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spanish.china.org.cn | 15. 02. 2023 | Editor:Teresa Zheng Texto

El tren descarrilado en Ohio y el concepto de seguridad de Washington

Palabras clave: Ohio, tren, fuga

El descarrilamiento de un tren en Ohio, Estados Unidos, ha provocado la fuga de una gran cantidad de productos químicos tóxicos. Sin embargo, no captó la atención de los medios de comunicación locales hasta 10 días después del accidente, y un reportero fue arrestado por informarlo. Ahora es un tema candente en Twitter. Cada vez más personas se dan cuenta "del terrible desastre ambiental" y algunos medios incluso lo han calificado como "el Chernobyl de Ohio". No obstante, los departamentos federales y sus funcionarios lo niegan. Afirman que el aire y el agua de la zona son seguros, sin "contaminación", y aconsejan a los evacuados previamente a regresar a sus casas. El tono es tan ligero que parece que este asunto pronto "pasará". Sin embargo, los habitantes del área continúan reportando fenómenos anormales, incluida la muerte repentina de una gran cantidad de animales, gases irritantes en el aire y nauseas y dolores de cabeza entre algunos vecinos.

Si sucede algo similar en otros países, lo más probable es que haya informes continuos en tiempo real de la prensa estadounidense más acreditada, pero cuando esto pasa en territorio nacional, todo es diferente. Frente al fuerte descontento de la población local, Washington, que es la voz permanente de los "derechos humanos", "seguridad" y "protección del medio ambiente", parecía guardar silencio. En los más de 10 días posteriores a la tragedia, la mayoría de los  titulares en los principales medios del país cubrían la llamada "amenaza china", mientras que las reales, a la seguridad y salud del pueblo estadounidense, quedaron en segundo plano.

Este contraste es bastante marcado: casi todas las élites de Washington miran fijamente algunos "ovnis" a una altitud de unos 10 000 metros y hablan de "amenazas a la seguridad", pero hacen la vista gorda al peligro de gases venenosos para su población. Algunos internautas incluso han bromeado que la mejor manera de llamar la atención del Gobierno es poner una etiqueta "Hecho en China" en el tren descarrilado.

Esto destaca la desconexión entre la filosofía de seguridad de Washington y la realidad. La fuga en Ohio fue accidental, pero inevitable. Según datos de la Administración Federal de Ferrocarriles, en la última década hubo en promedio 3,4 accidentes de este tipo al día en el país, con frecuentes filtraciones de petróleo y productos químicos como consecuencia. Esto revela las graves lagunas en la construcción de infraestructura y la gestión del transporte de mercancías peligrosas en Estados Unidos y, por lo tanto, el riesgo para la seguridad de un gran número de ciudadanos. Esto es también una señal de la falta de gobernabilidad. El Congreso, como representante de la democracia estadounidense, rara vez realiza investigaciones y rinde cuentas por estas cosas. En cambio, tiene muchos proyectos dirigidos a China. Incluso el último de ellos, la ley de infraestructura de un billón de dólares del gobierno de Biden, tiene como fin "competir con China".

Las cifras más recientes indican que había incluso más químicos tóxicos en el tren de lo que se informó inicialmente. En cuanto a qué contenía exactamente cada vagón, sigue siendo un misterio. Un experto en protección ambiental señaló que el cloruro de vinilo filtrado es un gas altamente nocivo. Una vez que ingresa al suelo o al agua, causará un daño mayor y a largo plazo. En condiciones naturales, tarda al menos más de 10 o 20 años en descomponerse. Sin una intervención humana oportuna, la población local estará en riesgo de desarrollar cáncer dentro de muchos años. Un experto químico declaró que el sector cuenta con planes de contingencia maduros para fugas o explosiones de cloruro de vinilo, pero no saben por qué su manejo es tan poco científico esta vez. Él cree que no es por incapacidad, sino más bien por falta de voluntad.

El gobierno federal tiene varios departamentos especializados, cada uno con tareas específicas, pero ahora parecen estar encapsulados en la misma jaula llamada "seguridad nacional". No ha escatimado esfuerzos para "prevenir las amenazas". Ven y mira, hay globos en el cielo, "vinieron de China", los derribamos, parece muy divertido y refrescante, pero ¿mejorará el aire contaminado? ¿Se ha desinfectado el suelo y el agua? No importa cuán ideológicamente paranoicos sean los estadounidenses, también saben que exagerar la "teoría de la amenaza china" no resuelve problemas de seguridad ambiental. El 13 de febrero, cuando el secretario de Transporte, Pete Buttigieg, asistió a un evento, no mencionó el accidente de Ohio, pero bromeó acerca del "globo espía", lo que provocó una cruzada. Parece que las tácticas habituales de los políticos de Washington para desviar los conflictos ya no son efectivas.

Hasta cierto punto, su mala respuesta a la fuga es normal. Es un recordatorio de que la amenaza no es externa, sino interna. Cuando la "seguridad nacional" eclipsa el mecanismo de operación del poder estatal, el límite de seguridad pública se reduce. El incidente sirve asimismo como una llamada de atención para la élite política: es su deber centrarse en la gobernanza interna, que también es la forma correcta de construir un "Gran Estados Unidos". Si el concepto de seguridad no está "encaminado", sus problemas internos empeorarán. ¿Quién puede garantizar que el próximo peligro estadounidense no afecte a todo el mundo?


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