spanish.china.org.cn | 03. 09. 2024 | Editor:Eva Yu | [A A A] |
China emprende el camino rumbo a la modernización con una apertura e integración globales
Por Jorge Fernández
El mundo debe meditar a conciencia la invitación extendida por China, puesto que, de aceptarla, se involucrará con China y edificará de forma simultánea un sistema de intercambios en el que los beneficios se cosechen de forma conjunta y permanente.
La modernización que China emprende data desde la fundación misma del país en 1949 y, hasta hoy, es un proceso incesante con inflexiones de diferentes alcances a través de los años. La política de Reforma y Apertura a finales de los 70 quedó en los anales de la historia como un despegue acelerado de renovación. El éxito que trajo consigo es ahora, ya en retrospectiva, uno de los muchos capítulos que aún están por escribirse. China actualiza hoy su proceso de modernización, y este nuevo andar, que tiene como apoyo fundamental la apertura al exterior, depende de optimizaciones en su estructura nacional y de cambios en el entorno internacional con el que está integrado.
La dirigencia china estableció en julio pasado iniciativas tanto para profundizar de forma integral la reforma china como para inyectar un nuevo impulso a la modernización. El nuevo momento ocurre como resultado de la tercera sesión plenaria del XX Comité Central del Partido Comunista de China. Este nuevo despertar en la modernización china, por sus ambiciosos planes y las bases de las que parte, solo es comparable al histórico tercer pleno de 1978, cuando China se abrió al mundo e inició un proceso de acelerado desarrollo. El matiz que adoptará la apertura a partir de 2024, en aras de la transformación nacional, involucra la aplicación sistemática y racional de medidas que vinculen de manera eficaz y óptima a China con el mundo.
Entre los pilares de la nueva estrategia está la aplicación de un enfoque con mayores alcances en la apertura institucional. La lectura constante de la correlación entre las circunstancias nacionales e internacionales arroja entre sus conclusiones una readaptación a los flujos en el marco de la apertura. Habrá de afinarse en consecuencia la transición centrada en el flujo de bienes a una centrada en reglas y aspectos institucionales. Las relaciones de producción tendrán que concretarse con mejores leyes, regulaciones, normas y estándares. Proyectos como zonas de libre comercio o exposiciones internacionales, que obligan al país a alinearse con reglas internacionales de alto estándar, impulsan el avance constante y son vehículos de la apertura institucional de alto nivel.
El estrechamiento de las vinculaciones económicas con el exterior demanda la formación de un nuevo patrón de apertura. La integración debe contar con intercambios equilibrados entre las distintas regiones del país. Históricamente, las zonas costeras de la franja oriental china han sido los nodos por los que la riqueza llega al país, en contraste con las zonas occidentales. El patrón que deberá surgir del nuevo balance estará enfocado en las regiones occidentales, lo que obliga, como parte de las tareas, a la facilitación del sistema global de transporte de mercancías en estos lugares. El centro, occidente y noreste deben reconfigurarse para ir a la par de la región oriental. Es por ello que tanto iniciativas como la Franja y la Ruta, o como planes para la reestructuración de puertos fronterizos, ciudades y zonas de cooperación económica, resultan prioritarios en el nuevo esquema.
La apertura al exterior lleva implícita la profundización de la reforma en distintos terrenos, entre ellos el ajuste del sistema de comercio exterior. Las transformaciones deberán ir a la par de un entorno internacional con apego al derecho, en el que se acaten compromisos y se respeten las reglas. En consecuencia, es una tarea lógica la participación activa de China en la reforma de la Organización Mundial del Comercio, puesto que se busca, desde una posición de equidad, mayor justicia en un orden internacional desequilibrado. La economía global deberá ser, bajo el enfoque de la nueva transformación, la que más beneficios recoja, bajo la premisa de respaldar con mayor ahínco la globalización económica y defender a capa y espada el libre comercio y el multilateralismo.
La apertura de un coloso como China conducirá a mayores flujos de inversión a través de un camino de dos vías. La gestión de la inversión extranjera, así como de las inversiones en el extranjero, deberá mejorarse sobre una base legal que establezca patrones y límites de acción. El aumento en la inversión extranjera constituye un pilar fundamental en la modernización nacional, y su flujo descansará en las garantías que el Estado ofrezca para la protección de intereses, tanto propios como ajenos. Las disputas deben ser solucionadas con rapidez y eficiencia, bajo un marco legal con sanciones correspondientes para quienes actúen con deshonestidad en la futura fórmula. El objetivo es mejorar la gestión de las inversiones y crear un entorno óptimo y amigable para la realización de negocios.
La iniciativa de la Franja y la Ruta es un instrumento con profundo alcance en el plan para la profundización integral de las reforma y para la modernización del Estado chino. En la última década, esta iniciativa ha logrado establecer una conectividad más estrecha e intercambios más frecuentes. Los trenes de carga operados entre China y Europa sumaron más de 11.000 con más e 224 ciudades como destino en 25 países europeos. Igualmente, en los últimos años, la iniciativa ha registrado un volumen acumulado de 19, 1 billones de dólares con un crecimiento anual promedio de 6,4 por ciento. Asimismo, los inversores chinos en los países anfitriones han contribuido a las arcas con 224. 000 millones de dólares, además de que la inversión bidireccional ha acumulado más de 380. 000 millones de dólares. La iniciativa de la Franja y la Ruta encarna un bien público internacional, el cual, en estos últimos 10 años, ha servido a los intereses tanto de los participantes como de China, el impulsor original.
China atestigua un momento histórico en su proceso modernizador, impulsado por una dirigencia que no hace cejado en sus propósitos de llevar a China a una posición elevada en la orquesta de naciones. La apertura al exterior de alto nivel refleja esta determinación, que ahora está en el proceso inicial de un capítulo más. Queda como regla axiomática, legada por la primera inflexión de desarrollo, que la modernización de China no es un proceso que pueda generarse en solitario. Lejos de todo aislacionismo, el gigante asiático ha asumido que la apertura al mundo debe gestarse con la única visión de mantener una ganancia sostenida y un beneficio mutuo. En este nuevo capítulo, el mundo debe meditar a conciencia la invitación extendida por China, puesto que, de aceptarla, se involucrará con China y edificará de forma simultánea un sistema de intercambios en el que los beneficios se cosechen de forma conjunta y permanente.En este nuevo proceso, precedido por el legado de Deng Xiaoping, el secretario general, Xi Jinping, extiende la invitación al mundo.