spanish.china.org.cn | 18. 11. 2024 | Editor:Teresa Zheng | [A A A] |
China-EE.UU.: Responsabilidad compartida en beneficio del mundo
La tarde del 16 de noviembre, el presidente chino Xi Jinping se reunió con su par estadounidense Joe Biden en Lima. Tras profundas reflexiones, el primero señaló que la Trampa de Tucídides no es una inevitabilidad histórica, no es necesaria una nueva Guerra Fría ni es pasible de ganarse y contener a China es imprudente, inaceptable y está destinado al fracaso. China y Estados Unidos, como dos grandes países del mundo, deben tener presente el beneficio de este e inyectar más certidumbre y energía positiva al caos actual. Sus declaraciones examinan las relaciones bilaterales desde la perspectiva de una comunidad con un futuro compartido para la humanidad. No solo les recuerda sus responsabilidades como grandes potencias, sino que también revela la sabiduría del beneficio mutuo que ambas deben mantener en sus interacciones en un contexto de globalización económica.
El encuentro, celebrado justo antes de la salida de Biden, envió una clara señal de que los dos países están decididos a estabilizar sus vínculos y encarrilarlos de nuevo, independientemente del cambio de Gobierno. Xi enumeró perspicazmente siete experiencias e inspiraciones que ambos países deberían extraer del curso de sus lazos, a saber: una percepción estratégica correcta, adecuar las palabras a los hechos, tratamiento igualitario, no desafiar las líneas rojas y principios base, mayor diálogo y cooperación, responder a las expectativas de la población y avanzar en el compromiso de sus responsabilidades como naciones relevantes.
Ellas abordan directamente cuestiones clave de las relaciones bilaterales y sirven como recordatorio de los «barandales» y el marco que el futuro Gobierno en Washington debe seguir en sus contactos con China. Biden afirmó que su país no busca una nueva Guerra Fría, no pretende cambiar al sistema chino, no busca revitalizar sus alianzas contra ella, no apoya la «independencia de Taiwán», no tiene intención de entrar en conflicto y no considera su política respecto a Taiwán una forma de competición. Puede decirse que ambas partes han expresado su voluntad de avanzar en la cooperación y lograr una transición sin contratiempos.
Observamos que la reunión de Lima recibió una gran atención y una reacción positiva por parte de la opinión pública internacional, lo que indica que cualquier signo de estabilidad en las relaciones es bien recibida. Xi expuso la posición de China en materias como Taiwán, el Mar Meridional de China, la cooperación económica y tecnológica, la ciberseguridad, la crisis de Ucrania y la península de Corea. Biden hizo lo mismo sobre determinados puntos conflictivos regionales y globales. Según Associated Press, «tenían mucho que discutir».
Como miembros permanentes del Consejo de Seguridad de la ONU y las dos principales economías del mundo, la imagen en la mesa «teniendo en cuenta el interés mundial» es una inspiración. De Bali a San Francisco y luego Lima, esta es la tercera cita en persona de ambos líderes en 4 años, y va acompañada de la normalización de los mecanismos de diálogo en ámbitos como la diplomacia, la seguridad, el comercio y las finanzas, lo que no solo conduce a la estabilidad de los lazos, sino que también transmite certidumbre y energía positiva al mundo.
Una vez que la comunicación deje de ser una traba, la mayor barrera para restablecer las relaciones reside en que Washington siga percibiendo a China como su «competidor estratégico número uno».
Como ha afirmado Xi, cuando ambos se traten como socios y amigos, busquen puntos convergentes en vez de diferencias y se ayuden mutuamente a tener éxito, la relación progresará. Pero si se consideran rivales en una competencia feroz, la enturbiarán o incluso la harán retroceder. Los altibajos que ha experimentado en los últimos años deberían llamar a la reflexión por el lado estadounidense. Utilizar a China como chivo expiatorio en luchas políticas internas no ayuda a Estados Unidos a resolver sus problemas; las medidas de «desacoplamiento» y «patio pequeño, valla alta» acaban en pérdidas innecesarias para ambos y obstaculizan el desarrollo global.
La postura de China sobre los vínculos bilaterales ha sido coherente. El objetivo de establecer una relación estable, sana y sostenible sigue siendo el mismo; su compromiso con el respeto mutuo, la coexistencia pacífica y la cooperación beneficiosa para ambos como principios de gestión de los vínculos no ha cambiado; su posición de salvaguardar su soberanía, seguridad e intereses de desarrollo se mantiene inalterable; y su deseo de continuar con la amistad entre los pueblos continúa igual. Estos «cuatro principios intactos» reafirman la coherencia, continuidad y previsibilidad de la diplomacia china hacia el nuevo Gobierno estadounidense.
En la situación actual, sus intereses comunes no han disminuido; han aumentado. Desde la cumbre de San Francisco, los dos países han logrado avances positivos en áreas como el control de drogas, el cambio climático, la inteligencia artificial y los intercambios culturales, demostrando el amplio espacio y potencial para la cooperación bilateral. Durante la reciente reunión en Perú, los líderes también entablaron un diálogo franco y constructivo sobre inteligencia artificial, afirmando la necesidad de un control humano sobre la decisión de uso de armas nucleares. Las dimensiones de la cooperación siguen ampliándose con el crecimiento de la innovación tecnológica y las cuestiones de gobernanza humana, y aumentarán las oportunidades para que ambas potencias extiendan su lista de colaboración, sobre todo en áreas clave.
El desarrollo estable de las relaciones concierne no solo a los pueblos, sino también al futuro y al destino de la humanidad. El mundo espera ver una tendencia positiva en su estabilización y mejora, para tender un telón de fondo de desarrollo pacífico y beneficio mutuo. Tener en cuenta el beneficio de sus pueblos y del mundo debe ser una responsabilidad compartida de China y Estados Unidos.