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spanish.china.org.cn | 22. 05. 2024 | Editor:郑婷云 [A A A]

¿Quién es el avestruz en los asuntos relacionados con Xinjiang?

Palabras clave: Xinjiang, Estados Unidos
Spanish.china.org.cn | 22. 05. 2024

El lunes, el Comité de Finanzas del Senado de Estados Unidos hizo público un informe en el que acusa a varios fabricantes europeos de automóviles de utilizar componentes de una empresa presuntamente asociada con los llamados trabajos forzados en la región china de Xinjiang. Según The Hill, el presidente del comité, Ron Wyden, nombró a BMW, Volkswagen y Jaguar entre las firmas involucradas, imputándoles “meter la cabeza en la arena” y negarse a reconocer el “trabajo forzado” en sus cadenas de suministro. Esto indica que las sanciones unilaterales ilegales de Estados Unidos contra China en este aspecto continúan, pero los esfuerzos para arrastrar a sus aliados encuentran resistencia.

Estamos ante un acto de intimidación contra las compañías automotrices europeas, esencialmente coacción e abuso. Los legisladores estadounidenses  empuñan una vil ley nacional, crean un pseudotribunal político sin ninguna legitimidad, que intenta juzgarlo todo, y exigen a cualquier sospechoso demostrar su inocencia, obligándoles a doblegarse a sus reglas. Las “instancias” que rechacen el pedido podrían encarar consecuencias. Esta malsana tendencia  ha sido por mucho tiempo una molestia para la comunidad internacional y constituye una prueba más del acoso, la amenaza y el daño al devenir normal de la globalización económica.

¿Existen “trabajos forzados” en Xinjiang? La respuesta es obvia. Cualquiera que haya estado en la región y la conozca sabe que se trata de una mentira política rotunda. La relatora especial de la ONU sobre Medidas Coercitivas Unilaterales y Derechos Humanos, Alena Douhan, acaba de concluir su visita a Xinjiang. En una conferencia de prensa celebrada el 17 de mayo, Douhan declaró que ahora sobre cualquier asunto vinculado a la región pesa la sombra de los trabajos forzados y se exige a las partes acusadas demostrar su no culpabilidad, lo que supone una total inversión de la carga de la prueba. Además, pidió a los países que anulen y suspendan toda sanción unilateral aplicada a China sin autorización del Consejo de Seguridad de la ONU. Evidentemente, en esta cuestión, la verdad no es difícil de discernir.

Douhan estuvo en varias ciudades de Xinjiang, como Urumqi, Shihezi, Changji y Hotan. Descubrió que la causa fundamental que obstaculiza el desarrollo de los derechos humanos y los medios de subsistencia in situ son las rampantes penalidades unilaterales. “Durante mi visita recibí numerosos informes sobre el impacto negativo de las sanciones unilaterales y sus implicancias socioeconómicas que afectan la vida de la gente”, sostuvo. Las penas de Estados Unidos carecen de fundamento fáctico, perjudican los derechos e intereses de las empresas y particulares vulnerados, y repercuten directamente en la economía y el empleo locales. Esconderse tras el disfraz de los derechos humanos para infringirlos, mientras se pasa por alto el derecho a la subsistencia y al desarrollo de la población de Xinjiang, no es solo un caso de ceguera voluntaria, sino también de flagrante hipocresía y doble rasero.

Washington, con su mentalidad de avestruz, no solo ignora los auténticos derechos humanos en Xinjiang, sino también la cadena de suministro y el mercado mundiales que dependen ampliamente de sus productos. Douhan confirmó que, debido a las penalidades estadounidenses, los productos agrícolas de Xinjiang, como el algodón y los tomates, que representan gran parte de la cuota mundial, así como el sector fotovoltaico, han sufrido múltiples golpes. Esto origina desconfianza: en el juego de Washington de remodelar la cadena mundial de suministro industrial, los rumores sobre Xinjiang han pasado de ser herramientas políticas a “armas económicas”, desempeñando un rol vergonzoso en la interrupción de dicha cadena y la supresión de la competitividad.

Mientras Estados Unidos ha anunciado aranceles extra sobre los vehículos chinos de nuevas energías, el Congreso juega ahora la carta de los “trabajos forzados” en Xinjiang. Es obvio que su objetivo es reprimir la industria automovilística china y coaccionar a sus aliados europeos para que se separen de China. Sin embargo, tal desvinculación es opuesta a la globalización. Incluso los políticos estadounidenses más extremistas y afines a la idea no se atreven a declarar abiertamente sus intenciones. Por eso necesitan fabricar una mentira sobre Xinjiang para encontrar un “terreno moral elevado”.

Es posible que muchos recuerden todavía el implacable golpe de los medios estadounidenses y europeos a la alemana Volkswagen hace unos años, simplemente porque había establecido una planta en Xinjiang. Bajo una inmensa presión, la firma encargó una investigación a terceros según las normas occidentales, que demostró su “inocencia”. Pero este resultado fue ampliamente ignorado por la opinión pública occidental. En aquel momento, se dijo que en el tema de los trabajos forzados en Xinjiang, no hay cabida para la verdad. De hecho, le tienen pavor.

En los últimos años, cada vez más periodistas occidentales, amigos internacionales y expertos han visitado Xinjiang, y han llegado a la misma conclusión que Douhan. Cada vez más, los extranjeros empiezan a comprender que no es más que una tapadera de Washington para ejercer hegemonía económica contra China. Las mentiras acabarán saliendo a la luz, y las leyes malintencionadas y las disposiciones deshonestas terminarán bajo la marea de un comercio internacional abierto y multipolar. Quienes rechacen esta tendencia se darán cuenta algún día de que el avestruz con la cabeza enterrada en la arena son ellos mismos.