spanish.china.org.cn | 09. 12. 2024 | Editor:Eva Yu | [A A A] |
La modernización de China: un camino distinto al de Occidente
Por Jorge Fernández
Que quede registrado en los anales de la historia que la modernización China no es igual a la de Occidente, y que dista mucho de parecerse a ella.
Nadie en el mundo imaginó que el despegue de China alcanzaría en tan poco tiempo niveles de desarrollo equiparables a los de Occidente. Ese camino que el pueblo emprendió con la revolución comunista y que llevó a la fundación del nuevo Estado no ha dejado de recibir embates ni boicots de los países más desarrollados, los cuales siempre han estado intrigados por cómo China está pavimentando su modernización. El ascenso chino ha tomado a muchos por sorpresa, a tal punto de creer que este proceso emula las más sórdidas prácticas ejecutadas por Occidente.
Los ahora países desarrollados en América y Europa hicieron uso de las más deleznables prácticas, tanto en sus años como potencias coloniales como en su etapa de industrialización, para lograr sus ahora niveles de desarrollo. Excolonias británicas que reprodujeron el modelo explotador del que fueron objeto, Estados Unidos incluido, ahora piensan, bajo la lógica de sus propias acciones, que China hará lo mismo. Esas ideas sobre la modernización de China, repetidas hasta el cansancio y difundidas ampliamente por la narrativa de la maquinaria ideológica de Occidente, están muy alejadas de la realidad. China aplica una lógica de desarrollo coherente con su pasado y armoniosa con la comunidad de naciones.
Con el inicio de la política de Reforma y Apertura, China aceleró su proceso modernizador. El revolucionario cambio impulsado por Deng Xiaoping hoy es motor clave del desarrollo nacional y herramienta impulsora del cambio social, político y económico de China. La transformación del país asiático mantiene una clara congruencia con su pasado histórico y, por tal motivo, está impedida de repetir con otros aquellas acciones aplicadas por Occidente, las cuales trajeron miseria, sufrimiento y dolor a los chinos. Es, además, consistente con la idiosincracia nacional, y no hace a los demás lo que no desearía para sí misma. Sobre sus experiencias históricas se sustenta un pensamiento de desarrollo compartido, el cual avanza exento de explotaciones, imposiciones o manipulaciones contra los más débiles.
Hoy el mundo atestigua gran inestabilidad y efervescencia que hacen que la falta de paz se cierna sobre más regiones. La política del poder y la imposición de sistemas políticos por la fuerza asestan repetitivos golpes al desarrollo, a la anhelada modernización y a la prosperidad de los pueblos. El mundo está sujeto a un sistema violento que a Occidente le genera dividendos, pero que, por el contrario, al resto del mundo le causa hambre y subdesarrollo. En oposición a esa lógica de poder y desarrollo, China ha florecido como el loto dejando el fango muy abajo. Ha emergido de la inmundicia por la vía de la paz y la compartición, y ofrece una bella flor que simboliza esperanza de cara a un mundo definido por el saqueo, la guerra y la dominación.
El sueño chino es real y ha encajado bien en la psique popular. En la nueva era, esta nación persigue el rejuvenecimiento nacional y, codo a codo con el mundo, la construcción de una comunidad de futuro compartido para la humanidad. Sin pausas en la transformación, la dirigencia aplica un enfoque racional y científico, el cual acelera y profundiza con eficiencia el carácter integral de la reforma y apertura. En este contexto, un hecho trascendental que no debe desestimarse es la tercera sesión plenaria del XX Comité Central del Partido Comunista de China. En ella se le ha dado un nuevo impulso al proceso de reforma y apertura y ello, en consecuencia, abre paso a un nuevo capítulo de la modernización y de las relaciones de China con el mundo.
Ahora, en estos tiempos de incertidumbre global, el modelo de desarrollo chino debe atrincherarse y hacer mella en cada región geográfica, especialmente en las más desfavorecidas. Occidente ha demostrado con la brecha entre países ricos y pobres que la prosperidad que ellos pregonan es una quimera que solo enriquece más a los que ya son ricos. China, por el contrario, defiende que la prosperidad solo es sustentable con el trabajo conjunto y con la aceptación de que el futuro es común y compartido por todos. En el camino hacia la globalización económica, el beneficio compartido y el desarrollo equitativo entre Estados son pilares de toda modernización, tanto de la propia como de la ajena.
El desarrollo de alta calidad impulsado por China apunta a derramar sus beneficios sobre todos, con especial atención en el Sur Global, que siempre ha quedado marginado de la repartición de bienes. La modernización que China emprende de la mano de la orquesta de naciones no distingue etnicidad, sistemas políticos o culturas. Por el contrario, retoma la gran diversidad que define al mundo y hace de ella su principal fortaleza para beneficio propio y de los demás. La modernización que Occidente demanda con la imposición violenta de sistemas políticos y formas de pensamiento no es real. Por el contrario, es un mito que ha beneficiado a unos pocos y que ha sumido a los más desafortunados en guerras y calamidades.
La modernización de China parte del respeto a la autodeterminación y del derecho que tienen los Estados a ser tratados como iguales entre la comunidad de naciones. China no distingue entre grandes y pequeños. En oposición a prácticas que perpetúan un sistema abusivo, China sustenta sus relaciones en las aportaciones materiales e inmateriales que pueden hacerse mutuamente. Y ello, en consecuencia, impulsa las relaciones y genera un desarrollo compartido que conduce a la modernización. Si China ocupa hoy una posición influyente, esto es porque el modelo ejecutado en su camino a la modernización es inclusivo, porque el desarrollo que lo caracteriza es compartido y porque los beneficios que consigue los reparte entre todos por igual. Que quede registrado en los anales de la historia que la modernización China no es igual a la de Occidente, y que dista mucho de parecerse a ella.