La "globalización" de la OTAN solo acelera su caída

La Cumbre de la OTAN 2024 inició en Washington el 9 de julio, hora local. Además de sus miembros, Estados Unidos invitó a representantes de Australia, Japón, Corea del Sur y Nueva Zelanda. El trasfondo de la cita fue el 75 aniversario de su fundación y para demostrar la vigencia de esta institución que debió quedar disuelta tras la Guerra Fría, Estados Unidos y ella misma resaltaron su "gloriosa historia" y la "unidad" de sus integrantes mucho antes de comenzar el encuentro. Según informes, los debates incluirían el apoyo de China a Rusia con un "lenguaje fuerte". Sin embargo, cuanto más exagerada es la actuación, más revela apuros internos y externos de la organización.

En la ceremonia de apertura, el presidente estadounidense, Joe Biden, afirmó que la OTAN es hoy "más poderosa que nunca". Su secretario general, Jens Stoltenberg, la describió como "no sólo la Alianza más exitosa y fuerte, sino también la más duradera de la historia". La opinión pública occidental ha respondido negativamente a este "optimismo". El New York Times mencionó que la Casa Blanca intenta "reforzar la confianza", pero a medida que los líderes llegaban a Washington, la misma "parecía en peligro". Algunos medios afirmaron que pocos tienen ganas de fiesta. Debido a la importante reforma de la política estadounidense y europea, "es difícil no preguntarse qué aspecto tendrá la alianza en un año: de llegar a los 76 vivita y coleando”.

La OTAN es un producto del conflicto entre bandos y de la política de grupos, y se sitúa en las antípodas de la tendencia general, así como de la aspiración de los pueblos. Por mucho que intente presentarse como una "organización de paz", no puede ocultar su verdadera naturaleza de "máquina de guerra". Su supuesta seguridad se consigue a expensas de la de otros países; muchas de las "ansiedades de seguridad" pregonadas por la organización son creadas por ella misma. No vamos a especular sobre si "llegará viva a los 76", pero es seguro que no avanzará pacíficamente a futuro. Necesita crear continuamente enemigos y crisis para existir. No contenta con dividir Europa, intenta incitar enfrentamientos en la región Asia-Pacífico.

Biden anunció que Estados Unidos proporcionará una "ayuda histórica" a Ucrania junto con sus aliados, incluida la asignación de 1000 millones de dólares para reforzar su sistema de defensa antiaérea. Además, un funcionario del Departamento de Estado adelantó antes de la cumbre que "algunas de las amenazas de China" estarán reflejadas en el comunicado, lo cual no es más que un cliché. Ahora bien, asistir a Ucrania, aumentar el gasto militar y causar revuelo por una "amenaza china" son los tres "salvavidas" de la alianza. Parte de ellas para conservar un vínculo estratégico de alto nivel con Estados Unidos y sirve de herramienta para que este enfrente, controle y reprima a otros países.

El llamado "éxito" y "poderío" de la OTAN, exaltados por Estados Unidos y el bloque suponen un peligro para el mundo. Todas las fuerzas de la comunidad internacional que aman la paz deben permanecer vigilantes contra este riesgo. Su continua expansión en Europa y alcance en Asia-Pacífico pretenden infiltrar la política de grupo y el pensamiento de confrontación en la integración regional y la globalización económica.

Si se permite que esta acumule todos los problemas del mundo, este quedará inevitablemente dividido en facciones y enfrentado, y las nubes de la guerra serán más densas a medida que sus funciones se vean fortalecidas, lo que supondrá una amenaza muy real.

Según los reportes periodísticos estadounidenses, gran parte de norteamericanos no están interesados en la cumbre. El desinterés es también una actitud probablemente representativa del mundo occidental. El fortalecimiento de la OTAN se produce en desmedro del bienestar de la población de varios países, incluidos los occidentales. Fijarse en el último discurso "de celebración" de Stoltenberg, quien alardeó de cómo armarse y enfrentarse, sin una sola palabra sobre cómo beneficiar a la gente. Asimismo, presumió de que el gasto en defensa, el 2 % del PIB de los países miembros, devendrá en el futuro la línea de fondo, en perjuicio del bienestar social y de los recursos para el desarrollo de los países occidentales. Si se utilizaran para ayudarlos, cuánta hambre y pobreza podrían solucionarse.

Ahora Estados Unidos desplaza la mayoría de los conflictos del mundo hacia China, y la OTAN sigue su ejemplo para reforzar su posición competitiva frente a China. Esto no solo suscita la oposición de la región Asia-Pacífico, sino también quejas dentro de Europa. Viktor Orban, primer ministro de Hungría, país que ostenta actualmente la presidencia rotatoria del Consejo de la UE, advirtió recientemente en la revista estadounidense Newsweek que si la OTAN elige el conflicto en lugar de la cooperación, y la guerra en vez de la paz, será un suicidio. Si la OTAN sigue adelante con un enfoque a contracorriente para mantenerse viva, especialmente en pos de la "globalización" del bloque, su fracaso es inevitable.