spanish.china.org.cn | 21. 03. 2025 | Editor:Filo Fu | ![]() |
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De las bibliotecas a los parques temáticos
Serenidad y liberación entre montañas rusas y desfiles
Una tendencia inusitada toma por asalto China: ir masivamente a Disneylandia, Universal Studios y otros parques temáticos no por la emoción de las atracciones, los desfiles o la magia de los cuentos de hadas, sino para relajarse y aprender la lección.
Li Xishan, estudiante de doctorado en la Universidad de Medicina de Beijing, pasa la mayor parte del día metida en libros, trabajos de investigación y preparativos para exigentes pruebas. La presión es implacable, y las largas horas en la biblioteca a menudo la dejan exhausta y mentalmente agotada, cuenta.
«Si voy a pasar horas repasando, ¿por qué no hacerlo en un lugar más interesante? Al menos así puedo descansar viendo un desfile en vez de mirar los mismos muros de la biblioteca», afirma Li, quien tiene un pase anual para los Estudios Universal de Beijing.
Rápidamente calculó que si iba al menos tres veces al año, el coste estaba justificado. Y si iba más, podría aprovechar al máximo su valor y, al mismo tiempo, tomarse unos respiros muy necesarios de la facultad.
Li ha desarrollado una rutina. Llega por la mañana temprano, antes de las multitudes. Encuentra un lugar tranquilo cerca de la cafetería Peet's, saca sus materiales, pide un café y se sumerge en los textos.
Por más increíble que parezca, el ruido de familias felices y niños animados le ayuda a concentrarse. «Es diferente al silencio de una biblioteca, ya que es una especie de 'ruido blanco' que evita que me sienta demasiado aislada», asegura.
Después de varias horas de práctica, toma una merecida pausa. A veces da un paseo corto para estirar las piernas, pasa por delante de montañas rusas y oye los gritos de quienes buscan emociones fuertes. Otras veces, asiste a un espectáculo o se sienta junto al lago a disfrutar del paisaje.
«Ver a otras personas divertirse me recuerda que la vida no son solo exámenes e investigación», señala.
A media tarde, va a otro lugar, usualmente cerca del castillo de Hogwarts, situado en la sección dedicada al Mundo de Harry Potter, donde puede continuar con sus apuntes y repasar casos prácticos.
Sus amigos y compañeros le preguntan con frecuencia por qué no estudia en la biblioteca o en una cafetería.
«En la biblioteca me siento atrapada, y las cafeterías son caras si me paso todo el día sentada». «Pero aquí puedo estudiar, descansar e incluso hacer un poco de ejercicio, todo por el precio de un pase anual».
Sus hábitos han inspirado a algunos de sus camaradas, y juntos han formado un grupo informal que se reúne en distintos rincones del parque y se motiva mutuamente.
Solos entre el montón
La mayoría de los que estudian en parques temáticos tienen pases anuales de alumno. Para Universal Studios cuesta 988 yuanes (136 dólares), y para Disneylandia 1399 yuanes.
A Ye Shuyan, estudiante de medicina de 20 años de la Universidad de Shanghai, le encanta Disneylandia.
Vive fuera del campus y le cuesta concentrarse cuando se queda en su apartamento, que, según dice, está lleno de distracciones. Con un pase anual y la proximidad de Disneylandia a su universidad, Ye ha combinado su amor por el parque temático con sus rutinas de estudio.
«Disneylandia es el equilibrio perfecto entre diversión y concentración», sostiene, y añade que puede repasar materias mientras se toma respiros y disfruta del entorno.
Ye suele pasar las tardes y las noches en los sitios más tranquilos de los restaurantes o en las zonas de descanso al aire libre. Esos, que frecuentemente pasan desapercibidos para los visitantes, ofrecen paz y tranquilidad y vistas de calmados alrededores.
«El ambiente es muy diferente al de los típicos lugares de estudio. Los colores y la decoración lúdica despiertan mi creatividad y me siento a gusto», continúa, y agrega que hay muchas opciones de comida disponibles.
«Hay momentos en los que me apetece un receso y montarme en la montaña rusa o ver un desfile, pero antes me pongo objetivos. No voy a divertirme hasta que cumplo las metas del día. Así mantengo un buen ritmo», resalta.
La creciente tendencia a estudiar en espacios poco convencionales refleja las necesidades cambiantes de los jóvenes, quienes van a por entornos que fomenten la creatividad, la calma y la concentración. El panorama festivo de Disneylandia proporciona una interrupción bienvenida a las presiones de la vida académica, y permite recargar pilas antes de volver a los textos.
No obstante, Ye anota que Disneylandia no es para todo el mundo y representa una nueva forma de concebir los espacios de estudio. Su mezcla de ocio y concentración le genera pausas sin culpa y abordar sus materias con una actitud más positiva, apunta.
Nutre tu cerebro
Su enfoque es compartido por Zhao Xinyue, que un día, mientras esperaba en la cola, vio a alguien memorizando palabras con un iPad. A partir de entonces, ella también empezó a utilizar Disneylandia como lugar de estudio, entre 5 y 6 veces al mes.
Zhao, estudiante de informática en la Universidad de Nanjing, empezó a buscar prácticas en Shanghai en octubre de 2024 y compagina su pasión por el parque temático con su preparación para las entrevistas.
Como vive cerca de la línea 11 del metro, le resulta fácil llegar. Suele escoger momentos tranquilos, como a primera hora de la mañana, o mientras espera en la cola de los restaurantes o en los eventos en las carpas. Esto para ella es calma, y ni siquiera la alegre música la distrae.
