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spanish.china.org.cn | 09. 02. 2023 | Editor:Teresa Zheng Texto

El discurso del estado de la Unión refleja un EE.UU. inquietante

Palabras clave: EE.UU., Biden, discurso

El presidente de Estados Unidos, Joe Biden, pronuncia el discurso del estado de la Unión ante la Cámara de Representantes en el Capitolio, Washington DC, el 7 de febrero de 2023.


El martes por la noche, hora local, el presidente de Estados Unidos, Joe Biden, pronunció su segundo discurso del estado de la Unión en el Capitolio. Según informes, el mandatario, realizó notas y revisiones con sus asesores hasta el último momento, lo que demuestra la importancia conferida. La redacción y la narrativa de la alocución fueron cuidadosamente pensadas y racionales, pero dio la impresión de carecer de contenido práctico y novedoso.

Su análisis en casa reveló una polarización partidista. Algunos legisladores republicanos incluso abuchearon a Biden durante su presentación, en señal de que la división es amplia y no se ha logrado la "unidad" ni la "curación" que buscaba el demócrata. A la luz del discurso y la reacción provocada, vemos a un Estados Unidos dividido, sensible, ansioso e inseguro, y esto ha perturbado al mundo.

La alocución equivale al informe de trabajo anual del presidente al Legislativo para buscar su apoyo en políticas internas y externas. Sin embargo, este ha devenido en una especie de reporte a la sociedad en su conjunto o incluso a todo el mundo, al centrarse en los asuntos internos del país y su política exterior. Por lo tanto, generalmente es considerado como el "discurso anual del autoelogio" de los gobernantes estadounidenses y esta vez no fue la excepción. Desde el final de la Guerra Fría, estos informes han trazado una trayectoria clara de un cambio gradual de una nación segura de sí misma, optimista y favorable a la diversidad a una sensible, recelosa y obtusa. Esto es lamentable.

En un momento en que el pesimismo avanza sin control en el país, Biden usó muchas partes de su presentación para mostrar los logros económicos y sociales de su administración durante el último año. Trató de transmitir a los congresistas y votantes que "este país no está en declive", pero los resultados no cumplieron sus expectativas. Cuanto más enfatizó la fortaleza de la nación, más personas, inconscientemente, volvieron la mirada hacia los puntos débiles de la sociedad estadounidense. Una encuesta previa reveló que el 62 % de los ciudadanos cree que Biden ha conseguido "no mucho" o "poco o nada" en los últimos dos años, mientras que el 65 % considera que el país transita por "el camino equivocado". El índice de aprobación pública del demócrata ha caído a solo el 41 %, cerca del nivel más bajo de su mandato. La confianza pública en el devenir del país ha alcanzado un mínimo histórico.

En los últimos años, estos discursos, sin excepción, han resaltado la fuerza nacional y han prestado cada vez más atención al tema de la "unidad". Esto solo refleja lo que más adolece: el impulso del desarrollo económico y la base de la unidad política. No solo Biden. De hecho, los sondeos sobre estos reportes han dado índices de aprobación bastante bajos y "la insatisfacción de los estadounidenses". La razón fundamental es que la lucha feroz entre partidos arrastra al país. Estados Unidos ha ganado en sensibilidad y radicalidad, solo le preocupa la corrección política e ignora los intereses reales de la nación.

Biden es consciente de esta situación vergonzosa, pero desde el último gobierno, cada administración ha prescrito fórmulas erróneas y ha optado hacia el proteccionismo comercial y el unilateralismo.

"En mi término, las carreteras, los puentes y las autopistas estadounidenses se construirán con productos estadounidenses". Además de la Ley de Ciencia y Chips y la Ley de Reducción de la Inflación mencionadas, todas son manifestaciones de la mentalidad de Estados Unidos que pasa de la apertura al cierre. Puede que tenga sentido en la lucha partidista, pero su daño al país es a largo plazo. No solo no responde a las necesidades del pueblo, sino que hace que una superpotencia que persigue ciegamente el aislacionismo sea más peligrosa. La comunidad internacional, entre ellos sus aliados europeos, han sentido inquietud y los sectores afines soportan una enorme presión.

A medida que las relaciones con China han perdido impulso, la forma en que Biden tocó el tema llamó particularmente la atención. El presidente la mencionó seis veces. Hay quienes en Estados Unidos lo criticaron por no ser lo suficientemente duro, mientras que otros lo elogiaron por lucir moderación y calma.

Los términos "suave" o "duro" son relativos. Pero el discurso reflejó que ha aceptado la percepción equivocada de China, popular en Washington, y considera los vínculos bilaterales como un juego de suma cero, donde "uno pierde más y el otro menos". Washington se daña a sí mismo mientras trata de lastimar a Beijing.

Aunque Biden afirmó que Estados Unidos busca "la competencia y no el conflicto" con China, todavía no usa el primero para definir los lazos con ella, mientras que esta siempre ha insistido en que el éxito de ambos es una oportunidad más que un desafío mutuo, y que el vasto mundo puede albergar plenamente el desarrollo y la prosperidad de los dos. Francamente, en cuanto a la actuación y amplitud de pensamiento, el discurso no parece uno del estado de la Unión realizado por el presidente de un país importante, considerado a sí mismo líder mundial.

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