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spanish.china.org.cn | 31. 07. 2024 | Editor:Lety Du [A A A]

Obligar a que las banderas nazcan sólo en EE. UU. es una tomadura de pelo a la globalización

Palabras clave: EEUU, bandera
Spanish.china.org.cn | 31. 07. 2024

El Congreso de EE. UU. ha encontrado un nuevo método para salvar la fabricación estadounidense: hacer que el linaje de la bandera de EE. UU. sea puro. Esto ha convertido a la bandera en un punto focal para el proteccionismo comercial. Sin embargo, esta idea de utilizar una bandera estadounidense de «sangre pura» no reavivará necesariamente la fabricación estadounidense, ni puede aumentar el patriotismo estadounidense; en cambio, sólo expone las ilusiones y la debilidad del nacionalismo estadounidense y pone de relieve el lado feo de los políticos estadounidenses.

Según informan los medios de comunicación estadounidenses, el Congreso ha aprobado la All-American Flag Act, que obliga al Gobierno federal a comprar únicamente banderas estadounidenses que hayan sido fabricadas íntegramente en Estados Unidos. Los defensores de la medida argumentan que, en 2017, Estados Unidos importó unos 10 millones de banderas estadounidenses, y el 99,5 % de ellas procedían de China. Es hora de que las banderas estadounidenses se originen en el país que representan, dijeron los promotores de la propuesta.

Si la bandera debe ser originaria de Estados Unidos, ¿deberían fabricarse también en el país otros símbolos de Estados Unidos, como las estatuillas de la Estatua de la Libertad? El extremismo del proteccionismo comercial estadounidense ha alcanzado el nivel del disparate. ¿Qué será lo próximo? ¿Los legisladores estadounidenses darán bombo a la «sobrecapacidad de banderas» de China, o exigirán que cada puntada de las barras y estrellas sea cosida a mano por estadounidenses «de pura cepa»?

Los partidarios de la propuesta afirman que el cambio es algo más que simbólico: creen que apoyará el empleo y a los fabricantes estadounidenses. Los políticos tienen una visión optimista: Creen que pueden reactivar la industria manufacturera estadounidense y, al mismo tiempo, llevar a cabo una campaña de educación patriótica. Sin embargo, en 2015 el valor de las importaciones de banderas estadounidenses fue de solo 4,4 millones de dólares, según datos federales. En lugar de promulgar políticas económicas sustanciales para reactivar realmente la fabricación estadounidense, los políticos están malgastando energía en un asunto que solo vale unos pocos millones de dólares. Está claro que no se trata de una solución de fondo a los problemas manufactureros de EE. UU., sino de un mero proyecto de fachada.

«Se trata de un caso típico de la búsqueda por parte de Estados Unidos de la 'desvinculación' con China en una forma de guerra psicológica y grandilocuencia política», declaró Shen Yi, profesor de la Universidad de Fudan, al Global Times. Algunos políticos estadounidenses, al no comprender los aspectos prácticos de la producción de banderas, como los costes laborales y de producción, manipulan ciegamente la política para obtener beneficios políticos basándose únicamente en su imaginación.

La propuesta refleja la preocupación de los políticos estadounidenses por que la fabricación estadounidense se vea eclipsada por los productos «Made in China». Parecen obsesionados con devolver la fabricación a Estados Unidos. La All-American Flag Act es sólo la punta del iceberg de la doble estrategia de Estados Unidos: cerrar las puertas a las importaciones chinas e intentar promover el desarrollo de las fábricas nacionales mediante la reindustrialización.

Sin embargo, lo que Estados Unidos está poniendo en práctica es esencialmente una versión actualizada del proteccionismo y una generalización de los conceptos de seguridad nacional y económica, destinada a mantener las industrias y los puestos de trabajo en Estados Unidos. Irónicamente, esto puede resultar contraproducente. La All-American Flag Act corre el riesgo de que los consumidores estadounidenses incurran en costes adicionales por la compra de banderas, ya que Estados Unidos podría no ser capaz de producir bienes tan baratos y eficientes como China.

EE. UU. siempre se ha posicionado como defensor del libre comercio, pero ahora parece que el principio básico del libre comercio al estilo estadounidense es «el interés estadounidense primero». Después de todo, ni siquiera su bandera puede comprarse en el mercado mundial: es una auténtica tomadura de pelo a la globalización.

Actualmente, el proyecto está a la espera de la firma del presidente Joe Biden para convertirse en ley. En el futuro, cuando la «bandera estadounidense de pura cepa» se ice en lo alto, lo que la gente podrá ver detrás de ella no es el supuesto símbolo de identidad, determinación y valores como un solo pueblo, sino más bien el nacionalismo estadounidense y la ansiedad política. Cuando la dignidad y los valores de Estados Unidos son tan frágiles que necesitan ser garantizados por el lugar de origen de la bandera que enarbolan, ello refleja por sí mismo el declive del imperio estadounidense.