spanish.china.org.cn | 14. 10. 2024 | Editor:Teresa Zheng | [A A A] |
Contraste entre las decisiones de la UE y el Salón del Automóvil de París invita a la reflexión
La 90 edición del Salón del Automóvil de París, a celebrarse de lunes a domingo, sirve de auténtico escaparate para observar las tendencias de la industria. A pesar de la decisión de la UE de imponer elevados aranceles antisubvenciones, muchas empresas chinas, como BYD, Hongqi y Leapmotor, participan del evento con productos y tecnologías nuevas. Este contraste invita a la reflexión. Demuestra que el proteccionismo no ha hecho tambalear la determinación de estas firmas de explorar el mercado europeo, ni frenar el afán de cooperación e innovación del sector en el mundo.
El Salón del Automóvil de París, que se remonta a 1898, es la primera exposición del rubro en el mundo, y su influencia es incuestionable. Los organizadores lo promocionan en su web oficial con las palabras «inmersión, innovación y pasión», destacando el valor de «innovación» en la transformación del campo a nivel internacional. Según la prensa, los vehículos de nuevas energías, como los eléctricos, los híbridos y los de hidrógeno, así como las unidades inteligentes, que convierten los coches de meros medios de transporte a terminales móviles, serán el centro de atención de esta edición. Además de las participantes chinas, casi todos los expositores, incluidos Renault y Peugeot de Francia, Volkswagen y BMW de Alemania, Kia de Corea del Sur, Ford y Tesla de Estados Unidos desvelarán sus capacidades únicas.
La participación de la «Fabricación Inteligente de China» añadirá color a la muestra. En su última entrega en 2022 y en su par de Múnich el año pasado, los vehículos chinos de nuevas energías dejaron huella de su creciente fuerza en el ramo.
Hay que tener en cuenta que la industria moderna existe desde hace más de 100 años. Comparada con las potencias tradicionales, como Europa, Estados Unidos y Japón, China no es más que un recién llegado que aún se esfuerza por ponerse al día. Los autos extranjeros y las empresas conjuntas dominan desde hace tiempo el consumo chino, mientras que la cuota de unidades nacionales de nueva generación en Occidente sigue siendo bastante baja. El rendimiento de los coches chinos de nuevas energías en los últimos años ha sido impresionante, pero sigue habiendo un desfase respecto a los pesos pesados en algunas tecnologías claves y en cuota de mercado. La entrada de compañías chinas en París es esencialmente un gesto destinado a actualizarse y representa un deseo de romper barreras comerciales. ¿Cómo puede considerarse un «golpe» o una «amenaza»?
En la «carrera hacia la innovación» en el ámbito, Europa y Estados Unidos han reaccionado un tanto exageradamente ante la competencia china. El énfasis en la «innovación» indica que los países, incluida Francia, están plenamente comprometidos con la investigación de estrategias eficaces para modernizar la industria. Entienden que para proteger sus mercados y mantener las ventajas del sector, requieren fundamentalmente confiar en sus propios adelantos. Sin embargo, la creación no es un proceso cerrado; requiere de energía tanto de la competencia como de la colaboración. De hecho, el progreso chino se ha logrado gradualmente a través de la competencia abierta y la cooperación con marcas extranjeras. La actitud abierta hacia las firmas chinas en París revela al menos que la comunicación y la colaboración contribuyen a la innovación tecnológica, un consenso en la industria internacional. Por otro lado, la consecución de los objetivos mundiales de reducción de emisiones también depende de que los países trabajen juntos para reforzar y ampliar el rubro ecológico.
En este contexto, la propuesta de la Comisión Europea de imponer aranceles a los VE chinos contradice la lógica del desarrollo industrial y las realidades del mercado europeo. Aunque los gravámenes plantearán inevitablemente desafíos a las empresas chinas, también pueden estimularlas a centrarse en la innovación tecnológica y la creación de marca, ganando en última instancia el reconocimiento mundial a través de productos y servicios de mayor calidad. Al mismo tiempo, los fabricantes europeos ya se enfrentan a retos de transformación. Los aranceles provocarán un incremento de los costes de las piezas de auto importadas, creando artificialmente una crisis en la cadena de suministro y haciendo que Europa pierda oportunidades de avance tecnológico. La UE debe revaluar su estrategia de desarrollo en el campo; al fin y al cabo, ante la fuerte demanda intrínseca de cooperación e innovación en el sector, las trabas proteccionistas no sirven de nada.
La importancia que las firmas chinas conceden al Salón del Automóvil de París refleja su interés por el mercado europeo. Frente a su aspiración de expansión mundial, la región es indispensable. A la inversa, este énfasis también subraya el valor del mercado en sí mismo. La disputa entre China y Europa en torno al caso de los VE chinos, si se resuelve mediante el diálogo constructivo, sería beneficiosa para Europa a largo plazo. Según informes periodísticos, ambas partes han mantenido consultas en este aspecto durante más de 20 días. Hasta ahora, sigue habiendo grandes diferencias. China es sincera en las negociaciones, pero mantiene una actitud firme. Esperemos que la UE aproveche la comunicación y se reúna con ella a mitad de camino.
«Cuando se sustituyeron los caballos por los coches, hubo mucha resistencia». En los primeros tiempos del automóvil, los países europeos llegaron a promulgar leyes que obligaban a los autos a ceder el paso a los carruajes. Hoy, la «ley de protección de los carruajes» es una broma histórica; ¿acaso el uso de medidas proteccionistas para evitar la competencia no se parece a ella en el siglo XXI? Esperemos que el bloque lo reconozca más pronto que tarde. El sector de ambas partes son muy complementarios, y existe una base sólida, un amplio espacio y perspectivas prometedoras para la cooperación. Deberían trabajar juntas para crear un futuro en el que todos ganen.