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spanish.china.org.cn | 06. 07. 2022 | Editor:Lety Du Texto

“Relaciones entre China y Colombia se encuentran en un nuevo punto de partida” -Xi

Palabras clave: China, Colombia

A los cambios no vistos en un siglo en el mundo habrá que agregar uno más a la lista; Colombia se prepara para jurar en el cargo al primer presidente claramente de izquierdas y con agenda progresista de su historia republicana. En los pasados comicios de junio, Gustavo Petro se alzó con la mayoría de los votos para imponerse en segunda vuelta sobre Rodolfo Hernández; un empresario independiente. Sin embargo, la verdadera batalla de Petro apenas está a punto de empezar.

En primer lugar, el nuevo presidente recibirá un país con altos índices de pobreza e insatisfacción social tras varios zarpazos en los últimos cuatro años: una débil implementación de los acuerdos del fin del conflicto armado alcanzados con la guerrilla de las FARC en 2016, la pandemia de COVID-19, las interrupciones en las cadenas internacionales de suministro y la creciente inflación mundial de la que Colombia no escapa invicta y quizás, por el contrario, sí muy golpeada.

Una de las banderas que pavimentaron el camino de Petro hacia la victoria fue su firme postura con respecto a la crisis climática. El presidente electo está dispuesto a no firmar nuevos contratos de exploración de combustibles fósiles en un esfuerzo ejemplar para mitigar los efectos de la crisis climática. En comparación con las grandes potencias, Colombia es un país que apenas emite una insignificante tasa de gases de efecto invernadero y, por el contrario, la mayor parte de sus ingresos económicos depende de la exportación de los combustibles anteriormente mencionados. La apuesta es grande y parece recibir más apoyo en la comunidad internacional que a nivel doméstico.

Alivio de la pobreza y mitigación de la crisis climática serán las dos batallas, por momentos dicotómicas, a las que Colombia tendrá que asistir, preparada o no, por el bien propio, el de la región latinoamericana y el mundo en su conjunto. La labor parece titánica y el ejercicio de mayéutica parece inevitable ¿Acaso algún país ha logrado tal hazaña? La respuesta llegó desde China y en 2021.

La China de hace 40 años y la China actual parecen tener muchas de las respuestas que el presidente electo de los colombianos necesitará para traer esperanza a una sociedad que ha sufrido de desilusión como pocas.

En los últimos 40 años, China logró erradicar la pobreza de su territorio y devolvió la esperanza a 800 millones de personas que no tenían ningún medio de subsistencia. El informe del Banco Mundial sobre “el milagro chino” destaca, entre los factores cruciales que contribuyeron al éxito de China en este aspecto, la transformación económica. Colombia puede contar con un experimentado aliado en China para encontrar la manera de alimentar a más de 20 millones de colombianos (un 40% de la población del país) que no tiene suficientes para comer adecuadamente. Sin embargo, el primer paso hacia una transformación lo tendrá que dar Colombia por voluntad propia; la Organización para la

Cooperación y el Desarrollo Económicos (OCDE) ubica al país como el tercero más desigual del mundo entero. Además, al 10% más pobre de Colombia le tomaría 11 generaciones lograr tener los ingresos de la clase media actual.

En el otro frente, la profesora de políticas públicas y medioambientales de la Universidad de Carolina del Norte (EEUU), Angel Hsu, destacó en un artículo en The New York Times los esfuerzos incansables de China para luchar contra el cambio climático. Además, calificó la gestión del país como “justa y segura”. China redujo su proporción de carbono en su consumo energético del 70% en 2009 al 57% en 2020 y apunta a alcanzar la neutralidad de carbono antes de 2060. El nivel de educación y concienciación ambiental en China ha elevado los estándares de protección del agua y el desarrollo del ecoturismo en todos los rincones del país con el apoyo de las universidades y del Gobierno central.

El esfuerzo en Colombia no debería ser tan monumental ante tantas experiencias de éxito internacional de las cuales tomar nota y con tantos lazos bilaterales que se pueden construir en torno a los problemas que más preocupan al gobierno entrante, y las circunstancias están dadas para que el crecimiento económico del país suramericano no se vea interrumpido por la necesidad apremiante de proteger el ecosistema.

Gustavo Petro apenas tendrá 4 años de mandato (desde el próximo 7 de agosto) y una oposición bastante conservadora. Sin embargo, para Diana Gómez Díaz, directora del programa de doctorado de Estudios Políticos y Relaciones Internacionales de la Universidad Nacional de Colombia y directora de la Red Asia en la misma institución, el presidente entrante puede constituir el mandato de transición que permita a Colombia reencaminarse en la dirección correcta. Gómez señala que, en anteriores mandatos, Colombia ha visto una regresión en su manera de pensar las relaciones internacionales, que, opina, han estado más marcadas por una verticalidad en lugar de una interacción entre iguales y por un discurso limitado. “Se ‘venezolaniza’ la relación de Colombia con el exterior (…) y se pierden oportunidades claves en momentos realmente importantes dentro de lo que habíamos llamado la globalización”, sostiene la directora.

Para Gómez, es primordial establecer un vínculo de confianza; “es un recurso que hace mucha falta y en muchos países de occidente lo dejamos de lado. Es un recurso de poder. Así como es importante el tema fiscal, monetario y militar para un Estado, el tema de la confianza nos toca trabajarlo mucho y en especial la confianza hacia afuera; hacia los otros. Colombia ha sido muy endogámica, se ha mirado mucho para adentro. El propio conflicto armado ha hecho que estemos mirando permanentemente hacia adentro y nos dificulta mucho la mirada hacia afuera”.

La transición en la que debe embarcarse Colombia pasa necesariamente por un acercamiento con China, opina Gómez. “Colombia debe pasar de una cooperación a una asociación estratégica” con la potencia mundial que es China, añade.

Podría decirse que la visión de la experta en relaciones internacionales está en perfecta sintonía con el pensar del presidente electo. El programa de gobierno que presentó el entonces candidato aseguraba que “además de ser uno de los socios comerciales, China

también ha contribuido con millones de dólares en cooperación internacional para la paz. Su gobierno ha promovido la hermandad entre nuestros territorios. (…) Las relaciones con China no solo pasan por el plano comercial; los mercados también pasan por inversiones, finanzas, cooperación e intercambio en varios aspectos y niveles. (…) Nuestro gobierno ejercerá una diplomacia estatal que priorice los intereses de los territorios colombianos y sus comunidades. Las potencias mundiales que están alineadas con los intereses del pueblo colombiano, que apoyan el desarrollo del campo y promueven la protección de nuestra biodiversidad, se considerarán países amigables con los que debemos profundizar y enriquecer los lazos diplomáticos".

En este punto es necesario entender que un diálogo con China es precisamente solo eso: una conversación sobre lo vital. China es un país que no exporta ideologías, ni impone su modelo social ni económico a ningún otro Estado, grande o pequeño. Gustavo Petro ha señalado que su gobierno estará marcado por la no injerencia en asuntos internos de otros países y esto abre una gran puerta de conversación entre los dos pueblos, en la cual se dejan atrás las ataduras de la Guerra Fría y se tratan cuestiones primordiales de interés común entre iguales. En este caso, tan urgente como inédito, crisis climática y erradicación de la pobreza.

Colombia y China establecieron relaciones diplomáticas hace unos 40 años. En aquella época, el Partido Comunista de China decidió enfilar baterías para luchar frontalmente contra la pobreza en la nación china. Quizás sea esto una coincidencia de buen augurio para el país latinoamericano.

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