spanish.china.org.cn | 27. 05. 2024 | Editor:郑婷云 | [A A A] |
Las mentiras de Washington sobre los aranceles son cada vez más difíciles de ocultar
El jueves, la secretaria del Tesoro estadounidense, Janet Yellen, declaró en la reunión de ministros de Finanzas y gobernadores de bancos centrales del G7 que, ante el «exceso de capacidad industrial» de China que provoca «desequilibrios macroeconómicos», es necesario presentar un «frente claro y unido». Yellen también instó a los países afectados por el «exceso de capacidad» de China a responder. El día anterior, el Asesor de Seguridad Nacional de Estados Unidos, Jake Sullivan, declaró que el problema del «exceso de capacidad» de China no es un desafío bilateral entre EE. UU. y China, sino un desafío global que «crea desequilibrios mundiales que no se estabilizan». EE. UU. espera llegar a un consenso con sus aliados sobre esta cuestión.
No es difícil ver que después de que EE. UU. elevara los aranceles a China, ahora busca formar una «coalición arancelaria» para combatir la avanzada capacidad de producción ecológica de China. Sin embargo, el planteamiento estadounidense «distorsiona el comercio y la inversión», según el Fondo Monetario Internacional (FMI). El FMI también insta a EE. UU. a «mantener una política comercial abierta», ya que de lo contrario «puede resultar muy costosa para la economía mundial». Ahora que Estados Unidos pretende ser guardián del mercado mundial, se muestra farisaico, y sus acciones se consideran absurdas y ridículas en la comunidad internacional.
Desde que Washington anunció la imposición de una nueva ronda de aranceles a China, ha estado buscando «legitimidad» para sus acciones de socavar el libre comercio, bloquear las críticas a EE. UU. a nivel internacional o influir en la percepción de otros países, especialmente Europa. EE. UU. ha hablado sin cesar de por qué necesita imponer aranceles, utilizando diferentes conjuntos de palabras. Desde «proteger a los trabajadores y las empresas estadounidenses» y «no dejar que China nos coma el almuerzo» hasta «prevenir los riesgos comunes entre EE. UU. y Europa», las mentiras de EE. UU. son cada vez más difíciles de encubrir, hasta el punto de que incluso llegan a explicar sus aranceles con afirmaciones como «prevenir el desequilibrio económico mundial» y «beneficiar a las personas y las economías de todo el mundo». El New York Times desveló una broma interna de Washington según la cual «el representante comercial de EE. UU. debería llamarse representante anticomercio de EE. UU.», lo que indica que ni siquiera las élites políticas estadounidenses creen en esta retórica autocomplaciente, y mucho menos la utilizan para engañar a la opinión pública internacional.
El cambio de retórica, de «el exceso de capacidad chino amenaza a las empresas estadounidenses» a «el exceso de capacidad chino amenaza a las empresas mundiales», refleja los continuos reveses a los que se enfrenta Estados Unidos. Se han producido al menos dos acontecimientos inesperados en la situación objetiva: en primer lugar, EE. UU. no esperaba una oposición tan fuerte por parte de la opinión pública internacional y nacional. Desde el mismo día en que se anunciaron los nuevos aranceles, medios de comunicación como The New York Times, The Wall Street Journal, Financial Times y Reuters han criticado continuamente la medida, ejerciendo una inmensa presión sobre Washington. Altos funcionarios de Washington han tenido incluso que recurrir a sofismas, como afirmar que la imposición de aranceles no elevará los precios y no significa que Estados Unidos esté recurriendo al proteccionismo. Las críticas del FMI a Estados Unidos por distorsionar el comercio y la inversión han obligado a este país a insistir en que «se trata de una medida necesaria», lo que en esencia equivale a reñir.
En segundo lugar, Estados Unidos no esperaba que la resistencia fuera tan fuerte para persuadir a la UE y a otros países. Cuanto más se pronuncian los altos funcionarios estadounidenses sobre el llamado «exceso de capacidad» de China, instando, persuadiendo y presionando a los aliados para que estén de acuerdo con él, más se pone de relieve el hecho de que muchos países no están de acuerdo con Estados Unidos en este asunto.
El Wall Street Journal reveló que la UE no está dispuesta a coordinarse con EE. UU. en cuestiones arancelarias, y muchos funcionarios europeos se muestran escépticos ante la política de Washington hacia China, por no hablar de la oposición de las empresas e industrias europeas y estadounidenses. Elon Musk declaró sin rodeos el jueves que Tesla no necesita incentivos gubernamentales para seguir siendo competitiva frente a China y se mostró «sorprendido» por la nueva política arancelaria de Estados Unidos. Anteriormente, Hildegard Mueller, presidenta de la Asociación Alemana de la Industria del Automóvil, declaró que establecer nuevos aranceles y caer en el proteccionismo es el camino equivocado. El Presidente del Grupo BMW, Oliver Zipse, también declaró que restringir a los fabricantes chinos de automóviles no es comprensible.
De hecho, esas críticas a EE. UU., a pesar de sonar ahora extremadamente duras para Washington, son realmente como una «medicina amarga que es buena para la enfermedad», porque la historia ha demostrado repetidamente que el proteccionismo no puede hacer fuerte a una industria o a la economía de un país.
«El exceso de capacidad de China» no es, desde luego, un problema entre China y Estados Unidos, sino un problema de competitividad de los propios Estados Unidos. Utilizar aranceles y diversas barreras no arancelarias para proteger a las llamadas industrias débiles no sólo no proporciona ninguna protección, sino que acelera el declive de la industria, como se ha comprobado repetidamente en el pasado. Después de que las empresas estadounidenses se vieran obligadas a «desvincularse» de la cadena de suministro china, no sólo fueron incapaces de encontrar proveedores alternativos, sino que también experimentaron descensos en el valor de mercado, los préstamos bancarios, la rentabilidad y el empleo.
De hecho, Estados Unidos ha estado exagerando cuestiones sobre la economía china durante muchos años, pero estos esfuerzos nunca han logrado interrumpir el ritmo de desarrollo de China. Ahora, «ningún arancel es lo bastante grande como para reducir realmente el dominio mundial de China en tecnología verde».
Además, debería existir un gran potencial de cooperación entre China y Estados Unidos en el campo de la capacidad de producción de nuevas energías, en lugar de una relación de debilitamiento y contradebilitamiento. Como han lamentado algunos medios británicos, a pesar de los muchos trucos que ha intentado Estados Unidos, el «desacoplamiento de raíz» seguirá siendo difícil de conseguir.