spanish.china.org.cn | 31. 03. 2025 | Editor:Elena Yang | ![]() |
![]() |
![]() |
![]() |
![]() |
[A A A] |
Cómo la lucha de Xi contra excesos da nueva forma a China
El Partido Comunista de China (PCCh) ha lanzado una campaña de cuatro meses de duración para instar a sus casi 100 millones de miembros a que refuercen el cumplimiento de un código de conducta que ha fortalecido al Partido en los últimos 12 años.
Esta campaña de educación sobre las reglas de ocho puntos fue planeada nada menos que por el máximo líder de China, Xi Jinping. Durante su gira de inspección al suroeste del país la semana pasada, Xi instó a los órganos del Partido de todos los niveles a organizar y llevar a cabo la campaña de manera meticulosa.
Pidió que se luchara contra la mala conducta y la corrupción en su conjunto, y que se hicieran esfuerzos incansables para erradicar las condiciones subyacentes de la corrupción.
Ejercer plena y rigurosamente la autogobernanza del Partido ha sido una firma y piedra angular del liderazgo de Xi. En su primera comparecencia ante la prensa como secretario general recién elegido del Comité Central del PCCh en noviembre de 2012, reconoció con franqueza que el Partido se enfrentó a "numerosos desafíos severos", con la corrupción como principal preocupación.
Comenzó inmediatamente a abordar la cuestión con la lucha contra el deterioro de la conducta de los funcionarios, de los cuales algunos se entregaban a la extravagancia, se contentaban con formalidades vacías o se habían vuelto burocráticos.
"La conducta del Partido es crucial para ganar el apoyo del pueblo y una cuestión que entraña la supervivencia o la extinción del Partido", advirtió Xi.
En menos de 20 días, las reglas de ocho puntos fueron presentadas por el liderazgo central del PCCh. Explicadas en poco más de 600 palabras, las reglas de ocho puntos establecieron normas para los dirigentes del Partido en relación con los viajes de investigación, las reuniones, la documentación y otros deberes oficiales, para luchar contra los banquetes fastuosos, los eventos de alfombra roja, la pompa, el cortejo, las reuniones innecesarias y las prestaciones de lujo que antaño algunos consideraban símbolos típicos del poder.
De acuerdo con las reglas de ocho puntos, al llevar a cabo estudios de campo a nivel de las bases, los funcionarios deben aprender de la gente en el terreno. No se permiten formalidades ceremoniales como pancartas y arreglos florales. Las reuniones y actos oficiales deben racionalizarse. Deben reducirse al mínimo los protocolos de seguridad, como los controles de tránsito y los cierres de carreteras o de locales.
El código de conducta empezó a aplicarse con fuerza, con resultados inmediatos y notables.
"Pocos preveían que los persistentes problemas de extravagancia oficial que asolan los círculos políticos chinos experimentarían una transformación tan sorprendente", observó el periódico singapurense Lianhe Zaobao.
Durante la última década, las reglas de ocho puntos han seguido evolucionando y ahora siguen siendo un sello distintivo de Xi y los esfuerzos del PCCh para garantizar una gobernanza buena y limpia.
UNA LARGA TRADICIÓN
Xi Jinping, hijo del líder revolucionario Xi Zhongxun, aprendió del enfoque riguroso y disciplinado de su padre sobre la vida y el trabajo desde una edad temprana.
Los cuatro hijos de la familia estudiaron en un internado y todos los fines de semana volvían a casa en autobús. El padre nunca los había recogido con su coche oficial.
Enseñó a sus hijos a vivir con frugalidad y a mantener siempre una actitud humilde y modesta.
Con el paso de los años, el estilo de vida frugal, la estricta autodisciplina y los fuertes lazos con las masas se mantuvieron con Xi Jinping.
A finales de la década de 1980, cuando servía como jefe del Partido de Ningde, una prefectura empobrecida de la provincia de Fujian, Xi Jinping se negó a utilizar un coche nuevo importado como su vehículo para uso oficial, e insistió en usar uno viejo que le había dejado su predecesor.
"Estamos en una zona azotada por la pobreza y no debemos hacer ostentación de riqueza ni caer en la extravagancia", Xi dijo a su personal.
Como explicó en una ocasión, los problemas de mala conducta oficial solían derivarse de la gestión indebida de intereses privados y públicos, junto con el abuso de poder.
En 1989, Ningde introdujo un conjunto de 12 normas para promover la gobernanza limpia y la autodisciplina entre los funcionarios. Estas directrices claras prohibieron conductas indebidas, como el exceso de cenas y bebidas durante las visitas de inspección y el uso de vehículos oficiales para fines personales.
