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spanish.china.org.cn | 14. 11. 2022 | Editor:Teresa Zheng [A A A]

Condena a quienes desvíen la atención de temas relevantes en el G20

Palabras clave: G20, Indonesia, comunidad internacional

La Cumbre del G20 tendrá lugar el 15 y 16 de noviembre en Bali, Indonesia. Algunos medios la han calificado como "posiblemente la más estresante de la historia" y no peca de exageración. Honestamente, la labor del país anfitrión no será fácil.

Antes de la cita, The Yakarta Post publicó un artículo titulado "Líderes del G20, por favor no vengan a Bali solo a pelear". "El pueblo indonesio y los ciudadanos del mundo esperan que sus líderes no utilicen este precioso momento solo para lanzar críticas y ataques entre sí", indicó la nota. Esta es una referencia obvia con una designación directa a Estados Unidos y al Grupo de los 7 (G7) en la que se les solicita actuar por la paz y los intereses mundiales, y no "imponer su voluntad a naciones más pequeñas o más pobres". Los comentarios reflejan el sentimiento general de la comunidad internacional hacia el encuentro. Lo entendemos y estamos de acuerdo.

La postura actual de los países occidentales con Washington a la cabeza es ir listos para el “combate” y la opinión pública ya ha predicho los blancos y los argumentos a utilizar. Las grietas creadas por el conflicto entre Rusia-Ucrania y la promoción de la estrategia estadounidense de frenar a China es algo nuevo para la reunión de este año, pero subraya el valor crucial del G20 como una plataforma clave para enfrentar crisis globales, así como reformar y mejorar la gobernanza económica mundial. Llevar la confrontación política a su seno es contaminarla, menester de condena unánime de la comunidad internacional.

El tema de la cumbre será "Recuperación conjunta, recuperación más fuerte” y las prioridades serán la arquitectura de la salud global, la transformación digital y la transición hacia una energía sostenible. Ambos están estrechamente relacionados con la intención original y la misión del grupo, el enfoque en desafíos comunes graves que encara el mundo de hoy y la presentación de direcciones constructivas para su discusión, esto encarna la buena intención de la presidencia de buscar un terreno común. Hay mucho de qué hablar sobre estos temas y dado que la cita dura solo dos días, el tiempo es limitado y cualquier desviación es un desperdicio. Solo nos queda condenar tales palabras y hechos.

El G20 nació de las crisis financieras mundiales, pero su organización fue más el producto de la época. Cuando Estados Unidos cayó en una de ellas, incluso con el G7, no pudo manejarlo, por lo que hubo una verdadera necesidad de fortalecer la coordinación y el diálogo con países emergentes. En cierto sentido, el G20 también es un símbolo de la transformación de Occidente que tiene la única voz en el planeta. Como resultado, a medida que el interés de Washington en la multilateralidad se desvanece y su entusiasmo por formar su propio bloque crece, su interés en la cita va quedando de lado. En cambio, fija su atención en el G7. De las ediciones del G20 anteriores, podemos ver que Washington es más directo en su interferencia con problemas políticos.

Cabe destacar que el G20 no es un G7 ampliado. Es completamente diferente en naturaleza: si bien este último es un mero grupo de países ricos, el primero es un signo de multipolaridad. El G20 agrupa a las principales economías desarrolladas y mercados emergentes del mundo, que en conjunto representan alrededor del 85 % de la economía global. Desde su establecimiento, ha mostrado una fuerte vitalidad, una tendencia y expectativa común de todos los países. Esto no cambiará por la sola voluntad de Estados Unidos porque "el mundo cifra su esperanza en el G20 como catalizador de la recuperación económica global, especialmente para los países en desarrollo".

China es uno de sus partidarios más fuertes. Ha promovido un rol relevante del G20 en los desafíos globales y en la mejora de la gobernanza económica global. Aunque la cumbre yace eclipsada por la geopolítica, la importancia y urgencia de fortalecer la coordinación de políticas y la cooperación en el campo económico aumentan. Como dijo el presidente indonesio, Joko Widodo, "el G20 no está destinado a ser un foro político, sino uno de economía y desarrollo". Esperamos que en lugar de presenciar un ajedrez geopolítico, todos los miembros sean sinceros de corazón para que la organización pueda desempeñar su verdadero papel.