spanish.china.org.cn | 19. 04. 2024 | Editor:Teresa Zheng | [A A A] |
¿Por qué el sector manufacturero chino ha devenido el "chivo expiatorio" de Estados Unidos?
El 17 de abril, la Oficina del Representante de Comercio de Estados Unidos volvió a empuñar la espada de la "Sección 301", esta vez contra los sectores marítimo, logístico y de construcción naval chinos. El mismo día, el Gobierno de Biden solicitó además un notable aumento de aranceles a los productos chinos de acero y aluminio. Las medidas son otro paso peligroso de Washington que arrastra a ambos países hacia un torbellino comercial cada vez mayor, no solo en una interpretación errónea o incluso una distorsión de la competitividad manufacturera de China, sino también en una desviación de los principios fundamentales de la Organización Mundial del Comercio (OMC).
Es la más reciente investigación bajo la Sección 301 de Estados Unidos contra China. Aunque su alcance actual es un tanto diferente esta vez, el propósito principal sigue siendo el mismo: tomar las actividades normales de comercio e inversión como amenazas a la seguridad nacional y a los intereses corporativos estadounidenses y culpar a China de sus propios problemas industriales. Hace poco, la representante de Comercio estadounidense, Katherine Tai, afirmó en una audiencia que las supuestas políticas y prácticas desleales de China "han arrasado muchas comunidades de trabajadores e industrias" en todo el país, citando como ejemplos ramos como el del acero, el aluminio y los vehículos eléctricos. Sin embargo, según la Casa Blanca, las importaciones chinas solo representan el 0,6 % de la demanda total del país, mucho menos que Canadá y México. Por no mencionar que, debido a los elevados aranceles, los vehículos eléctricos chinos apenas tienen entrada en su mercado, entonces ¿de dónde viene la calificación de "arrasador"?
Ante las numerosas acusaciones infundadas de la petición estadounidense, China, con franqueza e integridad, no le teme a nada y defenderá sin condiciones sus derechos e intereses. El desarrollo de su sector manufacturero es claro para el mundo, y puede decirse sin miedo a equivocarse que el avance de sus sectores es el resultado de la innovación tecnológica empresarial y de su participación activa en el mercado. Lo correcto y lo incorrecto tienen distinciones claras; independientemente de cómo Washington intente etiquetarla con imputaciones de toda índole, nuevas y viejas, no cambiará el hecho de que enarbola el proteccionismo y el unilateralismo. La OMC ha dictaminado que la investigación de la Sección 301 y la imposición de aranceles por la administración anterior han violado sus normas y enfrenta la oposición de varios de sus miembros. Esta vez no será una excepción.
En tal coyuntura, los repentinos ataques contra la manufactura china están, en cierta medida, influidos por factores electorales. El Gobierno de Biden probablemente espera ganar el voto obrero en estados indecisos. Pero si miramos más allá, tras la conversión de la manufactura china en un "chivo expiatorio", existe un tema relevante: Estados Unidos aún no ha encarado realmente el desarrollo del rubro y de la economía chinas. Si Washington no llega a tener una comprensión clara del "Hecho en China”, el futuro de las relaciones económicas y comerciales bilaterales encontrará inevitablemente obstáculos y desafíos.
El auge del sector manufacturero china, especialmente en ramos pesados como el acero, la construcción naval y el equipo ferroviario, es el resultado natural de la optimización de recursos en el proceso de integración económica mundial. Su camino hasta su estado actual, con una fuerte competitividad y vitalidad, no ha sido fácil. Ha sido posible gracias a la superación de trabas y el respaldo de su gran mercado, una infraestructura eficiente, un sistema de cadena de suministro bien establecido y una capacidad de innovación tecnológica en continua mejora. Confiar en medios desleales para "forzar el crecimiento" no conducirá al pleno florecimiento del "Hecho en China". Washington debería ser consciente de ello, ya que su industria, con la construcción naval a la cabeza, ha perdido hace muchos años su ventaja competitiva a manos de un excesivo proteccionismo.
La crisis que atraviesa actualmente el ramo debería servir de alerta. Debería ser un momento de profunda reflexión, en lugar de una herramienta electoral o una excusa para políticas enérgicas contra China. Cómo revitalizar la industria manufacturera tradicional estadounidense en declive y cómo concretizar el desarrollo económico son cuestiones claves para sus intereses nacionales. Optar por culpar a otros solo empeorará la situación. En comparación con las investigaciones unilaterales, la mejor solución para Washington debería ser seguir la tendencia de la globalización, adherirse al principio de la ventaja comparativa y a las leyes económicas del mercado, y desarrollar rubros que se alineen con sus propios factores, en vez de intentar ayudar a los más desfavorecidos con protección comercial. En última instancia, será inútil.
China ha logrado saltos económicos a través de una apertura continua y seguirá avanzando con determinación por dicha senda en el futuro. Como las dos mayores economías del mundo, China y Estados Unidos deben trabajar juntos para mantener la estabilidad de la cadena industrial global y promover el crecimiento económico mundial sobre la base del respeto mutuo y la igualdad de beneficios. Instamos a Washington a reconocer los logros de la industria manufacturera china, respetar las reglas y la dirección de la globalización, y dejar de empuñar la espada de la "Sección 301". Este podría ser el primer paso hacia un vínculo más constructivo.