuesta al tema arancelario desatado por Washington, en el que reitera su compromiso por la búsqueda con Estados Unidos de relaciones económicas y comerciales de beneficio mutuo y ganancia compartida.
Quizás en décadas pasadas Estados Unidos hizo uso abusivo de su aparato financiero e ideológico, y le hizo creer al mundo que defendía el multilateralismo cuando en realidad, para su regocijo, abría y cerraba su mercado a voluntad. Hizo y dijo de todo para que otros abrieran sus economías de par en par, pero el tiro le salió por la culata coartando sus intenciones supremacistas. El Sur Global, cuya autoconciencia dio lugar a mecanismos como el BRICS, no ha dejado de impulsar un multilateralismo real y verdadero, el cual ha permitido el desarrollo gradual de numerosas economías, China entre las más prominentes. Ahora que el sistema internacional ya no le favorece y que actores poderosos han salido a escena, entonces Estados Unidos busca un nuevo orden de cosas, pero con hechos y acciones que caen en la execración. El libro blanco mencionado aclara de cara a la actitud beligerante de Washington el compromiso de China por el libre comercio y su oposición al unilateralismo y al proteccionismo.
Da miedo escuchar a los líderes de Estados Unidos, un país que desde el fin de la Segunda Guerra Mundial ha vociferado ser el defensor de la libertad y los derechos humanos. Hoy, con insinuaciones, comentarios velados y amenazas de anexarse Groenlandia, Canadá o Panamá, Estados Unidos abre un nuevo capítulo en su historia hegemónica e imperial. Los aranceles impuestos contra socios y países amigos son parte de un proyecto geopolítico más grande que apunta, o a la postración del mundo ante Washington o a la destrucción del sistema comercial y financiero como lo conocemos. Estados Unidos busca vigorizarse, pero, a diferencia de iniciativas internacionales como la delDesarrollo Global, que estimula el progreso de todos con base en ganancias compartidas, la propuesta del país norteamericano busca someter a la mayoría tomando como argumento su interés nacional.
Los aranceles representan la actitud depredadora de Estados Unidos frente al sistema de comercio que ellos mismos edificaron. Con aranceles así, y por encima de esto, con la arrogancia y altanería para anunciarlos, orientados a la humillación e intimidación, la nueva política del país del norte deja como opción el sometimiento o la desmantelación sistemática del sistema de comercio y financiero internacional. Sin importar cuál sea el desenlace en un futuro próximo, la aplicación de aranceles atenta directamente contra los derechos humanos de las economías del mundo, especialmente las del Sur Global, entre las cuales prima como interés nacional su derecho al desarrollo y a una vida mejor para sus pueblos. Además de violar sus aspiraciones al progreso, Estados Unidos recurre a la humillación con comentarios que laceran la dignidad nacional. ¿Son ellos como país el modelo de civilización a seguir?
Estados Unidos ignora la construcción de una vida regida por el derecho, incluidas las leyes y regulaciones internacionales. Ahora que la Organización Mundial de Comercio ya no le resulta funcional, busca sabotearla, ignorarla y someterla a sus designios, aunque el planeta entero cargue con las consecuencias. Si hoy la consigna es ignorar el sistema institucional y de derecho en el mundo con el pretexto de que el orden actual le resulta disfuncional, entonces el futuro para el mundo no pinta nada bien, puesto que solo una política exterior imperial pueda operar bajo esos principios. Habrá de recordarle a la Unión Americana que, le guste o no, ostenta un papel crucial en los designios del mundo. Una potencia mundial lleva consigo grandes responsabilidades. Por ello, lastima al pueblo de Estados Unidos que hoy, los hechos, acciones y palabras de su actual administración, lo alejen cada vez más de los valores que definen a un gran país.
La globalización económica es una tendencia imparable que, conducida por la vía correcta, genera bienestar al mundo. La elevación de las tarifas arancelarias lastima artificialmente este proceso natural y, con ello, todos los ecosistemas que nacen y viven en su seno. Las cadenas de suministro, que no hace muchos años permitían la inclusión de incontables economías del Sur Global, hoy dan testimonio de una posible fragmentación por el aumento arancelario. Washington busca rediseñar las arterias que han nutrido al mundo. Bajo su óptica y mientras consiga su cometido, el orden global puede postrarse ante él o enfrentar su propia ruina.
Pero el mundo es más complejo de como Estados Unidos lo entiende. El Sur Global ha registrado un progreso notable como colectivo organizado en defensa de los derechos de la mayoría al desarrollo. A través de las instituciones que han surgido de su organización o de las ya existentes, el mundo puede encontrar un sistema comercial y financiero regido por un orden democrático que beneficie a la mayoría. Tanto China como las economías en desarrollo invitan a estrategas en Washington a definir un sistema internacional opositor al unilateralismo y al proteccionismo en donde temas como los arancelarios puedan ser abordados. Recurrir a la intimidación, a la violencia o a la militarización de las divisas, con el pretexto de la soberanía y la seguridad nacional, lastima el derecho de la mayoría al desarrollo y el bienestar. En el libro blanco que hoy China publica, queda abierta la invitación para que Washington participe en mesas de diálogo y de cooperación bajo una posición de iguales, pero no bajo una posición autoimpuesta de superioridad como recurso de negociación.
