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spanish.china.org.cn | 20. 03. 2023 | Editor:Filo Fu [A A A]

Las relaciones entre China y Rusia son un ancla de la estabilidad mundial

Palabras clave: China, Rusia, Relaciones bilaterales

Por Timofei Bordachev


El Ministerio de Asuntos Exteriores de China anunció el viernes que el presidente del país Xi Jinping realizará una visita de Estado a Rusia del lunes a miércoles por invitación de su par ruso, Vladimir Putin.

El mundo necesita esta asociación estratégica porque se basa en la igualdad de derechos y el respeto de los intereses de otros Estados. Esto significa que unas relaciones justas entre potencias son posibles en un momento en que Occidente intenta convencer a todos de lo ineludible del dictado del más fuerte.

Tanto China como Rusia tienen en cuenta principios legítimos en sus lazos, cuya posibilidad Occidente siempre ha ocultado al resto de la comunidad internacional y busca persuadirla de que el límite a los derechos soberanos de los Estados es la norma. Sin embargo, no es cierto y el futuro orden internacional puede ser más respetuoso de estos derechos, independientemente del tamaño y poder del país. La estabilidad de las relaciones entre China y Rusia en medio de un contexto cambiante y múltiples desafíos demuestra que este modelo de asociación funciona y que torcer el brazo no es una regla universal del juego político.

¿Qué hace que esta relación bilateral sea tan diferente de lo que estamos acostumbrados a ver en la política internacional? En primer lugar, son producto del desarrollo interno de ambas potencias. Este ha sido un caso bastante singular en la historia de la política internacional. Normalmente, los vínculos de asociación estratégica suelen derivar de circunstancias externas. En la mayoría de las veces, las potencias no desean unirse y solo es posible durante grandes conflictos militares o guerras mundiales.

No obstante, la de China y Rusia nació mucho antes de que Occidente comenzara a destruir activamente el orden internacional. Las primeras decisiones de peso hacia un acercamiento fueron tomadas cuando la globalización aún era estable y el mundo todavía no había entrado en un periodo de graves turbulencias. Esas decisiones estaban relacionadas con la necesidad de garantizar el desarrollo pacífico de Eurasia al tiempo que se creaban nuevas oportunidades de avance económico y sostenibilidad. En su propio beneficio, tanto China como Rusia no hicieron nada que pudiera perjudicar sus intereses nacionales o frenar su desarrollo económico. Todo lo conseguido por ambos Estados partió de sus prioridades y capacidades bien entendidas.

En segundo lugar, la asociación se basa en la igualdad de derechos y el respeto de los intereses del otro. El vínculo entre Estados Unidos y sus aliados representa un liderazgo único, pero no una alianza. Su objetivo es mantener la hegemonía en los asuntos mundiales. Y para Occidente, la capacidad estadounidense de controlar a los demás miembros de la comunidad es una condición para la supervivencia de su dominio común. Tal lazo es imposible para naciones verdaderamente soberanas y por eso no existe fuera de Occidente. Rusia y China son grandes potencias que se oponen al freno de sus derechos soberanos: éste ha sido un requisito previo para su cooperación a medida que ha ido avanzando.

En tercer lugar, el propósito de la asociación no es violar los derechos de otros países. Los sistemas económicos chino y ruso y su estabilidad interna no requieren una actitud parasitaria hacia el resto de la humanidad. Para alcanzar sus metas de desarrollo, ambos países no necesitan restringir el acceso de otras naciones a los beneficios de la globalización y el comercio mundial. En otras palabras, sus políticas exteriores no son imperialistas. Por lo tanto, pueden optar por alianzas internacionales muy amplias en lugar de mirar al mundo desde una posición de fortaleza asediada.

Washington posee una visión del mundo diferente a la de Moscú y Beijing. Para Estados Unidos, la prosperidad depende de la hegemonía y todas las políticas prácticas deben apoyar este fin fundamental. Por tanto, la herramienta vital de Occidente es la presión y la de China y Rusia, la cooperación. La asociación China-Rusia no va contra nadie: no es un instrumento de guerra, sino de paz.

China y Rusia no ocultan que comparten puntos de vista sobre el orden internacional contemporáneo y la necesidad de mejorarlo. Sus planteamientos han quedado reflejados en numerosos documentos, incluida la Declaración Conjunta adoptada en Beijing en febrero de 2022. Para poner en marcha sus principios, Moscú y Beijing trabajan para reforzar la Organización de Cooperación de Shanghai y los BRICS, así como para proteger los derechos de la ONU y el derecho internacional. El fin de sus enfoques comunes sobre asuntos mundiales no es asumir la postura hegemónica, sino abolir las existentes.

Por último, China y Rusia valoran la globalización y tratan de preservar la libertad del comercio internacional, la inversión y el intercambio tecnológico. Incluso bajo la presión estadounidense, Moscú y Beijing no hacen nada por cortar los lazos estables existentes entre los distintos países del mundo. China y Rusia entienden que la globalización es un requisito sine qua non para la reducción de la pobreza, el desarrollo internacional y el acceso de todos los pueblos a nuevos bienes y tecnologías. Es una forma mucho más fiable de preservar la paz universal que intentar obligar a todos a jugar según las reglas que benefician a un pequeño número de participantes.

En realidad, las relaciones entre China y Rusia no son excepcionales. Representan un modo normal de asociación entre Estados que puede convertirse en la base de un orden internacional más estable. El diálogo entre ellos revela que este camino puede seguirse incluso en tiempos difíciles en aras de la estabilidad mundial.


El autor es director de programas del Club Valdai con sede en Moscú. opinion@globaltimes.com.cn