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spanish.china.org.cn | 17. 04. 2023 | Editor:Eva Yu [A A A]

Brasil-China: Una nueva era y no hay tiempo que perder

Palabras clave: Brasil, China



Por Evandro Menezes de Carvalho

Profesor y coordinador del Centro de Estudios Brasil-China de la Facultad de Derecho de la FGV en Río de Janeiro.


Después de cuatro años de un Brasil al margen del mundo y, por lo tanto, de la historia, Lula regresa el país al escenario mundial con la misma facilidad que le es propia. Vuelve al Gobierno luego de sufrir una de las más injustas persecuciones políticas protagonizadas por un juez y un fiscal que renunciaron a sus cargos para ser políticos de oposición. Lula fue arrestado por error y al salir de prisión derrotó a la extrema derecha en unas disputadas elecciones presidenciales. Es tiempo de reconstrucción, dice el Gobierno brasileño.

En esta visita de Estado a China, el recibimiento del presidente chino Xi Jinping al presidente brasileño al son de la canción "Novo Tempo", famosa en la voz del internacionalmente conocido cantante brasileño Ivan Lins, no pudo ser más acertado. La letra dice: “En la nueva era, a pesar de los peligros, la fuerza más bruta, la noche aterradora, estamos en la lucha. (...) Para que nuestra esperanza sea más que venganza, siempre es un camino que se deja como herencia.” El encuentro entre Lula y Xi conlleva el significado de este “nuevo tiempo”, de esta “nueva era”.

China sabe recibir a sus amigos con mucho cariño. Y como dijo Xi Jinping, Lula es un viejo y buen amigo de China. De hecho, durante su segundo mandato, China se convirtió en el mayor socio comercial de Brasil y, juntos, participaron activamente en la creación de los BRICS con el objetivo de promover la reforma de los organismos internacionales. La reunión de los dos líderes el viernes pasado es la promesa de un nuevo capítulo que puede ser crucial para el futuro de la relación bilateral, los BRICS y un mundo multipolar.

Brasil y China firmaron 15 memorandos de entendimiento que abarcan varias áreas: inversiones, comercio bilateral en moneda local, infraestructura, economía digital, agricultura, educación, medio ambiente y cambio climático, etc. Se amplía la agenda bilateral, dejando atrás el perfil que prevaleció en los últimos cuatro años, cuando Brasil ponía énfasis sobre todo en el comercio bilateral. Con Lula, la relación chino-brasileña puede ir más allá del comercio. Pero, para ello, será fundamental el intercambio entre ambos pueblos.

Semanas antes de la visita de Lula, el viaje de más de 200 representantes de firmas brasileñas a China fue una señal positiva de que la clase empresarial está interesada en profundizar los vínculos con las compañías chinas y el Gobierno chino. Sin embargo, ambos países necesitan expandir aún más los contactos entre pueblos para que más personas puedan disfrutar de las posibilidades de este vínculo. Hay cientos, miles de medianas empresas, pequeños agricultores, centros de investigación, autoridades públicas de estados y municipios brasileños, artistas, profesionales del sector servicios, estudiantes, etc. que quieran estar informados y ser parte de esta nueva era en las relaciones chino-brasileñas.

Aún así, el Gobierno brasileño espera atraer inversiones chinas que favorezcan el proceso de reindustrialización del país que se ha convertido en un exportador de materias primas para el mundo, siendo China su mayor comprador. No obstante, este proceso depende de una política industrial atractiva para el capital. Esta es la tarea de  Brasil, y con urgencia.

Brasil no solo necesita inversión china; sino también aprender de ella. Vale la pena recordar que su rápido desarrollo se debió, entre otros factores, a su intensa inversión en infraestructura de transporte. La economía depende de las personas. La gente necesita medios de transporte baratos, rápidos y cómodos para moverse dentro de las ciudades, entre ellas y en el país. En Brasil, los trabajadores tienden a perder 3 o más horas al día en autobuses o trenes abarrotados, incómodos e impuntuales para ir y volver del trabajo. Esto agota al ciudadano y perjudica incluso su vida familiar. Una buena infraestructura allana el camino para el avance de la economía. Un país continental como Brasil, como China, debería pensar en su primer tren bala. Sin una infraestructura de transporte moderna, no habrá ruta para el desarrollo de Brasil.

Hay otras contradicciones que Brasil necesita superar. El país que se enorgullece de su potencial de exportación de productos básicos tiene miles de personas que pasan hambre. Algo está mal. Lula debe prestar atención al hecho de que la relación China-Brasil puede ser muy próspera en la lucha contra la pobreza y en la mejora de las condiciones de vida del pueblo brasileño y no sólo de algunos empresarios.

Finalmente, observo la ausencia de cualquier referencia al Foro de Macao en la declaración oficial bilateral. No sé las razones. Vale la pena señalar que nuestros amigos chinos han creado un espacio de diálogo con los países de habla portuguesa. Esta iniciativa debe ser apreciada y apoyada por Brasil. Además de los lazos económicos, el mencionado foro también promueve la lengua portuguesa. En el campo de la defensa de la reforma de la ONU, que es una agenda importante para Brasil, el reconocimiento del portugués como idioma oficial aumentaría la legitimidad de la organización y fomentaría la democratización del sistema internacional.

El modelo de desarrollo de alta calidad del Gobierno chino pone a las personas en el centro de las acciones gubernamentales. Este es ciertamente el objetivo de Lula. Los dos líderes tienen una visión común que los motiva a estar al frente de dos grandes naciones. Los 15 acuerdos realizados son solo un primer y promordial paso. A partir de ahora, lo que os contaré serán los resultados conseguidos. Es una nueva era y no hay tiempo que perder.