spanish.china.org.cn | 20. 11. 2024 | Editor:Teresa Zheng | [A A A] |
Río simboliza un nuevo comienzo para el multilateralismo
El 18 de noviembre, en la XIX Cumbre del G20, dedicada a la Lucha contra el Hambre y la Pobreza y a la Reforma de las Instituciones de Gobernanza Global, el presidente Xi Jinping pronunció dos importantes discursos, titulados «Construyendo un Mundo Justo de Desarrollo Común» y «Construir de la Mano un Sistema de Gobernanza Global Justo y Razonable». «Justo» y «razonable» fueron los términos centrales de sus intervenciones y representan la visión y el consenso de gran parte de los países del Sur Global para un mundo mejor.
La cita de este año ha priorizado la lucha contra el hambre y la pobreza y ha decidido establecer una «Alianza Global contra el Hambre y la Pobreza.» Detrás de este lastre yace una cuestión de justicia. Con la capacidad actual de producción de alimentos, garantizar la provisión no debería ser un problema. Datos de Naciones Unidas muestran que la población mundial superó los 8000 millones en 2022, mientras que los cultivos sobrepasaron los 2700 millones de toneladas, suficiente para satisfacer las necesidades básicas de todos. La causa fundamental de las frecuentes crisis alimentarias radica en la desigualdad en el proceso de producción y distribución, que ha llevado a una situación en la que por un lado hay «exceso de oferta» y «se quema grano para obtener petróleo», mientras que otros enfrentan «no tener nada de comer» y «esperan que el arroz se cocine» Los países del Sur Global sufren esta disparidad. La prosperidad y la estabilidad en el mundo no pueden partir de la premisa de que los pobres son cada vez más pobres, mientras los ricos son cada vez más ricos. Para abordar las raíces del hambre y la miseria, los países deben trabajar juntos para incentivar un desarrollo más inclusivo, beneficioso para todos y resistente.
En cuanto a la reducción de la pobreza, los logros de China han atraído la atención mundial. El país ha sacado de la miseria a 800 millones de personas y ha alcanzado los objetivos de reducción de la misma de la Agenda 2030 para el Desarrollo Sostenible de la ONU antes de lo previsto. Estos resultados no han surgido de la nada, proceden de esfuerzos concertados y del duro trabajo del Gobierno y el pueblo chinos. En su alocución, el presidente Xi inspiró a los países en desarrollo con la experiencia y el esfuerzo de China para aliviar este mal. «La historia de China es la prueba de que los países en desarrollo pueden erradicar la miseria, y de que un pájaro más débil puede empezar pronto y volar alto, cuando existe resistencia, perseverancia y espíritu de lucha que permiten que las gotas de agua penetren en las rocas con el paso del tiempo y conviertan los proyectos en realidad. Si China puede conseguirlo, otros países en desarrollo también pueden hacerlo». Estas alentadoras palabras resonaron en los corazones del Sur Global.
Como foro principal para la cooperación económica internacional, la cumbre de líderes del G20 reúne a las principales economías desarrolladas del mundo y a los mercados emergentes. Sus 16 años de vida han demostrado una y otra vez la enorme sinergia generada cuando estos dos grupos unen fuerzas. En los últimos años, hemos asistido al ascenso del Sur Global. Sin embargo, sus voces y demandas no han sido adecuadamente escuchadas o adoptadas por el sistema de gobernanza mundial dominado por Occidente. En ese sentido, apoyar al G20 para que ejerza plenamente sus funciones y roles en los asuntos internacionales es, por tanto, un apoyo al multilateralismo y una contribución a la construcción de un sistema de gobernanza mundial justo y equitativo. China participa de esta labor. Como miembro natural del Sur Global, respalda al G20 en el desempeño de un papel más relevante en la promoción de un desarrollo global inclusivo y equitativo. Al mismo tiempo, a través de políticas significativas como la concesión a todos los países menos desarrollados con los que mantiene relaciones diplomáticas de un tratamiento arancelario cero para el 100 % de las partidas, este se ha convertido en un participante activo y en un profesional del apoyo a los esfuerzos de desarrollo global.
En sus discursos, Xi esbozó las 8 acciones de China para el desarrollo y abogó por llegar a un mayor consenso internacional en los ámbitos económico, financiero, comercial, digital y ambiental, entre otros, para mejorar la gobernanza y fomentar un mundo multipolar equitativo y ordenado, así como una globalización económica de beneficio común e inclusión. Al trabajar codo con codo con los países en desarrollo para lograr la modernización, China no pretende avanzar sola, sino que defiende la planificación y construcción conjunta, siguiendo el principio de dejar que florezcan cien flores. La visión de crear un mundo justo para el desarrollo común es hermosa, pero solo es posible si todos actúan. Como símbolo de la evolución de un nuevo orden mundial y una de las plataformas de gobernanza más representativas a nivel global, el G20 tiene una responsabilidad histórica innegable.
De Hangzhou a Río, la intención original inalterable sigue siendo el multilateralismo. Como subrayó Xi en sus palabras «Renovemos nuestro compromiso con la misión fundacional del G20 y empecemos de nuevo desde Río de Janeiro. Llevemos adelante la asociación, practiquemos el verdadero multilateralismo y marquemos el comienzo de un futuro mejor de desarrollo y prosperidad comunes». El G20 actuó en su día como «bombero» durante la crisis económica mundial y ahora debe convertirse también en el «motor» que conduzca a la economía mundial hacia la siguiente etapa de florecimiento.