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spanish.china.org.cn | 07. 12. 2023 | Editor:Teresa Zheng [A A A]

Las dificultades europeas exigen estrechar los lazos con China

Palabras clave: China, UE
Spanish.china.org.cn | 07. 12. 2023

China-UE: VCG


Por Martin Jacques

El jueves se celebra en Beijing la 24 Cumbre China-UE. La relación bilateral ha demostrado una férrea resistencia frente a los tumultuosos acontecimientos de los últimos años. Dos de los factores más divisivos -la COVID-19 y la crisis de Ucrania- han cedido entre la opinión pública europea el último año. El principal componente geopolítico que alejó a los europeos de China ha sido la crisis en Ucrania y la creencia generalizada de que Beijing, al menos implícitamente, apoyaba a Rusia. La hábil diplomacia china ha desterrado en gran medida esta opinión y muchos europeos esperan ahora que China devenga un intermediario clave en cualquier acuerdo de paz. Uno de los elementos primordiales que ha servido para suavizar la postura europea ha sido la creciente idea de que el país asiático es una fuerza constructiva para la paz en la escena mundial. El panorama general es de mejora de los vínculos e incluso el Reino Unido ha pasado de una posición hostil y de demonización a una más realista basada en la necesidad de una conexión positiva con China debido a su cada vez mayor relevancia. El nombramiento del ex primer ministro David Cameron como canciller es un poderoso mensaje en ese sentido.

El lazo fundamental entre Europa y China, por supuesto, es el que mantiene con Alemania. Su base ha sido y sigue siendo económica. Durante 7 años consecutivos, China ha sido su principal socio comercial. La voz más influyente y coherente a su favor en Alemania es la del círculo empresarial. Una característica destacada de la actual era más conflictiva de la política mundial es la creciente importancia de la clase política frente a las compañías. Es más evidente que la primera lleva la voz cantante, sobre todo en Washington DC, pero también de forma más expandida en Occidente. En tiempos de la globalización, entre 1980 y 2016, ocurría lo contrario: Era usualmente la clase política quien cumplía un rol secundario frente a la empresa. Esta tendencia es visible en Alemania, pero tal es la trascendencia económica de China para ella que las firmas -desde su continuo apoyo a Huawei en la 5G hasta su fuerte oposición a la introducción de aranceles sobre los vehículos eléctricos chinos - siguen predominando en la elaboración de la política económica alemana pese al enorme rechazo de numerosos políticos a Huawei, por ejemplo.

¿Cuáles son entonces las perspectivas de las relaciones entre China y Europa? ¿Pueden mantenerse y consolidarse estos signos positivos? Quizá lo más negativo sea el amplio respaldo europeo a la reducción de riesgos, defendido por la presidenta de la Comisión Europea, Ursula von der Leyen. Esto habla del incansable aval europeo a la política estadounidense de canalizar las inversiones y las líneas de suministro occidentales lejos de China. Y esto está estrechamente conectado con la voluntad de Europa de imponer restricciones a la exportación de cierta tecnología avanzada china de semiconductores, para disgusto de Beijing. El bloque europeo sigue siendo cómplice de los esfuerzos de Estados Unidos por obstaculizar el progreso económico chino. En este aspecto, y obviamente en otros, la UE sigue siendo un estrecho aliado de Washington. Esto supondrá una traba permanente en la relación de Europa con China, aunque los países variarán en la medida en que estén dispuestos a cumplir las órdenes de Estados Unidos. Lo que está claro es lo que sabemos y debemos esperar: Los lazos entre Europa y Estados Unidos siguen siendo profundos y duraderos, aunque tengan sendas diferencias e intereses diametralmente opuestos. La cuestión de Ucrania es un poderoso recordatorio de los lazos que los unen.

De cara al futuro, cabe subrayar que a corto y medio plazo en Europa, este está plagado de dudas. Vivimos en un contexto muy inestable e impredecible y el Viejo Continente no es en absoluto una excepción. Hay dos poderosos ejemplos de ello. En primer lugar, el económico. La economía europea está más o menos estancada. La italiana apenas ha crecido en 20 años, de hecho por un largo periodo de tiempo. La del Reino Unido se encuentra en modo de crecimiento cero, mientras que el nivel de vida real apenas ha aumentado desde la crisis financiera de 2008. La opinión general es que la economía alemana está en recesión. Además, hay pocas previsiones de una mejora significativa a futuro y las consecuencias políticas de esto pueden ser intensas. La falta de avance económico, combinada con el paro en el nivel de vida, es una poderosa causa de la creciente fragmentación política y del auge de la extrema derecha. La victoria de Geert Wilders y su partido de la Libertad en las recientes elecciones holandesas es una advertencia aleccionadora al respecto. Es un signo de nuestra era: La extrema derecha francesa, la AfD alemana y la extrema derecha austriaca están en alza. Esto podría complicar gravemente las cosas en la Unión Europea, así como la formulación de políticas, especialmente en materia de inmigración que es un problema grave en varios países. En estas circunstancias, Europa podría tornarse más introvertida, defensiva y volátil, un combo reforzado probablemente en el próximo periodo por la propuesta de ampliación de la UE a 10 o más nuevos Estados miembros.

Es difícil predecir cómo repercutirá esto en China y en las relaciones bilaterales, aunque no es fácil ser optimista. Hay dos cuestiones vitales. La primera se refiere a los vehículos eléctricos chinos. En 2024 se empezará a ver un volumen mayor de ellos en Europa. Sin duda, ganarán una gran cuota del mercado automotor en la mayoría de los países europeos. El grito a favor del proteccionismo ya se oye, sobre todo en Alemania, con la venia de von der Leyen. Los fabricantes alemanes lo rechazan enérgicamente por miedo a las represalias chinas a las exportaciones de coches alemanes. Es seguro que este será un tema candente en muchos países europeos, sobre todo en Alemania, con diferencia el mayor productor de automóviles de Europa. La segunda cuestión es el creciente déficit comercial entre China y la UE que se ha multiplicado desde 2016. De nuevo, la voz favorable al proteccionismo podría sonar con más fuerza y chocar con una creciente mentalidad hacia el interior.

El panorama para Europa no es bueno. El continuo estancamiento económico significará que la influencia del continente en el mundo sea menor. Europa importará cada vez menos. Todo esto, por supuesto, es un poderoso argumento a favor de una relación económica y una colaboración mucho más sólida entre Europa y China. Sin embargo, eso parece todavía muy lejano. Requerirá un sonado respaldo consensuado en Europa, del que aún no hay señales, es más, se ha debilitado en la última década. Pero no debemos olvidar que los tiempos nefastos abren nuevas oportunidades potenciales - junto con nuevos posibles peligros.


El autor es profesor visitante en el Instituto de Relaciones Internacionales Modernas de la Universidad de Tsinghua e investigador principal en el Instituto de China de la Universidad de Fudan.