«El fondo musical me agrada y relaja, me ayuda con las tareas que requieren creatividad o repetición», manifiesta, y agrega que el júbilo la motiva y le resta estrés, aumentando su productividad.
Recuerda una vez la exigente depuración de un código informático.
«No podía resolverlo, así que me subí a mi juego favorito: Piratas del Caribe. Después de unas cuantas vueltas, tuve un gran avance y volví a mi código con nuevas ideas», cuenta.
Aunque Zhao suele aprender sola, se ha dado cuenta de que otros también utilizan Disneylandia para lo mismo. Cree que la tendencia representa un giro en la forma en que los jóvenes llevan su aprendizaje. Además, ella ha intentado en otros sitios, como bibliotecas y aulas, pero esos espacios a veces le resultan aislantes.
Listos para trabajar
Xu Han, una trabajadora a distancia de 28 años de Shanghai, ha llevado esta idea aún más lejos: ha convertido Disneylandia en su centro laboral semanal.
Con la libertad de elegir dónde hacerlo, Xu, una fanática del parque, se dio cuenta de que el rincón más feliz del mundo podía ser también el más productivo. Como vive a solo 6 paradas de metro, compró un pase anual e hizo del recinto su centro laboral número uno.
La jornada empieza a primera hora de la tarde. Los extensos prados verdes son ideales para trabajar: al aire libre, generalmente bajo el sol y con un alegre fondo musical. Realiza sus tareas con una sensación de ligereza que una oficina normal nunca podría darle. Al caer la tarde, termina su faena y se premia con su juego predilecto, por último, una comida en Disneytown antes de volver a casa.
Puede parecer que laborar en un parque temático es pura distracción, pero Xu no lo ve así.
«Hacer las cosas más duras en el 'lugar más feliz' compensa parte del estrés», explica. El entorno estimulante, combinado con la energía musical de Disneylandia, le ayuda a mantenerse motivada y concentrada. En vez de sentirse dividida entre el trabajo y el ocio, encuentra el contraste divertido y eficaz, y transforma la jornada de una carga a algo agradable.
De vez en cuando, actuaciones espontáneas de músicos llaman su atención. Sin embargo, como no son actos programados, se permite poner un alto a su labor y disfrutar antes de volver al portatil.
Xu indica que ha visto a otras personas trabajando o estudiando en el parque, pero que no ha interactuado mucho con ellas, pero cree que la creciente moda refleja un cambio social más profundo.
«El trabajo y la presión académica se han convertido en algo abrumador para mucha gente. Tener un espacio para desconectar, aunque sea brevemente, es esencial», afirma. Xu lo considera un método autoimpuesto de motivación.
Xiao Ruan, de 25 años, estudiante de tercer curso de arquitectura en Beijing, opina que estudiar en un parque no es una moda ni una idea romántica, sino simplemente una decisión práctica.
«Mi casa es demasiado estrecha y no quería ir a la biblioteca. Además, tengo una personalidad de artista: me concentro mejor cuando hay gente alrededor», sostiene.
Xiao empezó a ir a los parques cuando realizaba su tesis, atraída por los espacios abiertos y, sobre todo, por el sol. Aunque hay quienes se la imaginan en puntos conocidos como el parque Ditan o el parque Shougang, es igual de probable encontrarla en un tranquilo paraje verde cerca de su apartamento. «No voy mucho, solo cuando sale el sol. Me gusta el calor», añade.
Su rutina es sencilla: busca un banco soleado junto a un lago en un parque, abre su portátil y se pone a trabajar.
«Bajo el cielo, con una suave brisa y el susurro de las hojas, hasta la tesis más desalentadora parece un poco más manejable», suspira, y enfatiza que no tiene problemas con las distracciones. Si se cansa, da un paseo, disfruta del aire fresco y vuelve a casa.
Fuera de los parques, ha probado otros sitios poco habituales, como trenes de alta velocidad, aeropuertos e incluso aviones, aunque sigue prefiriendo los primeros.
«El tiempo es más corto y no siempre me siento relajada, pero mi eficiencia es mayor. Aun así, cuando brilla el sol y se acercan las fechas de entrega, no hay nada como un banco tranquilo, una brisa cálida y un portátil a cielo abierto», constata.
Un compromiso
El fenómeno muestra la difícil situación que enfrenta la juventud contemporánea, entre la presión del éxito y el deseo de disfrutar.
En un sistema educativo como el chino, en el que «actuar sin reflexionar» es un lujo, los jóvenes encaran una paradoja: darse demasiados caprichos les parece irresponsable, pero el aprendizaje tradicional les resulta asfixiante. Al elegir un parque temático, buscan un compromiso, una forma de equilibrar las expectativas académicas con la diversión. Esto desvela un espíritu aventurero que desafía convenciones, sin un impulso por los resultados, sino por el deseo de explorar.
«Escoger estudiar en un entorno más caótico mientras se realizan actividades que requieren atención es un acto de desafío contra las normas ortodoxas, pero como cualquier periplo lleno de riesgos, este método transgresivo puede resultar finalmente insostenible», explica Yu Hai, profesor de sociología de la Universidad de Fudan.
La sensación inicial de libertad puede acabar dando paso al sentimiento de culpa a medida que aumentan las presiones académicas, lo que revela que, a pesar de sus intentos de liberarse, los jóvenes siguen atados a las mismas expectativas de las que pretenden escapar, continúa.
«Estudiar en sitios alegres como Disneylandia es algo más que un experimento de eficiencia: es un acto involuntario de rebeldía, una búsqueda de nuevas posibilidades en un mundo que por lo general solo presenta rigidez», concluye.