"El poder de nosotros los comunistas, independientemente de su alcance, es otorgado por el pueblo y tiene como único mandato trabajar en su beneficio", señaló Xi.
A principios de la década de 2000, después de que Xi fuera nombrado jefe del Partido en la provincia de Zhejiang, Sun Guangming, miembro de su personal, supervisó la organización de las inspecciones de Xi.
Sun recordó que durante estas inspecciones, Xi exigió constantemente correcciones siempre que los funcionarios locales organizaban recepciones lujosas con platos caros, licores finos o regalos de especialidades locales.
Sobre la base de las instrucciones de Xi, la oficina general del comité provincial del Partido impuso normas estrictas para las recepciones oficiales, dando un toque de atención a las autoridades locales a lo largo del itinerario de Xi antes de cada gira de inspección. Estos requisitos, que suelen constar de siete u ocho puntos, se parecían a las reglas de ocho puntos ahora en vigor, indicó Sun.
Sun cree que las reglas, adoptadas en la reunión del Buró Político presidida por Xi el 4 de diciembre de 2012, significan que Xi ha inaugurado una nueva era de la autogobernanza plena y rigurosa del Partido.
PREDICAR CON EL EJEMPLO
Cuando se establecieron las reglas de los ocho puntos, algunos se preguntaron si la campaña no era más que una moda pasajera o un espectáculo político. Xi sabía que era crucial hacerlas cumplir.
"Las promesas hechas deben cumplirse. En el Buró Político, (el cumplimiento) empieza por mí", sostuvo.
Tres días después de la publicación de las normas, Xi visitó la provincia de Guangdong. Rechazó la opción de alojarse en una suite presidencial, optando en su lugar por una suite estándar en un hotel.
"Nos dijo que no mejoráramos nada en la habitación: ni nuevas compras, ni añadidos adicionales", recordó un gerente del hotel, apellidado Qu.
En el hotel, Xi optó por un bufé sencillo y terminó su comida en menos de 20 minutos. Esto sorprendió a un responsable de catering de apellido Yang, que señaló que el restaurante solía servir más platos incluso para eventos corporativos estándar.
Esa tarde, Xi viajó en un discreto convoy que se mezcló con el tráfico normal, viajando junto a taxis y autobuses, respetando los semáforos. Todo transcurrió como de costumbre: sin caminos despejados, controles de carretera, pancartas ni séquitos.
Al día siguiente, tampoco hubo alfombras rojas cuando Xi asistió a un acto en el parque Lianhuashan.
Fue un viaje que marcó la pauta y definió el estilo sencillo de las más de 100 inspecciones nacionales realizadas por Xi en la década siguiente. Xi ha evitado sistemáticamente los arreglos especiales, optando en su lugar por seguir las costumbres locales y minimizar las molestias a los residentes.
En la zona rural de Shaanxi, cenó con los lugareños platos básicos de la meseta de Loess, como fideos de trigo sarraceno y masa frita. En Gansu, hizo cinco comidas en el tren para aliviar la carga de recepción de las autoridades locales.
Como máximo comandante de las fuerzas armadas, Xi hizo fila una vez con los marineros en un buffet de almuerzo a bordo de un buque de guerra y comió con ellos.
Durante su reciente viaje de inspección a la provincia de Guizhou la semana pasada, Xi se sentó en un banco junto a una torre de tambores y charló con cantantes de canciones folclóricas, artistas del batik y graduados universitarios en una aldea montañosa.
Los internautas compararon la escena con una serie de encuentros similares, señalando que reflejaba la forma natural y cómoda de Xi de conectar con el público, reforzando su imagen de hombre del pueblo, algo que ha permanecido inalterado desde su adolescencia trabajando en el campo y a lo largo de su carrera política.
"A menudo me recuerdo a mí mismo que todos los miembros del Partido me han confiado el cargo de secretario general, por lo que debo ser aún más estricto, predicando con el ejemplo en la defensa de los Estatutos del Partido y la adhesión a la disciplina y las normas del Partido", aseveró Xi.
También es estricto con los miembros de su familia. Xi afirmó que cualquiera que mencione ser su amigo o pariente para buscar favores debe ser rechazado con firmeza y denunciado sin demora.
"Los comunistas no juegan con las reglas del favoritismo en las que alguien gana poder y las personas relacionadas con él reciben privilegios especiales", ha recordado en repetidas ocasiones.
