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spanish.china.org.cn | 10. 06. 2022 | Editor:Teresa Zheng Texto

Cumbre de las Américas recuerda el intervencionismo estadounidense en América Latina

Palabras clave: América Latina, Estados Unidos, intervencionismo

Ilustración: Liu Rui/GT


La IX Cumbre de las Américas ha expuesto fisuras en la región incluso antes de su inicio. El encuentro ha revelado tensiones profundas entre Estados Unidos y América Latina justo en momentos en que el presidente Joe Biden busca restaurar la hegemonía histórica de Washington en la zona. La punta del iceberg ha sido la lista de invitados. Washington excluyó a Cuba, Venezuela y Nicaragua por no ser ejemplos de "gobernanza democrática".

Varios líderes, entre ellos el presidente mexicano Andrés Manuel López, Obrador, desterraron la oportunidad de reunirse con Biden en Los Ángeles. El mandatario dijo que las políticas de "exclusión" impuestas "durante siglos" debían cambiar  y criticó un deseo injustificado de "dominación".

Su respuesta devela una creciente incomodidad en la región, cuyas raíces datan de décadas de intervencionismo estadounidense. Desde el comienzo de su independencia, Estados Unidos consideró a América Latina como un área natural de influencia. La historia de intervención comenzó en Haití. A principios del siglo XX, invadir el nuevo país caribeño, según las autoridades estadounidenses, era una misión civilizadora para poner fin a la "anarquía, el salvajismo y la opresión".

Otro ejemplo miserable es el bloqueo económico, comercial y financiero contra Cuba, un acto de guerra en tiempos de paz impuesto unilateralmente por Estados Unidos. Esta medida ha avanzado y ha devenido más estricta a lo largo de 60 años. Comenzó con la cancelación de la cuota de azúcar cubana en el mercado estadounidense en 1960. Desde 1962, el presidente John F. Kennedy prohibió por completo la importación de bienes cubanos. Posteriormente, se fueron agregando otras restricciones.

Le sigue lo sucedido en 1973 en Chile con el derrocamiento del presidente elegido democráticamente Salvador Allende.

Los ecos de historias similares durante el siglo XX resuenan en muchos países latinoamericanos como Brasil, Uruguay, Colombia y Argentina. En Guatemala, hubo tres incursiones armadas directas. La primera tuvo lugar cuando las tropas se enfrentaron dos semanas a los sindicalistas. Justo después de la Guerra Fría, la primera acción de Washington en la región fue la invasión de Panamá bajo la apariencia de una lucha contra el tráfico de drogas. La búsqueda de la integración económica hemisférica bajo su control y la batalla contra las drogas fue el pretexto para inmiscuirse en los asuntos de América Latina en los años por venir.

México no ha sido la excepción en el tratamiento desigual del Gobierno estadounidense. México perdió la mitad de su territorio en el siglo XIX debido a una guerra contra Estados Unidos en 1847: dos millones de kilómetros cuadrados. En 1913, el embajador Henry L. Wilson incitó una rebelión militar contra el gobierno democráticamente elegido de Francisco I. Madero. En los años siguientes, las tropas estadounidenses invadieron territorio mexicano durante el caótico período de la Revolución Mexicana.

Estos terribles episodios no son parte de una historia superada. La interferencia de Washington en Latinoamérica todavía está presente. En los últimos tiempos, durante el mandato de Trump, México estaba condicionado a cambiar su política de inmigración para retener a migrantes centroamericanos en su territorio bajo la amenaza de un arancel del 25 % a sus exportaciones si no estaba de acuerdo. Así, el Gobierno mexicano envió 25 000 miembros de la Guardia Nacional para bloquear el flujo migratorio. Hace solo un par de semanas, el expresidente Donald Trump afirmó que amenazó a su par mexicano para que este aceptara sus demandas y dejó entrever que "nunca vio a alguien doblegarse así". Aunque con un estilo diferente, la administración actual continúa con la presión sobre México en muchos aspectos, incluso el migratorio.

La Cumbre de las Américas ha demostrado grandes diferencias entre Washington y un bloque significativo de países del continente. Sin embargo, solo un enfoque multilateral puede resolver los problemas graves que sacuden a la región latinoamericana. Solo un diálogo genuino basado en el principio de soberanía y no intervención puede crear un consenso para establecer una nueva era de relaciones. Esa es la forma de construir un espacio auténtico para resolver problemas comunes. Mientras el intervencionismo continúe, el posible progreso en la cita será efímero. Lamentablemente, la cumbre solo será un puñado de buenas intenciones.



El autor es profesor en el Tecnologico de Monterrey, México. 


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