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spanish.china.org.cn | 05. 12. 2022 | Editor:Teresa Zheng [A A A]

La gran recepción de la Casa Blanca para Macron no repara los enormes daños

Palabras clave: Estados Unidos, Macron, Unión Europea

El presidente de Estados Unidos, Joe Biden, se reunió con su homólogo francés, Emmanuel Macron, en la Casa Blanca el 1 de diciembre, hora local. La recepción fue magnífica: la cena de estado consistió en langostas de Maine, queso azul de Oregón y guardias de honor con uniformes del siglo XVIII. La Casa Blanca mostró toda la parafernalia que pudo. La sensación fue un tanto irreal: un fuerte contraste con la ruptura entre ambos países en varios temas y las críticas de Macron previas a su viaje. Y por la reacción del público francés, está claro que el país galo busca algo más que un "evento espectacular".

Hace poco más de un año, Estados Unidos traicionó a París. A causa de las movidas de Washington, Australia canceló una importante compra de submarinos franceses por decenas de miles de millones de dólares australianos y, en cambio, recurrió a la oferta estadounidense. Sin dejar tiempo a Francia para recuperarse de la conmoción, Washington volvió a la carga: Biden promulgó la Ley de Chips y la Ley de Reducción de la Inflación. Aunque nominalmente apuntan a China, muchos países, entre ellos Francia, sienten la amenaza y es por eso que el mandatario francés describió el acto como "súper agresivo" hacia las empresas europeas.

En otras palabras, para París, las viejas heridas aún no cicatrizan y ya reciben nuevas ¿Cómo puede Francia olvidar el dolor con solo abrazos y sonrisas? Es solo un papel delgado sobre grietas y heridas profundas; ni siquiera es un curita. Francia no caerá en la ingenuidad ante tal pérdida.

A insistencia de Macron, Biden dijo que estaba dispuesto a hacer algunos cambios para sus aliados con respecto a la norma de lucha contra la inflación. No hizo ningún compromiso detallado, ni insinuó que renunciaría a los subsidios, solo dijo que es "un asunto por resolver". Pero todos saben que esa frase no es más que una táctica dilatoria superficial. No podría haber sido más evidente cuando el senador Chris Coons, un demócrata muy cercano a Biden, declaró a los medios que la visita de Macron no "produciría milagros para los fabricantes europeos".

Es menester recalcar que se trata de una cuestión de principios y no de convencer fácilmente a Francia o a la Unión Europea, ni mucho menos de un intercambio privado de intereses entre todos los actores. Francia y el bloque tienen la responsabilidad de oponerse, protestar y boicotear el comportamiento de Washington que viola flagrantemente las normas de la OMC y no solo sus propios intereses.

Incluso si Francia y la UE reciben alguna "compensación", de estar satisfechos o aceptar el plan estadounidense de trato diferente a otras economías, entonces esto significa que París y el bloque dejan de lado principios de larga data, pierden su sentido moral frente a la posibilidad de unas cuantas ganancias. Este es un resultado poco deseado para la comunidad internacional. Las reglas justas del comercio mundial no se pueden romper y deben ser mantenidas por todos.

Estos eventos no solo han traído recuerdos desagradables a Francia y la UE, sino que también han cambiaron sus percepciones externas. Washington espera que Europa actúe de manera que satisfaga las necesidades estadounidenses. Podría mantener un alto grado de unidad al encarar a sus competidores y dividirse en sus asuntos internos. Su cosmovisión es unilateral y hegemónica. Sin embargó, Europa se ha beneficiado del multilateralismo y es un firme partidario del mismo. No desea quedar atado a una "nueva Guerra Fría". La autoconciencia que resurge de vez en cuando en Europa, especialmente en Francia y Alemania, incomodan al dominante y pragmático Estados Unidos, por lo que a menudo pasa por alto a la región y busca socios más obedientes, lo que hace que Europa se sienta abandonada y oprimida.

El vínculo transatlántico pasa por un histórico período crítico. La estructura de acero del puente que lo sostiene se debilita. Estados Unidos no tiene ni la voluntad ni la capacidad para reforzarlo. Su enfoque actual es ignorar algunas de las principales preocupaciones de Europa, usar el llamado "consenso" para atraerlo y luego asustarlo con ciertos "riesgos", como el "desafío" a los valores comunes de competencia y dependencia de la cadena industrial.

Biden y Macron emitieron una declaración conjunta tras su encuentro en el que señalaron que ambas partes deben coordinar sus inquietudes "respecto al desafío de China". Mencionaron además la "paz y estabilidad" a través del estrecho de Taiwán. Al apuntar a Beijing en sus relaciones bilaterales, refleja que la "unidad" es falsa y con intenciones impuras e incluso venenosas.

No se sabe a ciencia cierta cuándo y en qué medida Europa será rehén de esta "cooperación" de bajo costo con Estados Unidos, pero es seguro que el compromiso europeo en este "consenso" no puede traducirse en una verdadera amistad. No es como el queso azul en la cena de estado que se puede compartir alegremente. Por el contrario, es más como una sopa de éxtasis especialmente preparada para Europa.