"No asumas que ser hijo de un cuadro te hace inmune a las consecuencias. Cualquiera que viole la disciplina del Partido o las leyes del Estado debe rendir cuentas, y debe ser tratado de forma aún más estricta para dar ejemplo al pueblo", apuntó Xi.
Exigió que la aplicación de las reglas de los ocho puntos comiencen por el Buró Político, compuesto por más de 20 miembros. Durante años, ha sido una práctica habitual que los miembros del Buró Político informen sobre su adhesión a estas reglas durante la sesión anual de crítica y autocrítica.
COMENZAR DE A POCO PARA ROMPER NUECES DURAS
Luchar contra la corrupción no es tarea fácil. Al comenzar con la indulgencia de los funcionarios en banquetes lujosos --un símbolo visible de exceso y privilegio--, Xi dio un primer golpe estratégico que abordó el descontento público.
Incluso los pasteles de luna se pusieron en el centro de atención. Un regalo tradicional durante el Festival del Medio Otoño, los pasteles de luna, en el apogeo de la cultura del soborno, se habían transformado en una tapadera conveniente para el soborno.
Xi aplaudió la atención de los combatientes de la corrupción hacia los pasteles de luna. "Enfocarse en los pasteles de luna puede parecer trivial, pero en realidad se trata de abordar la corrupción oculta detrás de tales prácticas", dijo.
Los observadores describen la estrategia de Xi como un abordaje paso a paso, logrando avances constantes. Al enfocarse en asuntos aparentemente pequeños, como el uso indebido de fondos públicos para pasteles de luna, tarjetas de felicitación, fuegos artificiales, etc., el esfuerzo pasó de lo simple a lo complejo, logrando avances graduales.
Para dar más peso a las reglas de ocho puntos, el máximo órgano de control disciplinario del Partido nombra y avergüenza regularmente a los infractores y anuncia sus castigos para disuadir a otros.
Estas medidas no solo sirven como castigo, sino también como una llamada de atención, haciendo retroceder a los infractores antes de que las infracciones menores se conviertan en delitos más graves o incluso en actos criminales.
En una década, aproximadamente 1,1 millones de personas fueron amonestadas, reprendidas o castigadas por violar las reglas.
La decisión de Xi de abordar las malas conductas fue una medida bien pensada. Dado que el comportamiento indebido y la corrupción tienen la misma raíz, las reglas representaron un primer golpe decisivo al corazón del problema.
Tras asumir el cargo más alto, Xi lanzó una tormenta anticorrupción sin precedentes que ha barrido todos los rincones del servicio público, atrapando tanto a "tigres" de alto vuelo como a "moscas" de nivel inferior. Algunos de los funcionarios de más alto rango -- incluyendo exmiembros del Buró Político y su Comité Permanente, altos mandos militares y jubilados que dejaron sus puestos de liderazgo hace años, han sido llevados ante la justicia.
Plenamente consciente de que la corrupción es el problema que más resiente a la gente, Xi expresó: "Si no ofendemos a cientos de funcionarios corruptos, ofenderemos a 1.400 millones de chinos".
Aunque se ha logrado una victoria abrumadora, Xi advirtió que la lucha contra la corrupción y las malas conductas nunca terminará.
De hecho, continuamente han surgido nuevas formas de eludir las reglas de los ocho puntos. Algunos funcionarios trataron de evitar hoteles y restaurantes para disfrutar del lujo en villas privadas y retiros rurales aislados. Algunos incluso buscaron la extravagancia en el extranjero.
Xi usó una metáfora para enfatizar la naturaleza a largo plazo de las reglas. "Así como una habitación necesita una limpieza regular, el polvo en nuestras mentes debe ser eliminado regularmente", indicó.
A veces, era más directo, diciendo que "si diez años no son suficientes, entonces veinte años; Si veinte años no son suficientes, entonces treinta años".
TRANSFORMACIONES PROFUNDAS
La prohibición de las recepciones oficiales extravagantes, junto con las restricciones a los gastos de viajes y vehículos gubernamentales, ha mitigado la frustración pública acumulada durante años. Los que antes eran símbolos de privilegio burocrático --fastuosos banquetes, viajes superfluos y el uso personal de vehículos oficiales-- han desaparecido en gran medida.
Con las reglas de los ocho puntos firmemente establecidas, la transparencia ha mejorado a medida que los departamentos y agencias gubernamentales continúan actualizando sus prácticas para divulgar gastos regularmente. El enfoque del público también ha cambiado, de la indignación por los excesos a examinar cómo se está reinvirtiendo el dinero ahorrado por frenar la extravagancia.
