spanish.china.org.cn | 26. 03. 2024 | Editor:Teresa Zheng | [A A A] |
El Reino Unido vuelve con la farsa de la "amenaza china"
La preocupación de Londres por la "amenaza china" linda cada vez más con lo absurdo. El lunes, el vice primer ministro británico, Oliver Dowden, acusó a China en el Parlamento, alegando la implicancia de "actores afiliados al Estado chino" en dos ciberataques contra instituciones democráticas y legisladores británicos, y anunció sanciones contra dos personas y una empresa. Algunos medios locales afirmaron que China obtuvo datos personales de 40 millones de votantes. Dowden también mencionó que se espera declaraciones de apoyo por parte de Estados Unidos y otros aliados a lo largo del día. Este puede ser el comienzo de otro intento colectivo de Occidente de desprestigio.
Anteriormente, en informes de la prensa británica, la atención generalizada en el mundo a "la desaparición de Kate Middleton" se vinculó a China. Un artículo del diario The Telegraph, sin aportar prueba alguna, afirmaba que "China y Rusia alimentaban la desinformación para desestabilizar a la nación" difundiendo datos negativos sobre la familia real. Desde el robo de información personal de 40 millones de votantes, socavar deliberadamente la democracia británica, hasta promover noticias sensacionalistas sobre la princesa y afectar la reputación de la familia real y la seguridad nacional, parece que China tuviera interminables planes en el Reino Unido, sin otra cosa en mente que tenerlo en la mira. Esta paranoia merece un análisis acucioso.
En los últimos años, el Reino Unido se ha convertido en uno de los países occidentales más entusiastas a la hora de exagerar el tema de "espías chinos" y la "amenaza china". Las cámaras de fabricación china han sido prohibidas en ese sentido, los coches eléctricos chinos son tachados de "caballos de Troya de cuatro ruedas" que vigilan a la ciudadanía, e incluso trabajadores de lavanderías de Hong Kong con un largo historial de contratación en la marina británica han sido despedidos por supuestos "riesgos de espionaje". Las estrambóticas imputaciones son suficientes para compilarlas en un "libro de casos de paranoia".
Al parecer, Londres parece algo intoxicado con la farsa y el delirio, incluso metido de lleno, quizá hasta rayando con la locura y buscando la manera de mejorar su "influencia global". Como es de conocimiento general, la Gran Bretaña posbrexit ha tropezado económicamente y ha perdido cierta visibilidad en la diplomacia. Para afirmar su posición como miembro central en el campo occidental, la única forma de asegurar el asiento del "copiloto" es alinearse con Estados Unidos y causar problemas a China.
De hecho, no es China sino el Reino Unido quien está enfocado en provocar trastornos e infiltraciones. China informó previamente de un caso en el que el servicio secreto británico (MI6) utilizó al director de una consultora extranjera para recabar información relacionada con China y buscar posible activos. La prensa británica también ha reportado de que agencias como el MI6 han publicado anuncios de contratación de personas con dominio del chino mandarín para actividades de inteligencia. Esta es la razón por la que algunos políticos se muestran tan sensibles y temerosos por la llamada infiltración e influencia china; es una proyección de sus propios pensamientos y acciones.
En cuanto a los ciberataques y ciberespionaje, como ha declarado el portavoz del Ministerio de Asuntos Exteriores de China, el rastreo de los orígenes es muy complejo y delicado. A la hora de investigar y determinar los sucesos, debe haber suficientes pruebas objetivas en lugar de difamar sin fundamento a otros países, y las cuestiones de ciberseguridad no deben politizarse. Los políticos y los medios británicos han lanzado datos no verificados o distorsionados adrede, claramente sin ánimo de buscar la verdad.
Los llamados "espías chinos" y "amenaza china" no son más que la paranoia de algunos políticos extremistas antichinos que secuestran al país. Atizan deliberadamente el miedo para avanzar en sus agendas y alcanzar sus objetivos. Por un lado, al exagerar estos conceptos, encubren sus fracasos a la hora de abordar los problemas internos del país y desvían la atención pública. Por otro lado, hay quienes simplemente no desean las buenas relaciones con China. Justo cuando estas empezaban a mostrar signos de acercamiento el año pasado, de repente surge un caso infundado de detención de un investigador parlamentario como espía, causando con intención fracturas en los lazos bilaterales.
En relación con el reciente revuelo sobre los "ciberataques" chinos que afectan a 40 millones de votantes, un trasfondo importante en los informes británicos son las elecciones generales a finales de este año. Al utilizar cifras tan llamativas para azuzar el temor a la injerencia extranjera, en esencia se asustan a sí mismos, mostrando una falta de confianza en su sistema democrático. Una encuesta mostraba que el 43 % de los participantes afirmaba que el Reino Unido estaba "en declive", y solo el 6 % apuntaba a que su sistema político funciona bien. Si existe realmente la inquietud por el debilitamiento de su democracia, lo que deberían hacer no es ir por ahí buscando enemigos, sino abordar con seriedad su propios problemas. El enemigo no está fuera, y desde luego no es China.