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spanish.china.org.cn | 25. 12. 2023 | Editor:Teresa Zheng [A A A]

La reestructuración de las relaciones entre China y EE.UU. en 2024 está plagada de incertidumbres

Palabras clave: China, EE.UU.
Spanish.china.org.cn | 25. 12. 2023

A medida que el calendario pasa de una página a otra, nos encontramos a las puertas de un nuevo año, con un rayo de optimismo en medio de las tensiones en la relación entre Estados Unidos y China. Dos acontecimientos recientes arrojan una brillante luz de esperanza para el futuro: el avance de las conversaciones militares directas entre Estados Unidos y China y la posible reanudación de las discusiones sobre control de narcóticos. Estos acontecimientos son más que gestos diplomáticos aislados. Representan una voluntad mutua de estabilizar una de las relaciones bilaterales más importantes del mundo.

La relación entre Estados Unidos y China es un punto de apoyo importante para equilibrar el orden global. Su estabilidad o la falta de ella tiene implicaciones de largo alcance para la paz y la seguridad regionales e internacionales. Los avances en el diálogo militar demuestran que Estados Unidos y China estarán dispuestos a trabajar para gestionar y mitigar los riesgos estratégicos. De manera similar, la reanudación gradual de las conversaciones sobre control de narcóticos demuestra la voluntad de los dos países de trabajar juntos para abordar los desafíos transnacionales que afectan el bienestar de sus pueblos.

Sin embargo, es importante reconocer que el camino hacia la reestructuración de esta compleja relación está plagado de incertidumbre. Esta incertidumbre, para los observadores globales y chinos, es precisamente otro efecto definitorio y cierto de la evolución de la política estadounidense, como un drama absurdo. El guión de la política estadounidense ha cambiado y la relación con China no puede separarse de ese guión y convertirse en un teatro en sí mismo.

Por lo tanto, la relación China-EE.UU. también se ve afectada por la incertidumbre sobre la evolución del drama político interno en EE.UU., y es precisamente debido a esta incertidumbre que contener a China seguirá siendo el tema principal de la política exterior de EE.UU., y el desarrollo futuro de las relaciones entre China y Estados Unidos seguirá estando lleno de conflictos. China es claramente consciente de ello y está preparada para ello.

Después de un año marcado por la represión estadounidense contra las empresas chinas y el "made in China" a gran escala, es evidente que la estrategia estadounidense para contrarrestar el ascenso de China se ha solidificado y es irreversible. En respuesta, China está preparada para adoptar una postura más asertiva, preparándose para posibles contramedidas y "avances" estratégicos.

En el nuevo año, los avances de China en alta tecnología, ejemplificados por su floreciente industria de automóviles eléctricos, la reconstrucción de las redes comerciales mundiales y su papel activo en la paz en temas candentes a nivel internacional, señalan un impulso renovado en su transformación económica y una actitud más proactiva en su postura diplomática. Estos acontecimientos podrían desempeñar un papel fundamental en la remodelación de las relaciones entre Estados Unidos y China.

De cara al futuro, el desafío para ambos países no es simplemente reestructurar su relación bilateral sino redefinir sus relaciones políticas, económicas y comerciales con el resto del mundo. El concepto de "desacoplamiento" ha dominado gran parte del discurso, pero el futuro puede exigir un enfoque en la "reconexión": establecer mecanismos de comunicación estables y mantener conexiones esenciales no sólo entre los dos países, sino también con el mundo. La escena comienza a cambiar hacia un contexto internacional más amplio.

Aún más apremiante es cómo ambos países forjarán nuevas conexiones globales. Esto tendrá una influencia significativa en las cadenas globales de suministro y comercio, así como en la evolución del orden mundial.

Es probable que Estados Unidos, por su parte, persista en sus esfuerzos por construir coaliciones destinadas a marginar y contener a China. Los recientes comentarios del Secretario de Estado de Estados Unidos, Antony Blinken, subrayan el compromiso de involucrar a China desde una "posición de fuerza" y aprovechar las alianzas en la región del Indo-Pacífico.

Si bien esa retórica se ha usado en exceso, refleja un enfoque estratégico más amplio que se extiende más allá de la relación bilateral para abarcar la dinámica geopolítica global. El cambio de enfoque en el contexto internacional plantea la cuestión de cómo China navegará en este entorno, buscando promover un desarrollo pacífico que conduzca a sus intereses.

Cuando la gente vea más caos en el drama político de Washington, especialmente cuando ya no esperen que este país hegemónico resuelva los problemas globales, incluidas las guerras y conflictos existentes, su atención se desplazará gradualmente hacia el desempeño de China y otros países importantes en el panorama global.

Estados Unidos seguirá confiando en su propia fuerza para contener a China. Sin embargo, a medida que más y más países busquen mejorar la cooperación bilateral o multilateral y los enfoques basados en sus propios intereses nacionales, la búsqueda de Estados Unidos inevitablemente se volverá gradualmente ineficaz. El enfoque de China para forjar su lugar en la comunidad global bien puede tener más consecuencias para la trayectoria de este siglo que los detalles específicos de las estrategias de contención de Estados Unidos.