spanish.china.org.cn | 08. 04. 2025 | Editor:Eva Yu | ![]() |
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Una médica china salva a dos gemelos recién nacidos en Zanzíbar
Yu Chunlin, pediatra del 34.º equipo médico chino en Zanzíbar, realiza un chequeo médico a un recién nacido en la isla de Pemba, Tanzania, el 7 de abril de 2025. (El 34.º equipo médico chino en Zanzíbar/Handout via Xinhua.)
«Por favor, no dejes que se vayan», susurró una madre tanzana, conteniendo a duras penas las lágrimas, y mientras la mayor parte de Zanzíbar aún dormía, una médica china ya corría hacia los recién nacidos que se aferraban a la respiración.
Era poco después del amanecer de un tranquilo domingo cuando Nachumu Juma Hijja, de 25 años, ingresó de urgencia en el hospital Abdallah Mzee de la isla de Pemba. Sus gemelos llegaron al mundo 12 semanas antes de término, pesando cada uno sólo 1,5 kg. Su piel era delgada como el papel y sus pulmones apenas podían respirar.
Su marido, Saidi Vuai Makame, guardó un silencio atónito. «No podía hablar. No sabía si vivirían», recuerda este agricultor de 28 años. «Pero recuerdo la mirada de la doctora china Yu, tranquila y decidida. No perdió ni un segundo».
Yu Chunlin, pediatra del 34.º equipo médico chino en Zanzíbar, lo había dejado todo cuando recibió la llamada de emergencia. Al llegar, evaluó rápidamente a los bebés. Uno de ellos estaba decayendo rápidamente. Su ritmo cardíaco empezó a desplomarse.
«No había tiempo para dudar», dijo Yu a Xinhua. «Con una edad gestacional de sólo 28 semanas, cada segundo es una elección entre la vida y la muerte».
Con un equipo limitado y sin unidad de cuidados intensivos neonatales, trabajó con lo que había disponible, incluida una incubadora básica y dispositivos de monitorización. Rodeada de colegas locales, dirigió la reanimación, guiando cada respiración y cada paso.
Tras más de 20 tensos minutos, el bebé jadeó y lloró.
«Fue el sonido más débil», dijo Sanna Omar Mihambo, pediatra del hospital. «Pero lo era todo. Era la vida que volvía».
Yu estaba empapada en sudor, pero sus manos se mantuvieron firmes en todo momento. «Nunca había visto un rescate tan tranquilo», dijo Mihambo. «Nos mostró lo que significa luchar por la vida tanto con habilidad como con corazón».
«No teníamos palabras para darle las gracias», dijo Makame, el padre. «Sólo lágrimas. Y oraciones».
Más tarde, hablando por teléfono, Nachumu, la madre, dijo: «Me devolvió a mis hijos. Su equipo no sólo salvó vidas; nos dio un futuro».
El rescate se produjo cuando el mundo celebraba el 77.º Día Mundial de la Salud, con el lema «Comienzos sanos, futuros esperanzadores».
En aquel pequeño hospital de la isla de Pemba, la esperanza no era sólo un eslogan. Eran dos latidos de corazón, intermitentes pero resistentes.
Según la Organización Mundial de la Salud, cada año mueren en el mundo casi 300 000 mujeres por complicaciones relacionadas con el embarazo o el parto. Más de 2 millones de bebés mueren en su primer mes de vida. Cada siete segundos muere un recién nacido, a menudo por causas evitables.
«Salvar a cada bebé, a cada madre, no es sólo medicina», dijo Yu. «Es responsabilidad. Es humanidad».
De vuelta en la sala, los gemelos duermen ahora bajo la suave luz de los monitores. Su madre los abraza suavemente, susurrando oraciones. Su padre está cerca, observando en silencio, las arrugas de su rostro aliviadas.
Fuera, el Sol se levanta lentamente sobre Pemba, y dentro, el mundo ha dejado espacio para que crezcan dos vidas más.
