El «Gran BRICS» es un motor clave del cambio en el orden internacional

Tras ampliarse de 5 a 10 países miembros, el BRICS pasa a denominarse «Gran BRICS». En tanto, Cuba y Siria ya han solicitado unirse al mecanismo de cooperación. Su escala y atractivo aumentan su influencia internacional, convirtiéndolo en una fuerza clave para el cambio profundo en la estructura del poder internacional.

Actualmente, este último atraviesa un estado de «desorden». El antiguo orden experimenta turbulencias sistémicas, mientras que el nuevo lucha por emerger en medio de serias divisiones Norte-Sur. Existe un «desequilibrio» en la estructura de distribución del poder. El poder institucional de los países BRICS y las naciones en desarrollo no va conforme con su tamaño económico, en tanto que países occidentales como Estados Unidos pretenden mantener esta desproporción para garantizar un monopolio sobre los asuntos internacionales. Sin embargo, los países BRICS y las naciones en desarrollo no están dispuestos a mantenerse al margen y rechazan devenir la «mayoría silenciosa». Tratan de coordinar para cambiar los injustos e irracionales mecanismos de gobernanza mundial, con un discurso de poder y representación acorde con su dimensión económica.

El «Gran BRICS» representa los intereses del Sur Global. El BRICS ha indicado claramente que no solo vela por los intereses de sus Estados miembros, sino que también pretende dar voz al gran número de países en desarrollo. A lo largo de años de avances, ya sea en cuestiones de actualidad geopolítica o en ámbitos como el cambio climático, la seguridad alimentaria, la prevención de enfermedades y la reforma de las cuotas del FMI, los integrantes del BRICS han defendido el poder razonable y legítimo de las naciones en desarrollo, estableciendo modelos de trabajo pertinentes. Es precisamente por su esencia de apertura e inclusión que muchos países del Sur Global desean unirse a la organización

El «Gran BRICS» es un grupo no occidental, pero no antioccidental. Es menester reconocer que el orden mundial de hoy fue diseñado y dirigido principalmente por países occidentales después de la Segunda Guerra Mundial, cumpliendo un rol vital en el mantenimiento de la estabilidad y el fomento del crecimiento económico mundial. El BRICS, que aboga por los intereses del Sur Global, no es un subversor del orden existente, sino más bien un promotor de reformas. Sus miembros no buscan crear un orden antioccidental completamente nuevo, sino transformar e innovar los aspectos injustos e irrazonables del sistema actual, haciéndolo más justo y equitativo mediante la gobernanza colaborativa, la consulta y los beneficios compartidos.

Por ejemplo, el Nuevo Banco de Desarrollo creado por los países BRICS no desea sustituir al Banco Mundial, sino complementar y mejorar las instituciones financieras internacionales existentes, impulsando una mayor diversidad dentro del sistema financiero.

Además, no quieren un sistema paralelo en conflicto con el Grupo de los Siete (G7). Aunque los miembros del BRICS y los países asociados pueden expresar diversos grados de insatisfacción con las tendencias hegemónicas y las acciones coercitivas de Occidente, la mayoría no busca involucrar al «Gran BRICS» en una confrontación política contra el bloque occidental.

El «Gran BRICS» se unirá al Sur Global para transformar el proceso de desarrollo mundial. Sin duda, este viaje estará plagado de retos y obstáculos. Sin embargo, aunque el camino sea largo, se recorrerá; y aunque la tarea sea compleja, se logrará mediante la acción.