Wang Jixia, exfuncionario encargado del cultivo de vegetales en Laoling, provincia de Shandong, conocía bien los problemas de salud que afectaban a los oficiales: hígado graso, hipertensión y colesterol elevado, todas consecuencias de interminables rondas de banquetes lujosos. "Tomar alcohol dos veces al día parecía parte del trabajo", recordó.
Pero ahora es diferente. La prohibición de recepciones extravagantes le permitió a Wang concentrarse en su labor real, dedicando más tiempo a visitar agricultores para evaluar cultivos. Su salud también mejoró.
Xi destacó este cambio en el estilo de vida de los funcionarios: "En lugar de asistir a eventos lujosos y beber en exceso, muchos ahora sienten un renovado alivio", comentó en una reunión.
El impacto de las reglas de ocho puntos va más allá. Al aumentar la conciencia de los servidores públicos para servir al pueblo, se agilizó la administración, ahorrando tiempo y esfuerzo a empresas y ciudadanos.
Esta transformación también redefinió normas sociales. Hoy se valora la sencillez sobre el derroche. Los restaurantes ofrecen porciones más pequeñas y los comensales llevan sobras a casa. Los alimentos que antes eran demasiado caros han vuelto a ser asequibles.
Incluso en bodas y funerales se han reducido los banquetes opulentos, optando por opciones más simples y económicas. Las agencias e instituciones que reservan conferencias prefieren sedes modestas sobre hoteles lujosos o complejos turísticos.
Las reglas de ocho puntos han ayudado a restaurar la confianza pública. Una encuesta reciente reveló que el 94,9 por ciento de los encuestados aprobaba las reglas.
"Debemos demostrar que no solo somos capaces de presentar resultados, sino también de hacerlo con genuina dedicación", sostuvo Xi. "Solo así podremos ganar verdaderamente la confianza del pueblo", afirmó.
MARTILLANDO CLAVOS
Xi ha transformado el Partido y el país mediante las reglas de los ocho puntos. Sin embargo, sigue siendo muy consciente de que la misión dista mucho de estar cumplida.
"Ciertas áreas se han vuelto más laxas, algunos puntos ciegos siguen sin abordarse y han comenzado a resurgir prácticas poco saludables", señaló Xi la semana pasada durante su gira de inspección.
Un caso sonado ocurrido en diciembre de 2022 puso de manifiesto la persistencia de las malas conductas.
Seis altos funcionarios de la provincia de Qinghai, en el noroeste de China, celebraron una juerga de borrachera en el dormitorio de la Escuela del Partido provincial, en una flagrante violación de las normas.
La juerga con alto consumo de alcohol, que duró varias horas, tuvo graves consecuencias al día siguiente. Uno de los funcionarios fue hospitalizado debido a un ataque al corazón, mientras que otro murió por intoxicación etílica.
Las investigaciones revelaron que estos funcionarios habían formado una camarilla a lo largo de los años de socialización, aprovechando sus cargos para intercambiar favores. Todos ellos recibieron severos castigos.
Tras el XX Congreso Nacional del PCCh, celebrado a finales de 2022, los organismos disciplinarios de China han tramitado 768.000 casos de mala praxis y corrupción a nivel popular, imponiendo sanciones a 628.000 funcionarios.
Solo en enero de este año, los organismos disciplinarios de todo el país investigaron y abordaron 16.430 casos de violaciones de las reglas de los ocho puntos.
"Los problemas de conducta son recurrentes y están profundamente arraigados; no pueden resolverse de la noche a la mañana ni erradicarse con una sola campaña decisiva. Debemos evitar los esfuerzos superficiales y efímeros que se desvanecen como una ráfaga de viento pasajera", ha advertido Xi.
En una reunión anticorrupción de alto nivel celebrada en enero, Xi identificó la naturaleza profundamente entrelazada de la mala conducta y la corrupción como un "problema prominente" y pidió una ofensiva integrada.
La última campaña educativa marca el renovado impulso de Xi para abordar el problema. Durante sus conversaciones con funcionarios locales la semana pasada, advirtió contra el mero cumplimiento superficial, subrayando que tal enfoque es contrario a las propias reglas de los ocho puntos.
"Como cuando clavamos un clavo, que debemos martillarlo unas cuantas veces más, hasta que el cambio se arraigue profundamente en el comportamiento y la forma de pensar de la gente", expresó Xi.
(por los redactores de Xinhua Zhou Xiaozheng, Xu Lingui, Wang Di, Cheng Zhuo, Yu Xiaohua, Cao Peixian y Zhang Bowen)
