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spanish.china.org.cn | 09. 10. 2022 | Editor:Teresa Zheng Texto

Salvaje ataque de Estados Unidos contra el libre comercio

Palabras clave: Estados Unidos, chips, tecnología

El Gobierno de Estados Unidos publicó el viernes un amplio conjunto de reglas de control a las exportaciones, incluida una medida para aislar a China de ciertos chips fabricados en cualquier parte del mundo con equipos estadounidenses. Los medios locales y occidentales describieron la medida con superlativos como "el mayor cambio en la política estadounidense de envío de tecnología a China desde la década de 1990" y "las medidas más agresivas de la administración Biden hasta la fecha". Sin embargo, estas frases tienen un mejor uso en otro escenario: la "más" flagrante muestra de hegemonía tecnológica, la desviación "más" radical del principio de competencia leal, la violación "más" bárbara de las reglas económicas y comerciales internacionales, y la "mayor" intervención y destrucción de la cadena industrial global por parte del gobierno de un país.

Antes de ello, Estados Unidos pasó por un proceso de intensificación de sus controles de exportación sobre China, o más precisamente, de represión contra la tecnología china, pero estas políticas no han conseguido el efecto deseado y no han frenado el desarrollo tecnológico chino. Los beneficios que podría obtener Estados Unidos siguen en picada. Esto lo ha llevado a expandir repetidamente el alcance y la fuerza del ataque. Finalmente, no necesita ni siquiera una hoja de parra y pisotea sin descaro los principios y reglas del libre comercio una y otra vez.

En el proceso, la credibilidad internacional y la imagen moral que Estados Unidos ha construido laboriosamente durante años cuenta con daños considerables lo que hace imposible instigar una operación conjunta para reprimir a China más allá de su círculo de aliados. Es difícil llegar a un consenso dentro de la alianza transatlántica o incluso en el seno de Estados Unidos. Cuando apuñala a otros con una espada de doble filo, inevitablemente jugará en contra de sí mismo y no importará si vulnera los intereses y sentimientos de sus socios.

La nueva regulación conlleva restricciones a empresas no estadounidenses para evitar una cooperación y un comercio de beneficio mutuo con China. Estados Unidos ciertamente no tiene ese poder y utiliza principalmente órdenes ejecutivas unilaterales para interferir ilegalmente con estos negocios. Sin embargo, la intimidación política no puede abrumar a las fuerzas del mercado. Funcionarios de Washington han reconocido que no hay compromiso alguno de los aliados para establecer reglas similares y que si otros países no se unen, no solo "los controles unilaterales perderían efectividad", sino también "se corre el riesgo de perjudicar el liderazgo tecnológico estadounidense”.

La división del trabajo en el sector de los semiconductores no es un accidente. Mirando atrás su historia de desarrollo, muchas firmas estadounidenses adoptaron inicialmente el modelo de "ventanilla única". No obstante, debido a los altos costos y la baja producción, cambiaron al modelo paso a paso a través de la optimización continua de asignación de recursos. Es el camino probado en repetidas ocasiones y el mejor demostrado para todos. Esta fue una evolución de la ciencia humana y la tecnología. Algunas personas en Washington quieren que vuelva a su estado primitivo. Tal inversión chocará no solo con el mundo, sino, por supuesto, con el propio Estados Unidos. Tan pronto como Washington anunció "grandes ajustes" en el sector de semiconductores de China, los precios de las acciones de las compañías estadounidenses del ramo se desplomaron, lo cual refleja el sentimiento real del mercado.

China es el mercado de consumo de semiconductores más grande del mundo. Cualquier actor racional en un entorno de mercado libre y justo, nunca tomará la iniciativa de cortar y "desvincularse" de China, lo que equivale a un "suicidio comercial". La voluntad de las empresas estadounidenses y sus aliados de apoyar, defender, coordinar e implementar políticas de control de exportaciones de Washington hacia China está destinada a ser cada vez menos firme debido a consideraciones fuera de posiciones e intereses, lo que hace que el costo de operación de esta red de contención tecnológica contra China tejida por Washington sea cada vez más alta. La lógica es muy simple. ¿Cómo puede Estados Unidos, que pisotea imprudentemente las normas económicas y comerciales internacionales, ganar devotos? Un país que insiste en participar en juegos de suma cero no tiene virtud ni capacidad para liderar el mundo en ciencia y tecnología.

Solo las personas arrogantes e ignorantes creen verdaderamente que Estados Unidos puede bloquear el desarrollo del ramo de semiconductores u otros campos tecnológicos de China por estos medios ilegítimos. La hegemonía estadounidense en ciencia y tecnología que daña a otros sin beneficiarse a sí misma puede traer algunas dificultades a corto plazo al sector chino, pero fortalecerá su voluntad y capacidad para valerse por sí mismo. Las compañías de otros países serán las primeras en aprovechar el forado dejado por sus pares estadounidenses. Frente a tan enorme ámbito de cooperación e intereses comunes, ¿cómo puede Estados Unidos tener la capacidad de destruirlos?

Solo se puede decir que en sus esfuerzos por reprimir y contener a China, Washington ha perdido la cabeza y el rumbo. Esta vez, a la vista de todo el mundo, se vio cómo una potencia se iba exponiendo poco a poco y se iba quedando sin trucos, cómo ha ido perdiendo confianza frente a potencias en ascenso, de modo que se ha vuelto cada vez más sensible, ansioso y sin escrúpulos. Estados Unidos, al retroceder la rueda de la historia, es sin duda muy peligroso, y el mundo no debería complacerlo. 


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