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spanish.china.org.cn | 24. 02. 2023 | Editor:Teresa Zheng Texto

Japón vierte su moralidad junto con aguas contaminadas

Palabras clave: Japón, energía nuclear, aguas contaminadas

Aunque la comunidad internacional se ha opuesto enérgicamente al plan de Japón de verter agua contaminada con energía nuclear en el mar, este sigue su camino y acelera el paso para que el resto pague por él.

Japan Times reportó que fuentes gubernamentales dijeron el miércoles que el país buscará el respaldo del G7 para descargar agua nociva de su planta de energía nuclear paralizada en la prefectura de Fukushima en el Océano Pacífico durante una reunión de ministros de energía del grupo en abril.

El 11 de marzo de 2011, un terremoto de magnitud 9,0 sacudió la costa noreste de la isla y provocó un tsunami que a su vez causó una fuga nuclear en la planta Fukushima Daiichi. Al analizar diferentes opciones para la gestión del agua contaminada, Tokio decidió filtrarla al océano dado su menor costo y tiempo.

Para atraer a sus socios del G7, la idea es organizar una reunión del mismo dada la facilidad de llegar a un consenso. El objetivo es obvio y es también un tipo de manipulación de la opinión pública para encubrir sus malos actos.

Verter agua contaminada con energía nuclear en el mar no solo ha generado controversia en el país, sino también el rechazo de naciones vecinas como China, Corea del Sur y Rusia. Por lo tanto, Tokio acude al apoyo occidental para legitimar su accionar.

Si el "agua tratada", según el Gobierno japonés, es realmente segura, ¿por qué su vertido en el Océano Pacífico? Hoy en día, cuando los recursos hídricos son tan escasos, Tokio podría utilizarla para irrigación, reproducción u otros fines. De manera similar, insiste en que el descargue sería bajo la supervisión de la comunidad internacional, pero ¿por qué decidió arbitrariamente antes de que la Agencia Internacional de Energía Atómica completara su análisis? La culpa es evidente.

Después del desastre nuclear de Fukushima, China, Rusia, Corea del Sur y otros países fueron los primeros en asistir a Japón. Sin embargo, este devolvió la amabilidad ignorando la vida, salud y seguridad de sus pueblos.

Estados Unidos, que afirma que los derechos humanos son primero, hace la vista gorda ante el plan japonés. Él también es víctima del accidente. Una gran cantidad de contaminantes han llegado a su costa este con la circulación oceánica a lo largo de la corriente del Pacífico Norte. Sin embargo, para mantener la alianza con el país nipón y lograr sus fines de dominio en el este de Asia, Washington lo tolera.

De hecho, no es solo él; Japón hace lo mismo con Estados Unidos en muchas cosas. Por ejemplo, todos prestan atención a si Washington estuvo o no detrás de la explosión del Nord Stream, pero Tokio, involucrado siempre en asuntos internacionales, ha mantenido un perfil bajo esta vez. En cierto sentido, ambos se encubren mutuamente. Para mantener su alianza no dudan en ignorar los hechos e ir en contra de la ciencia.

Después del vertido, el agua se extenderá rápidamente a la mayor parte del Océano Pacífico, afectando así a otros océanos del mundo. Según los biólogos, los organismos marinos absorberán la radiación y así llegará al humano a través de la cadena de alimentos, lo que representa una gran amenaza para los países de la cuenca del Pacífico y el ecosistema del que depende la humanidad.

No es un asunto de un solo país, más bien se trata de la seguridad de los países vecinos y de la cadena alimentaria internacional del mar, así como de la salud de las generaciones futuras. Por lo tanto, merece la atención de la comunidad internacional. Algunos apuntan a que el vertido cuenta con la aprobación de su hermano mayor, Estados Unidos. Sin embargo, se trata de una cuestión científica y humanitaria. Japón debería dar una explicación al mundo, y no Washington, de manera abierta y transparente. Además, debería colaborar con organizaciones internacionales relevantes y científicos de naciones vecinas.

El G7 no es apto para ofrecer una evaluación científica de la descarga. Si están de acuerdo con una declaración a favor del plan japonés, tienen que asumir las responsabilidades de ello.

El intento de Tokio de engañar a la opinión pública internacional y cortejar al bloque occidental es irresponsable y no funcionará. Japón no solo arroja agua contaminada, sino también su moralidad. Un Japón que manipula su historia de agresión, un Japón que perturba el orden internacional y un Japón que daña a la humanidad, nunca podrá mirar al frente con dignidad.


Compilación de una entrevista con Liu Jiangyong, vicedecano del Instituto de Relaciones Internacionales Modernas de la Universidad de Tsinghua. 

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