La cooperación China-América Latina no es una amenaza

En las últimas dos décadas, China ha establecido estrechas relaciones económicas y comerciales con muchos países latinoamericanos, entre ellos Brasil, Argentina y Venezuela. Esto ha suscitado un temor injustificado en Washington, donde algunos temen que "China se está llevando el pastel en la región”, mientras que otros expresan su preocupación por su presencia e influencia en un lugar que Estados Unidos tradicionalmente considera su "patio trasero".

La congresista republicana por Florida María Elvira Salazar llegó a afirmar que "los chinos no están aquí para comerciar. Están aquí para la guerra" cuando indicó su inquietud por la Estación Espacial Profunda, un programa aeroespacial entre China y Argentina que el embajador de este último en Estados Unidos rechazó por falso y "absurdo". En la reciente Cumbre de Líderes de la Alianza de las Américas para la Prosperidad Económica, el presidente estadounidense, Joe Biden, se refirió a la "diplomacia de la trampa de la deuda" de China y prometió miles de millones de dólares para ayudar a construir infraestructura en todo el hemisferio occidental. Cómo contrarrestar lo que considera el poder ascendente de China en la región parece haberse convertido en una prioridad acuciante en Washington.

De hecho, la asociación de mutuo beneficio entre China y Latinoamérica, basada en la igualdad, la reciprocidad y la inclusión, ha ido avanzando en 20 años. El comercio bilateral ha pasado de 180 000 millones de dólares en 2010 a 450 000 millones, y se espera que supere los 700 000 millones en 2035. Hasta la fecha, 21 países se han adherido a la Iniciativa china de la Franja y la Ruta, y China se ha convertido en el primer socio comercial de Sudamérica y en el segundo de toda América Latina, después de Estados Unidos. Pero esa integración no tiene como objetivo al país norteamericano.

El hecho de que la asociación de cooperación global de beneficio mutuo y desarrollo común entre ambas partes haya prosperado yace principalmente en que China y los países latinoamericanos son complementarios en términos de demanda de mercado, elementos de recursos y estructura de productos. Por ejemplo, China resalta en maquinaria e industrias de transformación, mientras que sus pares en Latinoamérica lo hacen en los sectores agrícola y energético.

Además, ambos atraviesan por etapas de de desarrollo similares y asumen la misma tarea lo que les da impulso para reforzar continuamente la colaboración.

Es el pensamiento de suma cero que prevalece en Washington el que ha llevado a la percepción de que las ganancias de China en América Latina son pérdidas para Estados Unidos. En lugar de criticarla por lo que parece ser una "invasión silenciosa" de América Latina, Washington debería revisar su propio compromiso con la región, caracterizado por intervenciones militares y económicas que solo han causado pobreza y desigualdad. Debería cambiar su enfoque y hacer más para ayudar a los países de América Latina a desarrollar sus economías y mejorar el bienestar de su población.

Cualquier intento de abrir un nuevo frente de Guerra Fría no llevará a ninguna parte.