spanish.china.org.cn | 14. 03. 2025 | Editor:Teresa Zheng | ![]() |
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Tóxica política arancelaria abre el camino hacia una recesión en EE.UU. y crea dudas en el comercio mundial
Washington cree firmemente poder ganar la guerra arancelaria que libra contra el resto del mundo, y esto lo ha convertido en un adicto a la militarización de los gravámenes en un intento de «volver a hacer grande a Estados Unidos».
Pero esta convicción no es más que una ilusión, ya que en un mundo interconectado ninguna economía puede mantenerse al alza perjudicando a otras, como lo demuestran los efectos bumerán que esta disputa ha infligido en su propia economía.
Después de ver el miércoles que no cambiaría de opinión en el último momento y que seguiría adelante con una tasa del 25 % sobre el acero y el aluminio, los tres principales índices bursátiles estadounidenses cayeron en picada. El martes, el S&P 500 lo hizo en el orden del 9,3 % desde su máximo histórico de febrero, mientras que el Nasdaq restó 13,6 % también desde su pico de diciembre.
El impacto negativo en los sectores relevantes se dejará sentir pronto, por no mencionar las repercusiones en otros rubros estadounidenses, incluido el agro, debido a los aranceles en represalia que impondrán las otras partes. Por ejemplo, estos impuestos no pueden potenciar la producción de acero y aluminio en Estados Unidos ni crear más puestos de trabajo, solo dañar a empresas y consumidores locales. Sus efectos resonarán en los ramos automotor, de maquinaria eléctrica y equipos de construcción, entre otros, debilitando la competitividad global de la oferta estadounidense en estos mercados.
Si Estados Unidos pone en práctica la amenaza arancelaria «recíproca» de su presidente el mes que viene, alimentará aún más el pánico del mercado y hará que la inflación pase de ser una preocupación a un desafío práctico.
Incluso algunos miembros del círculo económico y financiero han expresado su temor colectivo por las posibles repercusiones de este conflicto en la economía estadounidense.
Conscientes de ello, el presidente y sus principales asesores se reunieron el lunes en la Casa Blanca con destacadas figuras empresariales del país para calmar al mercado. Varios directores ejecutivos de firmas de alta tecnología indicaron su inquietud por los aranceles, advirtiendo que su emisión sería perjudicial para dicho ámbito.
La comunidad empresarial y grupos de presión han señalado a altos funcionarios, como la jefa del Gabinete, Susie Wiles, que el mandatario deje un margen para negociar un recorte de los gravámenes y desarrolle una «agenda más predecible» a fin de aliviar las tensiones del mercado.
Sin embargo, el secretario de Comercio, Howard Lutnick, afirmó el martes en una entrevista que incluso si la economía local cae en recesión, las políticas arancelarias del presidente «merecerán la pena», denominándolas «lo más importante que Estados Unidos ha tenido hasta el momento».
Esta declaración contrasta con sus comentarios en otra intervención con los medios el domingo, cuando apuntó rotundamente que el país no entraría en recesión económica, y que los estadounidenses «nunca» deberán prepararse para ella. En cuanto a las críticas del exterior por la incoherencia de esta política, Lutnick dijo que «cualquiera que apueste contra Donald Trump probablemente sea un tonto».
Todo esto ha servido para aumentar el pánico a que el Gobierno diga finalmente que una recesión es inevitable, sin explicar cómo acabará con ella y cómo dicho resultado derivará en un futuro mejor.
Aunque la Organización Mundial del Comercio anotó en el último número de su «Barómetro del comercio de bienes», publicado el miércoles, que el índice se mantiene casi sin cambios desde diciembre del año pasado, destacó que la creciente incertidumbre de las medidas comerciales y la perspectiva de nuevos aranceles pueden ejercer presión sobre el comercio a medio plazo, y que el aumento de estas dudas puede favorecer temporalmente el comercio, ya que compañías y consumidores importarán antes de las posibles acciones, lo que puede reducir la demanda a fines de este año.
Los efectos sistémicos tardarán en manifestarse en la economía mundial. Pero la historia ha demostrado y lo seguirá haciendo que las guerras arancelarias no tienen vencedores. Si el Gobierno estadounidense recurre a la extorsión, la intimidación y la coerción como arte de negociación, no volverá a hacer grande al país.
