spanish.china.org.cn | 03. 06. 2024 | Editor:Teresa Zheng | [A A A] |
Los aranceles de Biden afectarán a los consumidores estadounidenses
Por Elías Cepeda
Hace 5 años, Joe Biden buscaba reemplazar al entonces presidente estadounidense Donald Trump y consideró oportuno arremeter contra los aranceles impuestos por este a los productos chinos. Tras vencerlo, el demócrata decidió mantenerlos.
Ahora, como candidato a la reelección, ha pedido aún más de ellos, esta vez especialmente contra los sectores electrónico y medioambiental, para proteger a las empresas occidentales, muy rezagadas en producción y en calidad.
La táctica política para el año electoral es un derivado de las cínicas tácticas de Trump a partir de prejuicios y revela una absoluta incomprensión tanto de la economía como de lo que es importante para los trabajadores y los votantes estadounidenses. Estados Unidos acogió con entusiasmo a China en la economía mundial a finales del siglo XX, compartiendo tecnología y ofreciéndole acceso a sus consumidores porque sus firmas querían ingresar en el mercado chino y utilizar su mano de obra.
Dejamos que los fabricantes estadounidenses se trasladaran a China para fabricar bienes más baratos con el fin de aumentar sus beneficios cuando volvieran a vender sus productos en territorio local, ahora despojado de puestos de trabajo. China nunca “robó” nuestros empleos: las compañías estadounidenses y el Gobierno los vendieron voluntariamente.
Aun así, Biden sigue pregonando las mismas mentiras sobre China: son “tramposos” y “no se puede confiar en ellos”. Sucede que estas representaciones engañosas del Gobierno chino encajan con viejos tropos xenófobos sobre los pueblos asiáticos difundidos por los políticos estadounidenses durante siglos.
Ahora agonizamos por el hecho de que China es líder en productos de energía verde, incluidos los vehículos eléctricos que, según los expertos, son muy superiores a los de empresas estadounidenses y más baratos, ya que se ofrecen entre la mitad y la quinta parte de lo que cuestan. Si a Biden le preocupara el clima, acogería con satisfacción esta innovación y ayudaría a que llegaran a más consumidores estadounidenses, del mismo modo que él y otros políticos facilitaron el flujo de bienes derivados del petróleo baratos a través del Pacífico.
Por otra parte, si a Biden le inquietara el medio ambiente, no habría aumentado las perforaciones petrolíferas hasta niveles históricos en los últimos 3 años. Estados Unidos ha quedado muy por detrás de China en tecnología electrónica no porque esta última haya “hecho trampas”, sino porque nuestro Gobierno sencillamente no da la misma prioridad al rubro. Si de verdad nos preocupa nuestra posición en el ramo, podríamos nacionalizar o al menos subvencionar las industrias adecuadas en lugar de librar una guerra económica contra países como China, que sí valoran la producción.
Los aranceles de Biden no solo amplían los de Trump, que dejó en vigor después de hacer campaña contra ellos, sino que están en contradicción directa con un nuevo crédito fiscal que está brindando a los consumidores estadounidenses que compren vehículos eléctricos. Más allá de ser otro ejemplo de su ataque al medio ambiente, los gravámenes niegan al consumidor ofertas superiores a un menor coste.
Estos no protegen al comprador ni al trabajador estadounidense. Son simplemente favores injustos e imprudentes a corporaciones y donantes multimillonarios a nuestra costa.
No debería importarnos de dónde viene esa tecnología superior. Sin embargo, incluso dentro del marco del chovinismo nacional, hay pocas razones para creer que dificultar a los consumidores la compra de productos chinos superiores estimulará la innovación en nuestras propias compañías. Estos aranceles eliminan la muy defendida competencia que los capitalistas afirman que es decisiva para la innovación y no invierten más capital en investigación y desarrollo para la electrónica.
En pocas palabras, no “funcionarán” ni siquiera en sus propios términos, así que ¿por qué los impone Estados Unidos?
La razón es que personas como Biden y Trump creen que es una buena política vilipendiar a los asiáticos y a China en particular. Somos un país racista y sinófobo que lleva mucho tiempo utilizando la propaganda para infundir miedo y aversión contra los pueblos y naciones asiáticos. En tiempos de crisis económica, se nos enseña a temer la tecnología, el crecimiento económico y a los trabajadores asiáticos. Incluso se nos enseña a culparles de epidemias que empezaron en Europa y que ellos manejaron mucho mejor que nosotros.
Los aranceles y la retórica que los apoya son racistas y encajan en el viejo molde que caracteriza a China como “tramposa” y falto de confianza. Los políticos que los favorecen esperan contentar a sus sobrecargos corporativos y que su xenofobia les reporte la aprobación a corto plazo de los votantes.
Puede que lo primero se consiga, pero hay pruebas que sugieren que lo segundo no. Los estadounidenses ya están hartos del coste de vida, y poner trabas a la obtención de bienes mejores y más baratos probablemente no nos sentará bien.
En la actualidad, a 9 de cada 10 les preocupa el coste de vida. Más del 60 % temen por los precios de los productos de primera necesidad, y el 87 % por la inflación y el alza de los precios. Solo el 38 % considera que la economía es buena con Biden. Solo el 17 % cree que sus políticas bajarán los precios. Casi el 60 % opina que la economía está empeorando debido a su mala gestión.
A los estadounidenses no les gusta cómo van las cosas y culpamos a Biden. No confiamos en que sus políticas vayan a mejorar esta situación, y es poco probable que estos nuevos aranceles cambien algo al respecto.
El autor es columnista en Chicago sobre política y cultura estadounidenses. También es profesor universitario de inglés y periodismo crítico.