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spanish.china.org.cn | 24. 02. 2025 | Editor:Eva Yu [A A A]

Con indignación el mundo atestigua la imposición de los aranceles de Donald Trump

Palabras clave: aranceles, Donald Trump
Spanish.china.org.cn | 24. 02. 2025



Por Jorge Fernández


Estados Unidos, al militarizar su economía, su mercado y su dólar, empuña un arma de doble filo, e ignora que el mundo, con la participación de China, ha abierto rutas comerciales en regiones tan diversas como América, Medio Oriente y Asia central.


Con indignación el mundo atestigua la imposición de aranceles punitivos por órdenes de Donald Trump. Hoy el mercado de Estados Unidos, otrora impulsor del comercio internacional, es un recurso militarizado que somete a otros a aceptar demandas desvinculadas del ejercicio económico: “o te sometes a mis exigencias o pagarás el precio con onerosos aranceles”. Esta política imperial atenta abiertamente contra el principio del libre comercio, el cual el mismo Estados Unidos solía defender a capa y espada. Por encima de esto, condena al mundo a una suerte similar a la pierda de Sísifo: tras años de esmerado esfuerzo en todos los rincones del mundo para liberar el comercio, ahora Trump busca hacernos regresar al mismo lugar donde empezamos todos.

Algo está mal con Estados Unidos; peor aún, algo se rompió en su institución presidencial. Desde cualquier ángulo del que se quiere estudiar el tema, los escenarios resultan catastróficos para todos, incluido el que le depara al pueblo estadounidense. ¿Qué busca Trump con los aranceles? Si lo que anhela es reindustrializarse bajo un esquema de sustitución de importaciones, entonces el escenario no pinta nada bien para el consumidor de la Unión Americana. Bajo este esquema la consecuencia lógica es que los consumidores deberán pagar más por los mismos productos que antes llegaban del exterior a un menor costo. Con políticas que contravienen la tendencia de los tiempos, Trump traiciona los principios que antes Estados Unidos defendía a capa y espada.

Pero la reconversión de la maquinaria industrial es solo un cebo de poca credibilidad. Por encima de esto se halla la militarización del mercado, de las inversiones y del dólar estadounidense, que ahora son sin tapujos monedas de cambio a las que se les adjunta una demanda política. Y eso está mal. La estrategia de Donald Trump para someter a países tan cercanos como México o Canadá, o tan lejanos como China, hará temblar no solo a los mercados internacionales con la irrupción violenta de nuevos aranceles, sino que también perturbará alarmantemente a su propia economía, sobre la cual pende una subida porcentual en la inflación. Estamos en los prolegómenos de una decisión con efecto dominó en donde nadie saldrá beneficiado. Si lo que Trump busca con esa medida es engrandecer su país, el tiro saldrá por la culata cuando los electores le manifiesten su sentir en las urnas.

A nivel mundial el nuevo escenario no pinta nada bien. En medio de amenazas veladas y sin escrúpulos, ni los vecinos de Estados Unidos logran evadir el embate, mucho menos sus socios europeos y ya ni qué decir de los más lejanos, como China, Corea y Japón. El presidente Donald Trump ha anunciado 25 por ciento de aranceles para el acero y el aluminio, del cual México, Canadá y Brasil salen perjudicados; ha incorporado un impuesto del 10 por ciento a todos los productos de China; y ha puesto en el patíbulo a Reino Unido y a la Unión Europea con el argumento de que estos países no se llevan nada de la Unión Americana, mientras que ellos deben comprarles todo lo que ahí producen. Entre amenazas y resoplidos, habría que preguntarle al presidente Trump si cree que estos países son mancos y que no responderán con medidas defensivas para salvar sus economías, sus intereses, su soberanía y su orgullo nacional ante tan inadmisibles humillaciones. Sus acciones son provocaciones que conducen a guerras comerciales de las cuales no habrá ni vencedores ni vencidos.

La nueva administración de Donald Trump asume que el país está en una posición hegemónica con poder absoluto para dictar el camino de la humanidad. Pero, por el contrario, el mundo atestigua una configuración en los polos de poder, orientado al multilateralismo, en donde China ocupa una posición clave para definir nuevas fórmulas. La imposición de medidas restrictivas orilla al mundo indefectiblemente a deconstruir la imagen idílica de la unipolaridad, encabezada por Estado Unidos y sus instituciones. La arbitrariedad norteamericana refuerza la urgente necesidad de empoderar a todos, grandes y pequeños, fuertes y débiles, a alzar la voz y decidir conjuntamente en beneficio de la colectividad. Y ahí es donde China desempeña un papel crucial en la historia democrática de la humanidad. Hoy es evidente que las instituciones estadounidenses están en crisis y que las políticas de Donald Trump son erróneas. Tanto para China como para el amplio contingente de países que forman el Sur Global, el fin común es la construcción de un sistema económico de desarrollo justo y de beneficio compartido y no, en contraste, uno imperial que perpetúe un sistema en el que el poderoso impone a los débiles lo que deben hacer.

Estados Unidos sobrestima su papel en el contexto actual y subestima los esfuerzos de la orquesta de naciones por materializar reformas en el sistema mundial. Es innegable la voz del Sur Global para materializar organizaciones económicas y financieras. La participación de la gran mayoría de países trabaja por la creación de un sistema de gobernanza más democrático y justo para todos. Y entre estos trabajos, iniciativas de China como la Franja y la Ruta enlazan a países de África, Asia y América Latina, sin ignorar a Europa, en un sistema de colaboración donde todos potencian tanto el desarrollo propio como el ajeno. Estados Unidos pretende imponer prácticas discriminatorias y de no mercado, y contrario a toda lógica, contraviene de forma flagrante las normas internacionales de inversión y de comercio.

En el mundo de hoy, las relaciones internacionales son complejas y están marcadas por una creciente interdependencia. Irrumpir en una tendencia histórica de los tiempos y amenazar al mundo con imposiciones punitivas, como los aranceles, equivale a darse un tiro en el propio pie. Trump no solo está golpeando a China, sino que también está lastimando al mundo y a la economía de su propio país. Estados Unidos, al militarizar su economía, su mercado y su dólar, empuña un arma de doble filo, e ignora que el mundo, con la participación de China, ha abierto rutas comerciales en regiones tan diversas como América, Medio Oriente y Asia central. Las acciones de Trump no solo cohesionan al Sur Global sino que, para desgracia de Estados Unidos, lo desvinculan del reparto de riqueza que debe gozar el mundo entero, incluido el pueblo norteamericano.